Día 27: Gozo

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Ser amigo de La Papucha trae muchos beneficios y es que asisto a fiestas en su celda todas las noches, no saben la hermosura de rehos que se unen allí. -Siendo mi amigo, puedes tener acceso a todos estos primores y muchos más... Ahora sabrás lo que es un verdadero hombre...- me dijo un tanto ebrio ayer en la noche. Ha sido el mejor error que he cometido y es que por primera vez siento que tengo un amigo de verdad. O sea, alguien que te entrega pollas tan fácilmente, es un verdadero camarada. Si hasta ya siento que lo adoro.

Luego de la fiesta, me fui a lo más oscuro de los baños, con un turco que ha pasado trece años en la cárcel, debido a que pertenecía a una mafia de trata de blancas. Es muy alto, con un cuerpo escultural, una barba de dios griego y sumamente peludo, es un completo hombre, de esos de voz gruesa y maneras toscas, que grita y escupe, oliendo a sudor y a hormonas.

Fue la noche más deliciosa de todas y es que todo mi trasero quedó adolorido luego de conocer los placeres de aquella carne candente, de aquel falo juguetón. Todavía puedo sentir su respiración en mi nuca, las embestidas bestiales y su esencia adentrándose por mis carnes. No sólo fue una vez, sino que tres. Ya no podía desear más, por fin sentí lo que por tantos años anhelé. ¡Soy feliz! Puedo gritarlo convencido... Aunque, sólo me faltaría una cosa para estar completo.

Necesito ser follado por Leonardo, por aquel moreno que no quiso hacerme caso. Ahora con la ayuda de mi amigo, lograré que se entregue por completo. En un tiempo más saldré de prisión, La Papucha moverá sus influencias y logrará atraer hacia mi al psicólogo. Ahí desataré todas mis fantasías con quién por tanto tiempo he soñado. Sólo esperen, que los papacitos que he conocido aquí son sólo un aperitivo antes de mi gran plato final.

Diario de un Soltero GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora