Día 71: La casita feliz

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-Nuestro matrimonio es falso, nosotros no somos ni siquiera una pareja, ¿comprendes?.... No quiero que te hagas ilusiones, porque no.... no te amo...- dijo el otro día Pablo.

He ido muy seguido hasta su casa, quiero que seamos unos novios unidos y por sobre todo, quiero conseguir el beneplácito de su madre. Pensé que todo iba bien, él se reía con mis comentarios, me hacía entrar a su casa y hasta me daba galletitas con té. De la nada, mientras me iba después de una de mis gratas visitas, él me dice aquello, prácticamente me está rechazando. ¡Juesú! Nuevamente en la Friendzone.

Respiré profundamente y medité qué haría. He encontrado a alguien muy especial y no estoy dispuesto a perderlo como ya me ha pasado antes con Marcos y Leo. De pronto, tomé su rostro con mis manos y lo besé apasionadamente, no dándole tiempo ni siquiera para pensar.

-Me gustas mucho y voy a lograr que te enamores de mí... ¿Es muy importante tu madre? Pues la voy a convencer que apruebe nuestra relación, ya verás... ella me amará...- sentencié después de separarnos.

Estoy decidido y aunque parezca una meta imposible, haré cualquier acción con tal de agradar a la doña Conchuda. Eso tenía en mente, solo que no pensé que sería tan complicado. Se preguntarán por qué, y bueno, aquí viene mi problema:

Estaba en una visita en la casa de Pablo, que aceptó mi misión. Estoy seguro que piensa que es imposible ganarme el afecto de su arrugada progenitora. En fin, estaba en la terraza de su casa, intentando sacar una sonrisa a la pasa de esa vieja, cuando la muy perversa me pregunta:

-¿Y con quién vives? Cuéntame, ¿tienes familia aunque sea?- y quedé congelado.

¿Qué le iba a decir? ¿Qué mis papás me echaron de la casa? ¿Que estuve en la cárcel? ¿Después en un manicomio? ¿Que me escapé y ahora vivo con un narcotraficante? Ahí sí que la vieja me rechaza y me saca a patadas de la casa. 

-Sí, bueno... de hecho, vivo con mis padres... él se llama... Julio... y ella... am, Catalina...- dije sin pensar mucho, tenía que salir del embrollo. Imaginé que todo quedaría ahí, en una mera conversación, solo que luego la muy malvada me dijo que quería conocerlos.

-Es que si osas a tener el corazón de mi amado Pablo, por lo menos debo conocer a tu familia... ¿Cuándo puedo pasar por tu choza... digo, casa?- y ahí me morí bien muerto.

¿De dónde saco padres nuevos? Claro, tendría que encontrar a dos persona que fingieran por mí. ¿No le coloqué Catalina a mi mamá? Entonces ahí estaba la solución, ella se convertiría en mi progenitora. Aunque no tengo ni idea de dónde salí, porque ella no tiene vagina. ¿Y mi padre? Ay Diosito, no me quedaba otra que La Papucha, tan solo que tenía que esconder la pluma de marica que tanto se le nota.

-¿Cuántos años crees que tengo? Puedo actuar como tu hermana mayor, jamás como tu madre... ¡Maleducado!-Respondió Cata cuando fui a su nuevo departamento para pedirle el favor.

Le rogué, incluso tuve que arrodillarme frente a ella para conseguir que se hiciera pasar por alguien mayor. Dijo que como sabe tanto de peluquería y maquillaje, le sería fácil convertirse en mi madre. 

Me quedaba la contra parte, aquel que sería mi progenitor. Me sorprendí cuando La Papucha aceptó en ayudarme, hasta parecía disfrutar con la idea.

-Entonces decimos que esta es nuestra casa, que nos hicimos ricos gracias a nuestros clubes nocturnos... que nos va muy bien y que te queremos mucho... Tenemos que parecer una familia respetable...- Decía la maricona mientras daba saltitos por aquí y por allá, como niña antes de jugar a la casita. Solo espero que sepa que hará de papá y no de mamá. 

Ahora tengo un padre homosexual y una madre transgénero, ¿acaso podría salir algo mal?

Diario de un Soltero GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora