-¿Cuál es tu primer recuerdo?- me dijo la psiquiatra el otro día. Traté de hacer memoria y no pude rememorar nada de mi infancia, es la primera vez que me percato de ello, hasta los doce años es como si no hubiera vivido.
-Eso es algo muy extraño, ¿no crees?- terminó de decir la terapeuta. Me quedé con esa idea todo el día.
Llegó la noche y me quedé dormido gracias a las pastillas que me han recetado. Todo fue muy extraño, como si hablar con la doctora hubiera abierto una puerta que estaba cerrada hace mucho.
Duermo tranquilamente en mi cuarto, ¿cuántos años abré tenido? ¿siete u ocho? Era muy pequeño... De pronto despierto y un rostro es todo lo que observo. Las arrugas de mi abuela están frente a mí.
-¿Ha tenido una pesadilla mi niño?- Dice con un tono preocupado. Creo decirle que no, que todo está bien, tan solo que no me cree y de todos modos se acuesta conmigo.
Siento el calor de su cuerpo en mi espalda, me abraza como siempre lo ha hecho. Sus manos acarician mi abdomen con delicadeza, sin embargo, ese tacto baja lentamente colándose entre mis pantalones y sujetando mi entrepierna.
-No dejes que nadie haga esto contigo... Ningún desconocido puede tocarte...- repetía una y otra vez la anciana, mientras cometía la barbaridad de la cual quería supuestamente protegerme.
Todo es oscuro, siento una boca lamiéndome e incursionando en lo más íntimo de mi cuerpo...-Ya basta, no quiero... No me gusta...- Pero nadie me escuchaba, estaba solito.
-¿Cómo crees que tu abuela haría algo así? Ya deja de inventar burradas... Si sigues así nadie te querrá....-Dijo mi padre tras contarle lo sucedido. Lloraba a mares, y nadie me creyó.
-Mi madre es una santa. Es tu abuela, ¿cómo crees que podría hacer eso?.... Eres un mentiroso pendejo...- gritó mi madre, justo antes de pegarme con una varilla. Se desquitó fieramente conmigo, como si fuera yo el culpable de todo.
Nadie en mi familia me creyó, siempre fue una asquerosa mentira de un niño que sólo buscaba llamar la atención.
Mis padres nunca me quisieron... ¿Y cómo lo iban a hacer? Si al final jamás desearon tenerme.
Mi abuela lamía mi piel... Mi cuerpo ya se había desarrollado un poco, ¿cuánto abré tenido? ¿doce años? La puerta se abre y mi madre observa todo. La anciana no se percata, sigue en lo suyo mientras mi mirada se encuentra con la de mamá.
-Eres un pendejo mentiroso...¿cómo tu abuela podría hacerte aquello?- seguía diciendo la mujer, aún cuando ambos sabíamos que ella sabía todo.
Desperté sudando, jadeando por la conmoción. Hace mucho no me sentía tan solo, tan odiado. Me refugié en una esquina, intentando esconderme del mundo, ese que quise olvidar y que ahora vuelve a mí, tan horrendo como siempre.
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Diario de un Soltero GAY
HumorMi psicólogo me recomendó que debía hablar sobre mis vivencias con alguien, y es que según él soy homosexual. ¡Pamplinas! No porque cuando pequeño jugaba con muñecas, ayudaba a mi madre a cocinar e inspeccionaba los cuerpos desnudos de mis amigos, s...