Monster High - One shots

Gigi Grant

Segunda parte del primer one shots 

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Gigi Grant

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Gigi Grant observaba las fotografías en la caja pequeña que había guardado por tantos años. Su hogar en Monster High estaba lleno de vida y compañía, pero en las noches tranquilas, los recuerdos de T/N volvían a su mente con la fuerza de un torbellino. Las imágenes en sus manos mostraban momentos que parecían pertenecientes a otra vida: risas bajo cielos estrellados, abrazos al borde de un lago, y ese último beso, tan cargado de emoción que todavía podía sentirlo en sus labios.

En la escuela, Howleen Wolf notó la melancolía en los ojos de la genio. Aunque Gigi era reservada sobre su pasado, aquella tarde decidió abrirse. Sentada junto a Howleen, Cleo, Draculaura, Frankie y Abbey, Gigi habló por primera vez de T/N. Les contó sobre el amor que compartieron, su separación inevitable y la promesa de reencontrarse algún día.

Las chicas quedaron conmovidas. Draculaura tenía lágrimas en los ojos, y hasta Cleo, normalmente altiva, mostró un destello de ternura. Fue Howleen quien, siempre enérgica y determinada, se levantó.

—¡Vamos a buscarla!

El grupo se reunió en el dormitorio de Gigi para planear. Con delicadeza, Howleen y Clawdeen revisaron los recuerdos de la caja, mientras Frankie analizaba cada objeto buscando pistas. Entre los tesoros, hallaron una fotografía del pueblo donde T/N había vivido. Cleo, siempre viajera, reconoció el paisaje desértico.

—Esto es un oasis en el Desierto Dorado —Dijo Cleo mientras señalaba la imagen—Mi familia tiene registros de ese lugar. Podríamos empezar allí.

Con la ayuda del Scare-Bus de Abbey, el grupo emprendió el viaje. La travesía no fue sencilla; tormentas de arena dificultaron el camino, y en un momento, el autobús quedó atascado en una duna. Pero las chicas, con su mezcla de ingenio y habilidades monstruosas, superaron cada obstáculo, impulsadas por el deseo de reunir a Gigi con su primer amor.

...

Cuando llegaron al Desierto Dorado, el sol ya comenzaba a ocultarse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosas. El grupo divisó un pequeño pueblo, algo desgastado por los años, pero todavía lleno de vida. Los habitantes, al ver llegar a las chicas, las recibieron con curiosidad y hospitalidad.

—Buscamos a alguien —Dijo Gigi, mostrando la fotografía de T/N—¿La han visto?

Un anciano asintió lentamente—Ella vive al otro lado del valle. Es nuestra protectora. Ayuda a todos en el pueblo y se preocupa por nosotros como nadie más.

El corazón de Gigi dio un vuelco. Sin perder un segundo, el grupo continuó hacia el valle indicado. Mientras caminaban, Abbey rompió el silencio con una sonrisa.

—Parece que T/N no ha cambiado nada.

A lo lejos, vieron una figura que destacaba entre el paisaje. Era T/N, con su cabello rubio recogido en una trenza y sus largas orejas de conejo moviéndose con el viento. Estaba rodeada de pequeños monstruos, ayudándolos a recolectar frutas de un árbol cercano. Gigi se detuvo, incapaz de dar un paso más, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.