Día 16: Pasión Salvaje

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¿Qué he hecho durante todos estos días? Pues, me es de orgullo comentarles que ni siquiera me he podido sentar luego de lo mucho que he gozado. Santa virgen de las putas, yo tuve que haber nacido en África, ¿cómo puede vivir tantos años sin conocer los placeres de un rabo moreno? Y es que eso que tienen entre las piernas no es natural, es de otro planeta, de uno donde la gente siempre anda feliz y es que con esa bendición carnal, nadie puede quejarse de mal sexo.

Como todas las soluciones del mundo se encuentran en internet, busqué a un prostituto de piel oscura, uno con la verga más grande que encontrara. Todo iba bien, quedé complacido con sus atributos, con esos músculos que lucía galante en las fotografías que observé. Sí, había encontrado a mi presa, es que se hacía llamar "El Desgarrador Anal", si hasta su nombre me excitaba. Como todo en este mundo, debía tener un problema y en este caso, fue el estúpido dinero. ¿Cómo puede cobrar la mitad de mi sueldo por una noche de pasión? Nunca pensé que costaría tan caro contratar los servicios de un gigoló, y es que mis ahorros no eran tantos como para estar una semana entera gozando al moreno. ¿Qué? Una sola experiencia no me es suficiente, mínimo una semana de buen sexo para alegrar mi vida. Miren que ya he sufrido demasiado. Mis padres me han cambiado por un perro, perdí la virginidad con un feo, lo más parecido a una relación amorosa que he tenido fue gracias al chantaje y aun así se escapó, al igual que mi psicólogo. A veces me pregunto si necesitaré medicarme, luego recuerdo que pegarle al cajero del supermercado por mirarme feo al tratar de pagarle con condones, es de lo más normal. ¿Acaso no conoce el concepto de trueque?

Desesperado por conseguir mi semana de sexo salvaje, tuve que pisar por primera vez en mi vida un banco, ellos sí me entregarían el dinero que necesitaba. -¿Casado o soltero? ¿Tiene casa propia o arrienda? ¿Trabajo fijo? ¿Cuándo percibe al año? ¿Tiene previsión social pública o privada?...- Y un sinfín de preguntas me hizo la ejecutiva que me atendió, le faltó consultarme a qué se dedicaba el tatarabuelo del amigo de la vecina de mis padres. -¿Cuál es la razón por la cual solicita un crédito de consumo?- Preguntó finalmente, mirándome detenidamente a los ojos con una sonrisa fingida, de esas que le enseñan a hacer. Estoy seguro que tenía ganas de mear, porque estaba tan escasa de energías, que posiblemente gastaba todos sus esfuerzos en apretar la chichi. –Bueno, resulta que perdí la virginidad con un tipo muy feo, aunque su verga era de buen tamaño... luego chantajeé a un compañero de trabajo, solo que su pene era muy pequeño, demasiado diría yo... Y bueno, nunca he conocido un rabo verdaderamente grande y mi trasero me lo está pidiendo, necesita que lo desgarren sin piedad. Así es que he pensado que debo contratar a un puto moreno, de esos con una polla enorme... ¿Ha probado alguna usted?... Vamos, claro que sí, si tienes una cara de ramera... Dime tú, ¿quién se tiñe tanto el cabello? ¿También te oxigenas allá abajo? ¿O eres taxi?- Y sí, me sacaron de la sucursal los guardias. ¿Qué? ¿Acaso es tan malo tratar de puta a una ejecutiva? Solo dije lo que pensaba. ¡Libertad de expresión!

Como en el banco no me fue bien, tuve que acudir a mis padres. –Necesito dinero para un gigoló...- Les dije tan solo cuando abrieron la puerta, y fue esa misma estructura de madera la que me golpeó en la nariz, los muy desconsiderados ni siquiera pensaron en mi propuesta. ¿Entonces qué hice? Pues les robé el perro y lo vendí por internet, obvio, es lo que cualquiera hubiera hecho en mi lugar.

¿Saben lo que valía esa cosa? Tanto que me alcanzó para contratar al prostituto moreno durante cinco noches. Creo que ni yo soy tan caro, de hecho, mis padres nunca gastaron tanto en mí como lo hicieron con ese peluche ladrador. Pues se lo tienen merecido, no me negaron la bicicleta rosada cuando tenía cinco, pues ahora me vengo.

Y llamé al sujeto en cuestión. Pero qué voz Dios mío, si tuve un orgasmo solo de escucharle. Le cité en el departamento de Loreto a las ocho. Pues tengo derecho a la privacidad, le pago un arriendo y tendría que soportar mis gemidos. Ahora que lo pienso, desde hace cinco días que la pobre no me habla, ni siquiera me mira fijamente. ¿Será por qué le rompimos la cama? ¿O porque llegó la policía para quejarse debido a los ruidos? En fin, ni me interesa lo que piense la gorda esa.

Abrí la puerta y me encontré con él, a las ocho y media de aquel día. Sí, el muy tarado llegó tarde, pero estaba tan caliente que no me importó nada. Su espalda era grande, su cintura poderosa, su abdomen parecía una deliciosa barra de chocolate, sus piernas se mueven a la perfección y su... su... ¡Oh por Cristina! Esa verga era más grande en vivo que en las fotografías. Por primera vez dije: "Solo la puntita, por favor..." Y es que no tengo carne como para aguantar tanta bondad. Le lamí cada centímetro de su piel, hasta entre sus dedos examiné con mi lengua. Luego vino la felación, esas que fueron como tratar de engullir su brazo.

Salté, brinqué, grité, gemí, volé, rodé, giré, hasta taquicardias tuve cuando comenzó a penetrarme. Sí trasero mío, luego de esto podríamos morir en paz. Han sido las cinco noches más fabulosas que he tenido en mi perra vida, no he dormido nada, apenas puedo sentarme, la garganta la tengo delicada, si hasta pensar me cuesta. ¿Habrá tocado mi cerebro con su verga al penetrarme? Es que la tenía tan grande que podría haberlo logrado. En fin, les comento esto porque el dinero ya se me ha acabado y ya no podré seguir pagando por llegar al paraíso. Bueno eso y unido a que... -Y no vuelvas a llamarme, ni loco regreso para vivir esta tortura de nuevo... Que no soy de chocolate, no sé por qué coño me mordiste la verga... ahora ni podré mear... ¡Estás loco! ¡Loco!- Me dijo el moreno y es que estaba tan emocionado, que terminé por morderle la polla. Así es que ahora me iré a llorar a mi cuarto, deprimido por esta pérdida. Nadie me comprende, ni siquiera cuando les pago para eso.

&B


Diario de un Soltero GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora