Diario de un Soltero GAY

Día 30: Amiga loca

Es raro pensar que alguien en este antro podría caerme bien. Resulta que una entre todas las rameras que aquí trabajan ha sido simpática, y me ha hablado, cosa que las otras enfermas no han hecho. ¿Quiénes se creen? Como si por tener que limpiar sus baños, sea menos decente.

Resulta que ella se llama Catalina, aunque por cariño todos le llaman Cata. Es alguien destellante, que siempre anda con una sonrisa en la cara y las bromas a flor de piel. En cualquier otra circunstancia me hubiera caído fatal. Yo suelo ser quién anda con mal rostro y digo frases hirientes a quién se me ponga en frente. A está mujer la hubiera odiado, sólo que hay algo en ella que me atrae.

Todo partió cuando se ofreció a llevarme al supermercado. -Yo tengo una moto, podría llevarte hasta allá-dijo la gran fémina, de cuerpo robusto, llamativo cabello rojo y rostro bien maquillado. El local queda bastante lejos caminando, por lo que acepté su ayuda.

No sabía de qué hablarle, hasta que fue Cata quién rompió el silencio. -¡Agárraselo!- me gritó mientras conducía el vehículo de dos ruedas. Por la bulla que producía el viento golpeando mi casco, no pude comprender lo que mencionaba. -El paquete... Ese lo tiene bien bueno...- dijo finalmente, señalando a un hombre guapo que andaba por la vereda.

No sabía a qué se refería, hasta que fue ella misma la que lo hizo. Se acercó al sujeto y sin pudores le acarició rápidamente el bulto que se forma entre sus piernas. -No sabes lo que te haría ahí, Papito...- Le gritó cuando ya había terminado, mientras conducía rápidamente para perdernos.

-¿Qué clase de pervertida eres?- le pregunté inmediatamente. A lo que respondió..- La mejor... Conmigo sabrás acosar a los hombres como se debe... Para que se enteren que también pueden ser un objeto sexual... Te gusta la verga ¿verdad?- Hace mucho que no me sorprendía alguien y es que esta Cata es de otro mundo. ¡Está loca! Y eso me encanta.