Sigo teniendo mucha rabia, en realidad no puedo creer cómo este sujeto no es capaz de amarme, si soy un amor de persona.
Estuve todo un día pensando en la mejor forma que tenía para acercarme a él. No se me ocurría nada, hasta que llegaron unos hombres de oberol a entregar las nuevas pertenencias de Pablo y es que había destruido su oficina.
-Siempre quise ser una planta... Alimentarme del sol y ser regada por el pipí de los perros. ¿Te conté que la orina sabe muy bien? Es rica con un poco de sal....- de la nada, la anciana más vieja y loca que he conocido, se me acercó para decirme aquella barbaridad.
Me dieron arcadas de imaginar que ella hace eso, aunque dentro de todo el escenario, logré idear un plan.
Robé el gran gomero que habían traído los hombres, me lo llevé hasta mi cuarto y ahí comencé con la transformación.
Adiós tierra, adiós tronco, sólo conservé las hojas, que luego colocaría en mi cuerpo desnudo. Sí, me convertí en una planta de interior para estar cerca de mi amado psiquiatra. ¡Oh por Buda! Si me veía tan guapo de verde intenso.
Cuando ya no se me podía ver nada de piel, ya que pegué con pegamento todas esas hojas, recién me pregunté algo importante. Tenía los pies enterrados en el macetero, ¿cómo llegaría de nuevo al patio?
No tuve que preocuparme, porque pronto llegó por el pasillo mi salvación.
-Ey tú, vieja loca... ¡Mira! Me he convertido en una planta, ¿soy bonita verdad? Ahora necesito algo de sol, llévame al patio.- la anciana sonrió complaciente, alucinaba con la idea que haya convertido en realidad su sueño.
La pobre veterana apenas podía arrastrarme, y es que además de mi peso, se sumaba el del macetero de concreto. Al final llegamos a mi destino y por suerte la vieja no se me murió de un infarto, aunque creo que estuvo cerca, porque terminó sudada como cerdo en matadero y tendida en el suelo, jadeando a más no poder.
Pasaron las horas luego que los hombres de oberol me entraran a la oficina. Tuve que esperar pacientemente hasta que el rubio hizo su aparición. ¡Si es tan guapo!
-Tengo mucho calor... Mejor me sacaré la camisa, más que mal... Estoy sólo.- pensó en voz alta. Y ahí, en ese momento vi su torso descubierto. ¡Qué músculos! Es todo un Adonis.
Tuve que resistir las ganas que tenía de sacarme las hojas y ofrecer mi cuerpo suculento en ese preciso momento. ¡Joder! Que deseaba a ese hombre ya. Pasaron los minutos y luego pasó algo increíble.
Bajó la cremallera de su pantalón y sacó la carne ardiente que había debajo. ¡Comenzó a masturbarse! Delante de mis ojos se estaba complaciendo, era el mejor espectáculo. Sus jadeos, el sudor cayendo por su frente, aquel falo creciendo cada vez más y sorprendiéndome con su tamaño.
¡No aguanté más! Y me salí del macetero, con rapidez arranqué algunas hojas pegadas a mi piel.
-¡Hazme tuyo!- grité desesperado, justo antes de colocarme en cuatro patas sobre el sillón, mostrándole todo mi trasero desnudo.
Y no van a creer lo que luego sucedió... Porque no yo puedo entenderlo aún. Su lengua tocó mi ano y lo dilató con su saliba. Sólo demoró un minuto y luego introdujo con vehemencia su erección en mi cuerpo. Fue lo más hermoso que he vivido y es que era el hombre que amaba, estaba follándome como un toro. ¡Dios soy feliz!
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Diario de un Soltero GAY
HumorMi psicólogo me recomendó que debía hablar sobre mis vivencias con alguien, y es que según él soy homosexual. ¡Pamplinas! No porque cuando pequeño jugaba con muñecas, ayudaba a mi madre a cocinar e inspeccionaba los cuerpos desnudos de mis amigos, s...