Día 10: Mi amigo el psicólogo

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Como ya reconocí que era homosexual, pues tuve una larga charla con mi psicólogo, quien no podía creer que luego de todos estos años, por fin haya dado aquel paso tan importante. –Entonces dime, ¿cuánto te costó hacerlo?- Me preguntó de la nada, como si fuese de lo más normal decirle los problemas que tuve para que ingresara un pene en mi cuerpo. –En realidad no me dolió tanto, como ya había tenido una experiencia antes con un imbécil... además, para ser sincero... con el tamaño de esa cosita... creo que a nadie le dolería...- Le respondí sinceramente y es que sigo impresionado por lo poco desarrollado del aparato reproductor de Marcos. Si creció tanto para arriba, ¿por qué no le pasó lo mismo a su pequeñito? ¿Tendré que buscarme a un enano para encontrarme con una buena verga?

Luego de mi relato, me di cuenta de la impresión que había creado en el rostro del anciano, el que no podía ni siquiera pestañear. –No, yo... creo que no he entendido bien... Pensé que habías descubierto tu homosexualidad naturalmente y especialmente por habérselo contado a tus padres...- Tartamudeó buscando una respuesta a todas las dudas que aquejaban su mente y es que mi experiencia realmente le había causado extrañeza. Por lo que recuerdo, fue él quien claramente me dijo que para saber si era gay, debía acostarme con un hombre ¿o no? Y es que no estoy tan loco como para escuchar voces. –Pero nunca pensé que creerías en ello... se suponía que entendías el sarcasmo. Como psicólogo nunca te guiaría a hacer aquel tipo de acciones... Todo era una broma, jamás pensé que lo harías ciertamente...- Me aclaró cuando ya era muy tarde. Cinco años creyendo cada una de sus palabras, estando seguro que visitaba a uno de los mejores profesionales del área... Muchas consultas pagadas y todo, ¿para qué? ¿Para resultar que era un payaso? ¿Uno que me hace bromas?

Claro que no iba a quedarme tan calmado y es que fue él quien me hizo tener sexo con Marcos. Sí, él es el culpable de mi homosexualidad, yo antes era normal y por culpa de aquel anciano, me he convertido en marica. Enfurecido me levanté del sillón en el cual me había recostado y comencé a tirar al suelo cada objeto que encontré, desde recuadros hasta lámparas. Nada debía quedar intacto.

-¡¡Usted es el culpable!! ¡Me las pagará!- Fue lo último que dije antes de caer en un profundo sueño. Aquel vejestorio me drogó, y sin más me dormí. Aunque debo agradecer su intervención, porque me ayudó a serenarme y pensar mejor las cosas. Está bien, siempre he sido homosexual y no es culpa de aquel bromista. ¿Ok? –Disculpe doctor... le prometo que mañana me comportaré como siempre... Nos vemos.- Fue la forma en que me despedí. Nuevamente el rostro del anciano se compungió, es mi imaginación ¿o ya no me quiere atender? Si soy la persona más simpática de este mundo, ¿quién podría odiarme?

Ahora camino rumbo a casa, a aquel departamento donde se encuentra mi gigoló particular. ¡Prepárate Marcos! Porque esta noche... tendrás que violarme nuevamente... 


Diario de un Soltero GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora