Este fin de semana ha sido lejos el peor de todos, aún más que aquel en el cual me fui a bañar y me quedé encerrado en esa habitación. Estuve hasta las ocho de la noche y es que mis padres ni siquiera se habían percatado de mi ausencia. En fin, ahora fue mucho peor que eso, aunque debo aceptar que he comido delicioso.
Como se me declaró Ernesto y supe que tenía dinero, acepté su invitación para conocernos mejor en el velero que tenía en el puerto. Es una embarcación sumamente lujosa, tan grande como el porte de mi casa. -¿Dónde vamos a ir a navegar?- Fue lo primero que le pregunté al regordete, y la respuesta que obtuve fue deplorable. –Es que no sé cómo conducir esta cosa.- ¿Y por qué mierda tiene un velero si no sabe usarlo? Es bastante estúpido este sujeto, aunque debí soportarlo solo porque tiene algo que yo no: una gran cuenta en el banco. Vaya, que a mí las instituciones financieras solo me conocen por mis cuotas de crédito impagas.
Como el susodicho no sabe conducir, nos tuvimos que quedar dos días varados en el puerto, mientras veía como todos los otros sujetos llevaban a sus parejas a dar vueltas por la inmensidad del mar. ¡Se paciente! Es lo que me repetía a menudo para soportar a quien además, llevó cartas Pokémon para jugar en las noches, ya que para él es la mejor forma de divertirse. ¡Por Hitler! ¿Qué este energúmeno no conoce el alcohol? ¿Vodka? ¿Ron? ¿No les suena? Así es que al final tuve que aprender a utilizar ese juego que era tan popular en mi infancia y que nunca me había interesado, menos ahora. ¡Que esos bichos no existen!
Y después de pasar tan grata velada aprendiendo ataques, puntos defensa y toda esa mierda, resulta que el de la cara con granos quería que tuviéramos sexo. –Es que jugar me pone cachondo... ¿a ti no?- Le miré detenidamente por un momento, y es que no puedo creer que exista gente así en el mundo. Al final llegué a una conclusión, a Ernesto lo botaron cuando chiquito y se pegó tan fuerte en la sesera, que quedó con daños irreparables. –A mí me calienta la sangre... ¿quieres que te haga unos cuantos cortes en el pene?- Fueron las palabras suficientes para que el sujeto no insistiera más en intimar. ¡Que no soy marica! Solo me interesa su dinero.
Al otro día Ernesto se ofreció a cocinar y ahí fue la primera vez en que le encontré una cualidad admirable, porque lo hace como los dioses. Me devoré todos los platillos que preparó y es que mi madre es una alpargata a su lado. Bueno, todo el mundo es mejor que ella en las artes culinarias, si es que hasta las ensaladas se les queman. Al final es un ñoño chef, algo bueno debe tener el pobre, ¿no? Si soy la mejor pareja que puede tener, porque si no soy yo, va a ser otro quien se aproveche de este estúpido.
Me fue a dejar el domingo a mi casa. –Creo que este ha sido el inicio de un bello romance... nunca antes lo había pasado tan bien con alguien, eres el primero que juega conmigo a las cartas y que le gusta mi comida... Ya siento que te amo...- Me dijo antes de que abandonara el carro. Solo espero que se haya enamorado lo suficiente como para regalarme un reloj de oro o un departamento, por lo menos.
Todo parecía perfecto, mi plan iba de mil maravillas, cuando se me ocurre introducir la llave en la cerradura de la puerta. ¡No entró! ¿Qué mierda pasó? Pues resulta que mis padres al ver que salí con alguien, creyeron que era el momento perfecto para anunciarme que debía dejar de vivir en su casa. –Ya estás muy grande y nosotros queremos intimidad... que no podemos follar sabiendo que estás en la habitación de al lado... Te queremos mucho, por eso te echamos del nido, para que puedas seguir creciendo...- Fueron las palabras que me dijeron desde el segundo piso, justo antes de tirarme dos maletas con todas mis pertenencias.
Y así es como me quedé en la calle, con un prometido feo y con la fuerte necesidad de venganza. Ya verán padres míos, que cuando estén más viejos lo enviaré a vivir a un asilo. ¡Vendetta! Más temprano que tarde lo haré. ¿Y ahora qué hago? ¿Dónde viviré?
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Diario de un Soltero GAY
HumorMi psicólogo me recomendó que debía hablar sobre mis vivencias con alguien, y es que según él soy homosexual. ¡Pamplinas! No porque cuando pequeño jugaba con muñecas, ayudaba a mi madre a cocinar e inspeccionaba los cuerpos desnudos de mis amigos, s...