Capítulo 76

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En la oscuridad silenciosa de la cueva, la lluvia que azotaba la entrada era lo único que rompía el silencio. Las chicas y las gemas descansaban después de un día agotador, buscando algo de paz en medio de la tormenta que parecía no querer cesar. El lugar estaba lleno de pequeños suspiros, movimientos lentos mientras los cuerpos agotados intentaban encontrar una posición cómoda para dormir.

Karla, de tan solo diez años, dormía con los brazos envueltos alrededor de sí misma, intentando encontrar algo de calor. Sin embargo, algo la despertó. Un sonido suave, pero persistente, que se mezclaba con el ruido de la lluvia. Al principio, pensó que podría ser parte de su sueño, pero pronto se dio cuenta de que no lo era. Abrió los ojos lentamente, parpadeando en la oscuridad para ajustarse a la penumbra de la cueva. El sonido se hizo más claro: era un llanto, un sollozo suave y desesperado.

Karla se incorporó, moviéndose con cuidado para no despertar a las demás. Sus ojos recorrieron la cueva, buscando la fuente del llanto, hasta que finalmente vio una pequeña figura encogida en un rincón. Era Sarah, su hermanita de cuatro años, que estaba envuelta en una manta, llorando en silencio mientras dormía.

Karla se acercó a ella con cautela, tratando de no asustarla. Al llegar a su lado, se arrodilló suavemente y colocó una mano en el hombro de Sarah. -Sarah...- susurró con dulzura, tratando de despertarla suavemente. La pequeña no respondió al principio, perdida en su propia pesadilla, pero Karla insistió, acariciándole el cabello con suavidad. -Sarah, soy yo, Karla. Estoy aquí, hermanita.-

Finalmente, Sarah abrió los ojos, su mirada llena de lágrimas y miedo. Al ver a Karla, al principio parecía confundida, pero pronto el terror de su sueño la alcanzó, y comenzó a llorar más fuerte, sollozando con el pecho agitado. Karla, aunque solo tenía diez años, sabía que en ese momento debía ser fuerte. No era Nagisa, pero tenía que consolar a su hermana pequeña, como lo haría su hermana mayor.

Karla se sentó junto a Sarah y la abrazó, envolviendo a la niña en sus brazos. -Shh, está bien, Sarah. Estoy aquí, todo está bien. Solo fue una pesadilla.- Sarah se aferró a Karla, su pequeño cuerpo temblando mientras lloraba contra el pecho de su hermana. Karla podía sentir las lágrimas empapando su ropa, pero no le importaba. Lo único que importaba era calmar a Sarah.

Mientras la abrazaba, Karla sintió una mezcla de tristeza y amor profundo por su hermana. Sabía que Sarah había tenido problemas para dormir durante todo ese tiempo, pero hasta ahora no había comprendido realmente por qué. Al sentir los sollozos desesperados de su hermana, comenzó a darse cuenta de lo mucho que Sarah estaba sufriendo.

Entre sollozos, Sarah comenzó a hablar, sus palabras entrecortadas por el llanto. -Karla... yo... tenía miedo. En la pesadilla... estaba sola... y no podía encontrar a Nagisa...- Las palabras salían a trompicones, pero Karla las entendió perfectamente. Sarah había estado teniendo pesadillas sobre perder a Nagisa, sobre quedarse sola sin la protección de su hermana mayor. Ese era el miedo que la había mantenido despierta durante tantas noches.

Karla sintió que su corazón se encogía al escuchar esto. -Oh, Sarah...- susurró, abrazándola más fuerte. -No te preocupes, hermanita. Nagisa nunca te dejará. Ella siempre estará aquí para protegerte, y yo también. Nunca estarás sola, te lo prometo.- Las palabras parecían calmar un poco a Sarah, quien seguía sollozando, pero ahora con menos intensidad.

Poco a poco, los sollozos de Sarah comenzaron a disminuir. Karla mantuvo sus brazos alrededor de su hermanita, permitiéndole llorar hasta que todo el miedo se desvaneciera. -Estoy aquí, Sarah,- repetía una y otra vez, acariciando suavemente su cabello. -Siempre estaré aquí.- Mientras la calma regresaba a Sarah, Karla sintió un profundo sentido de responsabilidad. Quería ser tan valiente y fuerte como Nagisa, alguien en quien Sarah pudiera confiar sin miedo.

Con el tiempo, el llanto de Sarah se transformó en suaves suspiros, hasta que finalmente su respiración se hizo más lenta y constante. La pequeña se había quedado dormida nuevamente, esta vez acurrucada contra Karla, quien la sostenía con ternura, como si fuera el tesoro más preciado del mundo. Karla miró el rostro de Sarah, ahora en paz, y sonrió con alivio al ver que su hermana estaba tranquila.

Se recostó con cuidado, sin soltar a Sarah, permitiendo que su propia fatiga la envolviera. Mientras cerraba los ojos, Karla se dijo a sí misma, con una sonrisa tranquila: "Soy igual de valiente que Nagisa." Y con ese pensamiento en mente, dejó que el sueño la llevara, sintiéndose fuerte y decidida a proteger a sus hermanas, sin importar lo que ocurriera.

**Continuará...**

Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora