Día 79: Amenazado

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Ay Deoh, no me quedó de otra que aceptar que amo a Ernesto. Recuerdo que él fue el primero en follarme (Eso no se olvida), estuvo conmigo cuando me fui de la casa de mis padres, me visitó en la cárcel (Una vez, pero algo es algo) y fingió estar loco para estar a mi lado en el manicomio.

Al principio pensé que era sólo una garrapata, que te molesta en la oreja, aunque parece que todos sus esfuerzos dieron frutos y sin siquiera darme cuenta. Ahora que había confirmado qué había en mi corazón, tenía que contarle toda la verdad a Pablo y a su madre. Los invité a cenar y como es costumbre, cocinó Gracia.

Me puse muy nervioso, porque era la primera vez en que yo (El feo loco y delincuente) rechazaba a alguien. Antes era el mundo quien no me quería, por lo que era nuevo para mi todo aquello.

Doña Conchuda me trató como si fuera ya su yerno, lo único que le faltó preguntar fue la fecha del parto. Y Pablo, bueno.... Pablo se mostró indiferente como siempre, haciéndole siempre caso a su mamita. ¡Mamón!

-Bueno... Yo quería.... Decir... En fin... Yo...- intentaba confesar que ya no me interesaba el pelirrojo, sólo que las palabras no me salían.

-Está linda la noche, ¿verdad?- terminé diciendo como un cobarde.

Me había resignado, esa noche no estaba preparado para contar la verdad.

En un momento caminé hasta la cocina para ayudar a Gracia con el té, cuando fue ella la que me encaró.

-Ah no, no cociné por las puras... Tienes que decirles que ya no los quieres... He estado esperando toda la semana para ver la cara de la vieja estirada cuando se entere...- dijo la anciana completamente poseída.

Parecía la hija del demonio, o panelista de farándula, quería pelea y la conseguiría aunque fuera ella misma quien revelara todo.

Y bueno... Así lo hizo...

-Miren, esto es difícil de decir, pero mi muchacho ya no se calienta con Pablo, así que esto no se va a poder no más... ¿capici?- me llevó de la mano como niño chiquito hasta el comedor.

Por un momento me sentí como cuando mis papás me hacían reconocer mis pillerías. Una vez tuve que ir a la peluquería a disculparme con una vecina. Me dijo que Barbie era mucho mejor que Cindy Pony Arcoiris, la muñeca Made in China que vendían en el almacén de la esquina. Se supone que la tetona de Mattel tenía mejor cabello y no salía de esa pensamiento.

-Ya verás quién tiene mejores mechas...- le grité antes de llevarla de los pelos al baño. Cogí las tijeras y la corté todo el cabello.

Lloró como monja embarazada, mientras yo me reía y la decía al oído... -Mi Cindy es mejor que tu mariconada, ¡Acéptalo!...dilo ahora.... No oigo, ¡grítalo!- ya, ahora no se sorprendan, si sabían que estaba loquito desde chico.

¿En qué iba? Ah sí, Gracia encaró a Pablo y a su madre, quienes quedaron sorprendidos con la noticia. Quise explicarles, pero me quedé igual de helado que ellos.

-A ver, éste parece que embarazó a una maraca y ahora tiene que hacerse cargo... En eso, fue a buscar a un gordo feo que ahora está más bueno que helado de chocolate... Como es imbécil, no se había dado cuenta que lo amaba y ahora que es tarde, que ni siquiera lo mira... Quiere reconquistarlo. Así que eso... chaito Pablo, fuiste bueno, pero ya no te quieren.... ¿se van a comer esas galletas? Es que a mi perro firulais la encantan- pues no, no tiene tino la vieja ésta.

Doña Conchuda comenzó a llorar de la nada, como si se le hubiera muerto su hijo. ¿Tanto me quiere? Quedé sorprendido, más cuando después me abrazó tan fuerte que no podía respirar. 

-No puedo creer que hayas jugado con los sentimientos de mi hijo... él quería pedirte matrimonio hoy, que ambos fueran a Holanda a casarse, porque allá se puede... Y ahora le haces daño, el pobre debe estar destrozado... ¿Acaso no piensas en él? Yo no voy a permitir que hagas sufrir a mi niño... ¿entendiste? Te vas a casar con él sea como sea...- Lloró al principio, solo que cambió de humor muy rápido y de la nada parecía yegua desbocada, furibunda al extremo.

Pablo no dijo nada, era una estatua que se iba muda con su madre, la que gritaba y me amenazaba. En serio que está loca, hasta logró que me dieran escalofríos. ¿Y ahora qué? No voy a dejar que Doña Conchuda se interponga, voy a recuperar a Ernesto a como dé lugar. 

Diario de un Soltero GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora