Día 108: Mi nuevo trabajo

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Es extraño despertar en la misma pieza donde vivía en mi adolescencia, creo que nada ha cambiado, siguen los mismos muebles viejos de antes.

Mis padres aceptaron que me quedara con mi hijo en su casa.

-Las pensiones están muy bajas, pensamos en arrendar tu cuarto, pero como justo llegaste... Te lo vamos a arrendar a ti... - Dijo mi madre como si fuera un amigo de antaño.

Sí, como lo escucharon, no me aceptaron  en la casa, sino que me ven como un pensionista. En fin, prefiero eso que seguir viviendo en aquella mansión.

Ah, pero no les he contado la peor parte. No señores, porque estos viejos decrépitos quedaron tan mal después que les vendí la cagada de perro, que decidieron adoptar a otro cachorro, pero no de cualquier especie, sino que de humano. Como lo oyen, ahora tengo una hermanita adoptada.

-¿No están muy viejos para eso? - les pregunté en un principio.

¿Quién en su sano juicio puede permitir que una pareja de viejos más cerca de la tumba que de la cigüeña, críen a un pequeño? El mundo está realmente loco.

Lo único bueno de eso, es que también tiene 5 años y puede ser una buena compañera de juegos para Joaquín.

Yo a la niña le digo Pollo, porque Pía es su nombre, ¿captan? Piar es de los pollitos y ella se llama así. En fin, que la criatura no me cae bien y la trato mal.

A veces me pregunto por qué mis padres no me criaron mejor, porque por lo que veo, ahora lo hacen muy bien con Pía, si hasta al perro lo trataban mejor que a mí.

-Es que siempre uno mete la pata con el primero, pero después vas tomando el ritmo y lo haces mejor... - No aguanté más y les pregunté en una cena.

-Así que fui su experimento, ¿verdad? - me enfadé como puta con condón roto.

Esta gente me sigue enfermando, y ahora más que antes, porque por su culpa tuve que volver a trabajar. Maldita sea la pobreza.

Cómo soy prófugo de la justicia, no puedo tener un contrato, así es que no puedo ejercer como contador. ¿No se acordaban que estudié esa profesión verdad?

La cosa es que quise buscar empleo como vendedor, solo que ya soy muy viejo según los comerciantes. Luego fui a una empresa de aseo, pero querían mis datos y tuve que irme. Hablé con casi toda la ciudad, pero nadie quería darme un poco de trabajo... Hasta que... Apareció la oportunidad de mi vida: el chat erótico.

-Hey, usted... ¿Quiere dinero fácil? - me dijo un sujeto en la calle.

-Si, claro... ¿Dónde se la mamo? - pregunté con la inocencia que me caracteriza.

-No, hombre... Es algo mejor que eso. ¿No le gustaría trabajar en el chat telefónico sexual? - me susurró como si fuera un secreto.

Por hablar con desconocidos no tengo problemas, así es que seguí al morenito hasta la oficina dónde operaba el chat.

-Siéntate ahí y haz que nuestros clientes gocen... - Fue muy gentil conmigo.

Todo iba bien, el mundo me sonreía, y todo acabó cuando respondí la primera llamada.

-Hola papi chulo, quiero que acabes en mis tetas... - ¿What?

Y claro, en ese momento vi a mi alrededor y recién ahí, me percaté que estaba rodeado de viejos calvos, panzones que olían mal, aunque también había uno que otro joven con cara de virgen y perdedor de nacimiento.

-¿Excuse me? A mi no me gustan las tetas, prefiero la verga dura... - le respondí a esa desvergonzada.

-¿Eres gay?... Que juego más cachondo, siempre he querido convertir a un maricón... Ya verás que mi chichi te va a gustar... Hazme tuya papi... - La muy cochina seguía acosándome.

Estaba a punto de colgar, cuando llegó el moreno.

-Síguele el juego o te vas de aquí... - Me amenazó el muy cabrón.

Al final, para poder vivir, tuve que aceptar ese empleo y hablar con mujeres desesperadas fingiendo que me gustan.

-Ahora verás cómo te abro la chichi con mi polla... ¿Estás lista puta?-todo sea por alimentar a mi hijo.

Diario de un Soltero GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora