A las tres de la mañana tuve una pesadilla, soñé que por ser homosexual me quedaba completamente solo. Desesperado llamé a mi psicólogo, tenía que escuchar las sabias palabras del profesional. -¿Ni siquiera me vas a dejar dormir? Entiende, lo tuyo no tiene remedio... eres un loco perdido... Ahora duérmete y deja de joderme la vida.- Me respondió con el tono entrecortado, entre bostezos. ¿Habré hecho mal al llamarlo a esa hora? Se supone que tiene vocación, debería haberme atendido de todos modos.
Solo y sin poder dormir, comencé a buscar una solución a mis temores. ¿A cuál llegué? Pues, que debía contarle a mis padres sobre mi homosexualidad, así tendría su apoyo incondicional. Recordé que me echaron de casa cobardemente, aunque de todos modos seguí con mi plan. ¿Son mis padres no? Algo de amor deben sentir hacia mí, siendo que además soy su único hijo.
Temprano me fui a su casa, compré unos pastelillos para desayunar todos juntos. –Si vienes para quedarte, te decimos de inmediato, que ya hemos convertido tu cuarto en la recamara de Dexter...- Me dijo mi mamá tan solo al abrir la puerta y encontrarse conmigo. ¿Quién era Dexter? Fue lo primero que me pregunte. Resulta ser que prefieren convivir con un perro san Bernardo, grande y baboso, antes que conmigo. De hecho, mi cuarto ahora es suyo y le abrazan mucho más que a mí cuando era un niño. ¿Qué mierda? Fui reemplazado por un perro... espero que mi jefe no se entere, puede que me despida para contratar a un can. Digo, si es amante de una perra. Ok, chiste aburrido.
Tuve que aguantar mis ganas de estrangular a Dexter e ingresé hasta la cocina para poder desayunar. Les entregué los pastelillos y mientras comíamos, me armé de valor para confesarles la verdad. –Resulta ser que... aunque no puedan creerlo, me he dado cuenta que soy homosexual.- Dije finalmente, cerrando los ojos para no ver sus rostros de decepción. Creía que mi mamá lloraría al saber que su hijo no le daría nietos y que todo se le haría mucho más difícil. Ya saben, esos instintos de madres que le hacen preocuparse por todo lo que le pasa a sus retoños.
¿Qué recibí como respuesta? La más grande de las risotadas, tan fuertes que hasta contagiaron a Dexter. El muy desgraciado ladraba como si también le hiciera gracia mi confesión. –Siempre supimos que te gustaba morder la almohada... Mírate, tienes una apariencia de marica que te cagas... Además el otro día vino a vernos tu novio.- Respondió de mi padre, cuando por fin pudo parar de reír. En ese momento no entendía nada. ¿Ya sabían de mi orientación? Aunque lo más sorprendente fue eso de "mi novio". –Sí, ese chico llamado Ernesto... es bastante simpático, aunque un tanto feo... pero si te gusta, no tenemos ningún inconveniente en aceptarle...- Prosiguió mi mamá de lo más calmada.
Resulta ser que el gordo ese fue hasta la casa de mis padres para presentarse como mi supuesto novio, inventándoles una historia completa de amor y romance que no existe. No saben las ganas enormes que tengo por aniquilar a aquel obeso mórbido, a esa bolsa de manteca con patas. Juro que me vengaré de esta... ¡¡Ese desgraciado pagará por su ofensa!!
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Diario de un Soltero GAY
HumorMi psicólogo me recomendó que debía hablar sobre mis vivencias con alguien, y es que según él soy homosexual. ¡Pamplinas! No porque cuando pequeño jugaba con muñecas, ayudaba a mi madre a cocinar e inspeccionaba los cuerpos desnudos de mis amigos, s...