Día 114: Colegio católico

187 22 15
                                    

Como ahora trabajo de noche, puedo cuidar a mi hija de día. Y de eso se han aprovechado mis papás, porque también tengo que vigilar a "mi hermana". No sé para qué adoptan a una niña, si después no se hacen cargo de ella. Lo bueno, es que se ha hecho la mejor amiga de mi retoño.

-A mi no me importa que Constanza haya sido Joaquín... Soy bastante liberal...- dijo Pía como si fuera una adulta, cuando es apenas una niña.

Ya, si igual no me cae tan mal la pendeja, solo que no puedo creer que sea mi hermana. Santa Cachucha, que yo siempre quise una y me la traen cuarenta años tarde. 

Hablando de la aceptación de mi hija, les tengo que comentar que he encontrado un colegio donde llevarla. De hecho, lo encontró Pía.

-Una amiga me contó que tiene a sus hijos en un colegio católico, que no es conservador como puedes imaginar... De hecho, sus chicos van sin uniforme, tienen piercing y el pelo largo. Todo un escándalo, niño... Creo que es la escuela perfecta para mi sobrina, aunque hay un problema...- la escuché boquiabierto, porque habla como la vieja culiá de la esquina.

-¿Cuál es el problema?- pregunté secándome la baba de mi pera, porque estaba muy sorprendido con mi hermana.

-Piden que los estudiantes tengan una mamá y un papá. Pueden que no estén casados, pero piden que el pequeño tenga de ejemplo a un hombre y una mujer... Y bueno, en caso de Constanza, solo te tiene a ti... Que en realidad no estoy seguro de qué eres, pero no creo que te acepten decir que eres su madre...- siguió hablando la vieja chica ésa.

Y efectivamente era así lo que me decía Pía. La vecina (quien ella dice que es su amiga) tiene a sus hijos en ese colegio y aceptan a todos, siempre que el niño tenga padre y madre. He estado semanas buscando cómo educar a mi hija y ahora me aparecía una posibilidad no la iba a desaprovechar, todo sea por el bienestar de Constanza.

-Tengo que pedirte un favor...- le dije a Laura.

Lo siento, no me queda otra opción. Sé que es la verdadera madre de mi hija y que tener que hacerla pasar por ella, es un juego muy arriesgado, pero necesito que una mujer se haga pasar por señora decente y lamentablemente ella es todo lo que tengo a la mano.

-¿Quieres que me haga pasar por tu pareja?... ¿Acaso ahora te gustan las mujeres? ¿Qué pashó mariconcito? ¿Te aburriste de la pinga?- se burló la maraca esa.

-Claro que no...Necesito postular a un colegio y me piden que la niña tenga papá y mamá. Ya sabemos que tú la pariste, pero quiero que crean que somos una pareja estable... ¿Me puedes ayudar? Por favor...- Y es que es por el bien de esa criatura que trajo al mundo.

Lo pensó unos minutos, como si fuera tan difícil fingir que es decente. Al final aceptó, aunque no la vi muy convencida.

-Pero... no vamos a tener que follar, ¿verdad?- preguntó de inmediato la muy zorra.

-Claro que no... a menos que la directora nos ofrezca un trío... en eso aso... sí...- respondí con toda seriedad.

-Espero que eso no pase... porque creo que me he enamorado y quiero ser fiel...- ¡Santa Cachucha! La maraca de la Laurita se enamoró, eso nunca pensé que sucedería.

Quise saber de quién estaba prendada, tan solo que no me respondió, dijo que era un secreto y que nunca me diría quién era su nueva pareja. ¡Cabrona!

En fin... Lo bueno es que aceptó mi oferta y al otro día, fuimos de inmediato a la Escuela Sagrada Familia. Cuando leí el nombre entendí todo, quieren replicar la familia de Jesús. 

En el momento que ingresé me di cuenta que somos la familia que más se parece a la de la Biblia. Laura quedó embarazada de un espíritu (Ernesto está muerto), al igual que María. Yo vendría siendo José, porque les apuesto que el esposo de la virgen era gay, ¿qué hombre en su sano juicio soporta todo un matrimonio sin sexo? Ah no, eso me huele mal y estoy seguro que a ese se le meneaba la canoa.

Ya, la cosa es que tuvimos la entrevista con la directora y tanto Laura como yo nos disfrazamos de personas respetables. Ella se colocó un vestido largo, que no mostraba casi nada de las piernas. No se maquilló el rostro y tapó su escote con un chaleco. 

-Me pica la panocha... no estoy acostumbrada a usar calzones...- me reclamaba la muy cochina. Sólo atinaba a callarla.

Yo, fui con la ropa de mi papá. Pantalones anchos de color café, camisa a cuadros, suéter con botones. Nada rosado ni de licra. Además intenté caminar con las piernas separadas, como esos hombres que creen que se van a apretar las bolas si caminan derecho.

Al sentarme frente a la vieja del colegio, lo hice con las piernas bien abierta y hablé en todo momento con voz grave.

-¿Y usted a qué se dedica?- me preguntó la estirada.

¡Mierda, mierda! Entré en pánico y es que no podía decirle que le cobro a mis antiguos compañeros de trabajo por mamarles la verga. ¿Qué iba a decir? ¿A qué se dedica la gente decente?

-Soy.... catador....- dije improvisando.

-¿Catador?... ¿De qué?- la directora quedó sorprendida.

¡Santa Cachucha! No puedo decirle que de pollas, porque ahí descubriría que soy más marica que Camilo Sesto, Ricky Martin, Cristiano Ronaldo y Juan Gabriel juntos. 

-Mi esposo cata leche... Es el mejor del país en catar leche directamente al pie de la vaca... de hecho, a veces toma las ubres y toma directamente del miembro.... ¿Verdad cariño?- respondió Laura por mí.

Supe perfectamente a qué se refería, pero en ese momento acepté su versión y es que a la vieja del colegio le pareció creíble. 

Aunque pensé que todo se había arruinado, finalmente aceptaron que Constanza fuera al colegio.

-Eso sí, tiene que ir al baño de niñas y no decirle a ninguno de sus compañeritos que nació con pene... ¿entendido? Ese será un secreto entre nosotros...-  fue la única condición que colocó.

Salí muy feliz del colegio, por fin había conseguido que mi hija se educara como se lo merece y tratada como es en realidad, como una niña. 


Diario de un Soltero GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora