Día 95: Romance de Vieja

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Por primera vez he sentido que tengo una familia. En los últimos meses, he estado viviendo en la casa donde trabaja Doña María. Ambos cuidamos a Ernesto, jamás pensé que nos llevaríamos bien, especialmente por la forma en cómo nos conocimos.

Al final la señora es de lo más tierna, si hasta me prepara el desayuno y todo. Es como la abuela que nunca tuve... Ups, hablando de eso, no se van a imaginar lo que pasó el otro día.

Estaba conversando con mi suegrita en la cocina, cuando de repente oímos el timbre. Me ofrecí para atender a quien nos visitaba. Tan solo abrí la puerta y quedé helado.

-Claro.... Una los ayuda y ahora que no la necesitan, la abandonan... Ah no, eso si que no... No me vas a dejar tan fácilmente... Menos si estás viviendo en una mansión... - dijo doña Gracia.

No sé cómo supo dónde estaba viviendo, pero la anciana del manicomio me encontró y con dos maletas enormes llegó a la mansión del sin bolas.

Pensándolo bien, creo que la había olvidado en la casa de su amiga. Como he estado tan preocupado de mi amado, no tuve tiempo de visitar a mi vieja amiga.

Traté de decirle que no podía instalarse en la casona, que no era mía y que estaba allí de favor. Sin embargo, bueno... Ya conocen como es ella, por algo estuvo internada en el hospital psiquiátrico.

-Esta pieza me gusta... Ahora tráeme una botella de vodka que tengo sed... - sentenció encima de la cama del dueño de casa.

-No puedes quedarte aquí... - prometo que intenté echarla, tan solo que todo empeoró luego.

El hombre a quien dejé sin bolas, Fernando, apareció en su recámara y quedó impresionado por la presencia de doña Gracia.

-Ay papasito... No sabía que el sin cocos era tan guapo... Ven aquí cariño, que la abuelita le va a leer un cuentito... - se insinuó la muy promiscua.

Fernando quedó en shock, no podía dar crédito a lo que estaba presenciando.

-Lo siento señora... Pero usted no me gusta... - quiso excusarse con vergüenza, solo que calló cuando el sostén de la vieja le llegó justo en la cara.

La muy descarada estaba mostrando su piel arrugada, como si fuera una mujer joven y sexy.

-Es que no sabes lo que te puedo enseñar... A mi en mi barrio me decía la árbol mojado... Por esas casualidades, ¿tienes un gomero? - se me había olvidado que la anciana gozaba con las plantas. Ahora comprendo por qué en las mañanas siempre encontraba hojas en el piso de mi cuarto.

-La voy a aceptar sólo porque es tu amiga... Aunque déjame decirte que me da bastante miedo... - terminó decidiendo el dueño de casa.

-No te preocupes... Si es inofensiva, a lo más te la va a mamar mientras duermes... Espero que se saque la placa dental eso sí... - le expliqué para que no le tuviera rechazo a señora tan decente.

Lo bueno de todo esto, es que Ernesto se ríe mucho con la situación y es que ver a doña Gracia intentando coquetear con Fernando, es de lo más gracioso.

Diario de un Soltero GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora