Día 17: Conformarse con lo que hay

321 37 8
                                    


El dinero no hace la felicidad... Es lo que muchas viejas taradas dicen cuando se dan cuenta que han elegido como esposo al perdedor guapo en vez del inteligente feo, claro si solamente se están conformando. En mi caso, el dinero sí hace la felicidad, y es que no he podido volver a comprar los servicios de un prostituto moreno con una verga descomunal. Ha regresado la tristeza a mi vida y eso es algo que no permitiré.

Intenté regresar a casa de mi padres para "pedir prestado" algún otro objeto de valor, como hice con Dexter, el perro que logré vender tan convenientemente. ¿Pueden creer que mis progenitores cambiaron todas las chapas de las puertas de la casa? ¿Y que además colocaron alarmas de seguridad? Fue horrible cuando esa sirena comenzó a sonar mientras me encaramaba por la reja, al final tuve que correr como adolescente en puterío.

Así recordé las sabias palabras de mi abuela: "Si la vida te da limones, entonces haz limonada". Y le hice caso a la difunta, porque tuve que volver a las antiguas andanzas con Ernesto. Sí, el feo entre los feos volvió a gozar de mis atributos. –Es raro... antes te sentía más apretado...- Dijo ayer, luego del acto amatorio. Quise explicarle que un negro de dos metros de polla me estuvo penetrando durante cinco días, pero preferí omitir y es que si este se enojaba para luego dejarme sin sexo, quedaría en la más completa de las miserias. –Debe ser que tu pene está más chico...- Respondí secamente, para luego echarlo a patadas del departamento.

Y adivinen, ahí estaba Loreto nuevamente, sin poder mirarme a los ojos. ¿Por qué siempre anda escuchando cuando tengo relaciones? ¿Acaso será voyerista? –No sabía que tenías una relación con Ernesto, luego de lo ocurrido en la oficina, todos pensamos que lo odiabas...- Me dirigió la palabra por fin, como un acto milagroso. –Y yo... me siento algo apenada, porque... porque... Siempre he estado enamorada de él...- Dijo antes de comenzar a llorar, como Magdalena en funeral. ¿Qué debía hacer? ¿Consolarla? Claro que no, ¿cómo se le ocurre sentir algo por un ser tan horrendo? Bueno, ahora que lo pienso ella es bastante fea también, aunque ese no es el punto. Si alguien quiere a quien me quiere, puede convertirse en un posible enemigo. ¿Y si planea quitármelo? ¿Con quién podría acostarme cuando ya no tenga dinero para putos? No señor, esta gorda no me quitará a mi adefesio. –Pues yo también le quiero y estamos muy felices juntos, así es que te aguantas...- Mentí para defender aquello que es mío. La muy tarada en vez de enfadarse, comenzó a llorar aún más fuerte, dándome miedo en verdad. Como ella no me importa, tiene vagina, la dejé tirada en el suelo de la sala, en posición fetal, llorando a mares por Mi Hombre, o algo por el estilo.

Y claro, no podía quedarse callada la muy hocicona, tenía que contárselo a toda la oficina. –Ambos están de novios y se aman mucho... Espero que sean muy felices... Hacen una bonita pareja...- Dijo Loreto durante todo el día de hoy, como si le gustara hacerse daño, recordando a cada rato que a quien ama está con otra persona. Como era obvio, esos rumores llegaron a los oídos de Ernesto, quien no podía creer que yo pudiera sentir algo como eso. –No creas lo que dicen... jamás amaría a alguien tan poca cosa como tú...- Le respondí asqueado. –Loreto no dice eso y yo le creo... No te preocupes, estaré a tu lado hasta que puedas reconocer que te has enamorado de mi...- Pobre imbécil, en realidad tendrá que estar por siempre esperando y es que jamás sentiré algo por él. ¡Jamás! Aunque tampoco seguí desmintiendo lo sucedido, no quiero que se enoje y me deje sin sexo por desesperación.

h


Diario de un Soltero GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora