Todo iba tan bien, tenía a dos hombres a mis pies, me idolatraban como a una deidad del sexo y el amor. Aunque claro, como siempre en mi maldita vida, tenía que suceder algo para estropear todo. ¿Qué sucedió ahora? Pues ingresó una tetona con voz de pito que puso calientes a todos los hombres de aquí.
-Holi... Me llamo Laurita y tengo penita, ¿alguien quiere ser mi amiguito?- fue la forma en que se presentó la muy cabrona.
¿A quién quiere engañar? Se hace la inocente, la que no mama ninguna polla, cuando en realidad es la más puta de todas. Habla como niña, siendo que ya tiene todo bien peludo. No sabré yo, si la vi cogiendo.
-¿Qué? ¿Qué miras?... No eres el único que puede tener una relación abierta...- me dijo desafiante Pablo, cuando le encontré sudado en medio de las piernas de esa que no es rubia natural.
A mi no me engaña, los vellos de esa zona son negros como su alma, así que las mechas rubias de arriba son teñidas. ¡Maldita oxigenada que me ha quitado a mi psicólogo! Odio a esa hija de #$*€£&@$ que le gusta el *€£#$& por el $#&*€@$ y que está llena de #$&*€@%, la muy #%@&€*£.
-No te preocupes amor... Yo siempre estaré a tu lado...- me dijo Ernesto el otro día, justo antes de desmallarse.
¿Pueden creer que nos hacen sesiones de electrocshocks? Yo quedé espantado cuando vi al feo con los pelos levantados y los ojos desorbitados. Me enfadé mucho, no iba a permitir que le hicieran eso a mi hombre, así que fui a alegar.
-Nosotros estaremos locos... Gritaremos en las noches y nos lanzamos piedras a las cabezas, pero somos seres humanos que necesitamos....- no alcancé a terminar porque un fuerte temblor me botó al suelo. Los muy cabrones me dieron con la maquinita esa y me dejaron con peinado afro.
No sé qué es peor, si saber que el rubio se acuesta con la maraca de Laurita, o que desde ahora me harán sesiones de electroshocks en castigo por la escena del otro día.
Pero no me rendiré. Primero me ocuparé de la intrusa, la alejaré de mis hombres y luego... Luego me fugaré del manicomio. ¡A mi con electricidad no! Me pueden meter todo lo que quieran, pero un alambre por el culo, jamás.
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Diario de un Soltero GAY
HumorMi psicólogo me recomendó que debía hablar sobre mis vivencias con alguien, y es que según él soy homosexual. ¡Pamplinas! No porque cuando pequeño jugaba con muñecas, ayudaba a mi madre a cocinar e inspeccionaba los cuerpos desnudos de mis amigos, s...