Día 62: Se enojó

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Estaba postrado en mi cama de hospital, rodeado de enfermos que me cayeron mal, cuando veo que comienzan a llegar las visitas. Cómo era de esperar, la única que ha venido a verme es Cata. Eso esperaba esta mañana cuando veo ingresar a otro individuo.

¿Cómo puede cambiar tanto alguien en tan poco tiempo? Se suponía que Ernesto estaba enamorado de mí, perdido por esta carne suculenta y ahora resulta que me odia.

-Eres la peor persona que he conocido, me has destruido la vida...- me increpó tan sólo al entrar a la habitación del hospital.

¿Qué le pasa al feo? Me pregunté, hasta que recordé que le había dado laxante de caballo.

-¿Qué alegas tanto? Quizás te haya servido para bajar de peso, mira que te hace bastante falta... Incluso diría que te veo menos gordo...- respondí sin caer en sus provocaciones.

-¿Así que fuiste tú? Pero que tonto soy, si era obvio... Tan sólo que no, no estoy enfadado por eso... Sino porque te casaste con otro. Siempre he sido un juguete para ti, has jugado con mis sentimientos... Pero no más, te prometo que desde ahora no te amaré...- les juro que casi me largo a llorar. Fue casi una escena de telenovela, faltó sólo que apareciera la música de fondo.

Lo miré fijamente, quería tomarle en serio, en realidad quería eso, sólo que no pude evitar reírme. Sonó tan patético, que no pude aguantarme.

-Incluso cuando vengo a hablarte de lo más doloroso que me has hecho, tú te ríes en mi cara... ¿Sabes algo? Me vengaré por tu desprecio, te veré suplicando a mis pies que vuelva a fijarme en ti, pero ya será demasiado tarde. Te arrepentirás de haberme rechazado...- otra vez le salió el culebrón.

Le vi salir de la habitación como mamá al descubrir a su hijo masturbándose. Es muy exagerado el gordo ese, si tan sólo le he utilizado para el sexo, me casé con otro, lo llevé al manicomio, le di laxante, destruí su relación con su madre, lo dejé sin casa y lo rechacé mil veces. Tan rencoroso que es, si tampoco le hice tanto daño.

Diario de un Soltero GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora