Un día desperté temprano, raro últimamente porque como no hago nada, me levanto bien tarde. La cosa es que fui a la cocina por un poco de pan, cuando me encuentro con la maraca de Laurita escapando con una maleta más grande que su vagina.
La muy no me vio, así que sólo cerró la puerta como si nada, con una gran sonrisa en el rostro. ¡Ah no! Yo sabía lo que quería lograr esa perdida y no se lo iba a permitir.
Salí detrás de ella y la perseguí en su travesía. No me importó que anduviera sólo con un calzoncillo rosado y una polera blanca tan desgastada que parecía colador con tantos hoyos. Sin zapatos caminé por la calle, mientras todos me veían extrañados.
-¿Qué mira? ¿Nunca ha visto a un hombre gay tratando de detener a una puta que quiere robarle al amado y que además puede estar embarazada de ambos? Pues le falta calle...- le dije a un anciano que casi deja caer la placa dental de lo sorprendido que quedó al verme.
Laura tomó un taxi y yo abordé el que venía justo después.
-Siga a ese auto...- le dije al conductor, cómo en película gringa.
Pasaron unos minutos y vi cómo la maraca se bajaba del carro, se encontraba con Ernesto y le besaba en la boca como si fueran novios. Me ardieron todas las tripas al ver a mi hombre junto a esa pelona.
Intenté bajarme, pero la puerta no cedía.
-¿Adónde crees que vas?... ¿No piensas pagarme el viaje?- me dijo al peludo y gordo conductor.
¡Mierda! Se me había olvidado que andaba sin dinero. Quise explicarle la situación, pero no me comprendió. ¿Ahora qué haría? Estaba desesperado, así es que utilicé la única arma que llevaba en ese momento: la boca.
-Si quieres te pago con una mamada...- le propuse sin más.
En menos de lo que canta un gallo, el ballenato estaba en el asiento de atrás, con los pantalones a la rodilla y un maní erecto.
¡Santa madre de los testículos! ¿Por qué hay sujetos con la verga tan chica? Tuve que respirar hondo y engullir esa cosa, que además estaba hedionda a sudor de Mc Donald, era como si toda la fritura de esa comida saliera por su polla.
Me llegó a dar arcadas, aunque me contuve porque estaba contra el tiempo, la maraca y Ernesto ya se iban, tenía que impedirlo.
Lo bueno del gordo ese, es que era precoz, por lo que en minuto y medio ya había eyaculado. No me despedí ni nada, sólo abrí la puerta y comencé a correr.
-¡Deténganse!- grité a todo pulmón.
Uno a esta edad ya no está para las carreras, por lo que llegué hecho mierda a su encuentro.
-Ernesto, yo sé que tú me amas... Tenemos la oportunidad de estar juntos. Quizás lo oculté por mucho tiempo, pero ahora me di cuenta... ¡Te amo!- le confesé mis sentimientos, aunque nunca quise reconocerlo, ahí estaba yo, diciéndole lo mucho que lo amo.
-¿Cómo quieres que te crea? Mírate, vienes semidesnudo y... ¿eso que tienes en el pelo es semen?....- mierda, el gordo me eyaculó encima. ¡Maldito ballenato!
-Sigues siendo el mismo de siempre... Estás obsesionado con el sexo... Tú no me amas, sólo te sientes que has perdido y por eso deseas recuperarme... Estás siendo egoísta y nada más.... Ahora vete y déjame por una vez en paz...- sentenció antes de marcharse.
Ahí me quedé yo, triste y rechazado. Luego comenzó a llover... Nah mentira, era el semen del gordo que se cayó en mi cara.
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Diario de un Soltero GAY
HumorMi psicólogo me recomendó que debía hablar sobre mis vivencias con alguien, y es que según él soy homosexual. ¡Pamplinas! No porque cuando pequeño jugaba con muñecas, ayudaba a mi madre a cocinar e inspeccionaba los cuerpos desnudos de mis amigos, s...