Día 111: Madre de Nuevo

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Constanza... Es el nombre que le coloqué a Joaquín. Ahora que está viviendo como realmente se siente, decidimos que lo mejor era darle un nombre más adecuado para ella.

-¿Por qué no puedo elegir yo? - preguntó la pequeña.

-Nadie nace y elige su nombre. Yo no lo hice y mira cómo me fue... Así que tú no serás la excepción... - respondí claro.

A mi me gusta ese nombre y por eso se lo di y punto en boca. Así que ahora mi hija se llama Constanza y está sin colegio.

He ido a quince escuelas para preguntar si aceptan a mi hija y de todas, ninguna ha querido educarla. País de mierda, se supone que la educación es un derecho y no deberían negárselo a nadie, menos por ser diferente.

-Yo te dije que esto estaba mal, él nació varón y tiene que comportarse como tal... - reprochó mi mamá el otro día.

-Qué vas a saber tú cómo criar a un hijo, si cuando te dije que la abuela me violaba no hiciste nada... Así que ahora te quedas callada de nuevo y punto... - inyecté mi veneno de perra mala.

Ya no me quedo callado con ese tema, ellos se equivocaron, no yo y por eso les hago sentir mal, quizás y logre que me compren algo como recompensa, tal como hacían cuando era niño.

Así están las cosas, a mi hija la cuido todo el día mientras llamo colegio a colegio para buscarle educación.

Estaba peinándola un día, cuando de pronto suena el timbre. Dejé a mi cría en la pieza y fui a atender. Grande fue mi sorpresa cuando vi de quién se trataba.

¿Es un ave? ¿Un avión? No, es Laurita la que presta el vaginón.

Quedé negra negra, como trasero de vaca. ¿Qué estaba haciendo ahí la maraca? No la veía hace cinco años, cuando la encontré pariendo en el hospital.

-Hola querido, tanto tiempo... Te estoy visitando porque... - Pero no la dejé seguir, cerré la puerta de un golpe y prendí la radio a todo volumen.

-¿Quién era papá? - me preguntó Constanza.

-Nadie... Solo un vendedor de cuchillos. - mentí descaradamente.

Pensé que se había marchado, total le cerré la puerta en la cara, solo que la muy zorra esperó en la calle y habló con mi papá.

-Hijo, no me habías dicho que tenías una amiga tan simpática... - Dijo el hombre viéndole las tetas a Laura.

El muy imbécil la dejó entrar y ella se aprovechó para mentir con descaro.

-Amor mío, me arrepiento de haberte engañado... Quiero que retomemos nuestra relación... - Dijo la cabrona y sin más, me besó en la boca, con lengua mojada y todo.

Fue horrible, una mujer me había besado y lo peor es que mi hija me había visto, ¿cómo le explicaría eso? Laura estaba destruyendo mi imagen de papá marica.

-Ay no, esto no puede ser... ¿Te gustan las mujeres? - gritó Constanza justo antes de desmayarse.

Si supiera que esa mujer es su propia madre, pensé mientras la levantaba y llevaba a su cuarto.

Bajé las escaleras para encarar a esa aparecida, no iba a permitir que destruyera mi pequeña familia. Tenía miedo que quisiera quitarme a mi hija.

-¿Así que esa niña es mi hijo? Yo parí un varón y ahora es mujer, ¿qué hiciste? - la muy descarada me dijo sin tapujos.

-¿Qué quieres Laura? ¿Acaso te bajó el instinto de madre y regresaste por tu hija? - la encaré sintiendo mucho coraje.

-Para nada, se murió el viejo que estaba manteniéndome y ahora no tengo dónde ir... Por eso quería saber si me puedes alojar en tu casa... - Ni siquiera se inmutó la muy pécora.

-Claro que no... No te quiero cerca de Constanza... - abrí la puerta para que se marchara, tan solo que no lo hizo.

-No quieres que tu hija sepa que yo soy su madre ¿verdad?... Entonces deja que me quede, de lo contrario... Le diré la verdad... - Me amenazó la tetas caídas.

Uy, que rabia me da. Al final tuve que ceder a su chantaje y decirle a mis padres que le hicieran el favor de alojarla. Mi padre aceptó de inmediato, y terminó por convencer a su esposa. No puedo creer que esté de nuevo viviendo con la maraca de Laurita.

Diario de un Soltero GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora