Día 33: Borrachos y desnudos

585 44 22
                                    

Todavía no puedo creer que esos dos sean amigos y que además hayan hecho todas aquellas patrañas en mi contra.

¿Se acuerdan que ya me había inmiscuido en la casa de Leonardo? Pues resulta que el muy tonto no ha colocado alarma ni nada, así que una noche entré sigilosamente y me escondí detrás del sillón. Eran las once de la noche y nadie estaba en la morada. Tuve que esperar hasta las doce para ver como el psicólogo llegaba con un amigo, ambos bastante bebidos.

-Nos hemos divertido mucho estos días.. Ya se me había olvidado lo entretenido que eras... Esas fiestas en el barrio cuando éramos chicos, o cuando eras novio de mi hermana. Y ahora me has ayudado a vengarme de ese cretino maricón... Eres el mejor amigo del mundo, bro.- Habla quién por su tono de voz reconozco como Marcos. Así que eran conocidos desde pequeños y hasta el moreno anduvo con la tetona de Roxana.

¡Que rabia! Recuerdo a esos dos siendo tan cercanos y siento cómo mis entrañas comienzan a retorcerse. ¡Los odio!

Mientras les escuchaba hablar, pensé en la forma de darles su merecido y sólo se me ocurrió una estúpida broma. ¡Ya que más da! Por algo hay que empezar, así que decidí hacer la travesura sólo para burlarme un poco de ellos.

Habían llegado borrachos, y aún así siguieron bebiendo en la casa, por lo que al rato quedaron tendidos en el sofá, muertos de ebrios.

-¿Les gustó burlarse del maricón? Pues ahora tendrán su merecido...- dije cual sailor scout mientras le quitaba la ropa al de cabello rizado. Sí, desnudé a ambos y los llevé hasta la cama. Me costó un mundo cargarlos y es que son dos hombres gigantes. ¡Madre mía! Si son tan guapos, bueno... Más Leonardo que Marcos, porque el último lo tiene chico.

Estaban sin ropa, pero ¿crearían que tuvieron sexo? Claro que no, tenía que hacer algo mucho mejor. ¿No me gustaba el psicólogo? Pues ahí aproveché y succioné aquella carne deseada, ese gran falo que tanto he anhelado. Lo tuve en mi boca, hasta el momento en que su esencia se escapó gallarda. ¡Por fin! Era todo lo que quería, y no me importó que estuviera inconsciente.

¿Y a Marcos? Ah no, a ese si le tocó difícil. ¿No fue él quién planeó todo? Pues ahora tendría su merecido. Fui hasta la cocina y cogí el pepino más grande y grueso que encontré.

- Ahora pagarás por tus fechorías... Veremos si mañana podrás sentarte- y de un sólo viaje introduje sin compasión aquel vegetal por su trasero. El gemido de dolor que produjo fue música para mis oídos. Temí a que despertara, así que sin pensarlo dos veces, tomé la lámpara y le pegué en la cabeza. Salió un poquito de sangre, pero nada tan grave, sólo manchó la mitad de la almohada. ¿Cómo se explicarían eso?... Pues sexo salvaje de toda la vida.

Salí de la casa tras dejar todo armado y me escondí en el patio, detrás de unos arbustos que dan a la ventana de esa pieza. Esperé impaciente a que despertaran.

-Que mierda... ¿Qué hago desnudo?- preguntó en medio del dolor de cabeza Marcos. Saltó descontrolado al verse sin ropa al lado de Leonardo, sólo que al tocar su trasero la cama, sintió un fuerte shock.

-Me la metiste... Me violaste.. Ahora me hiciste un sopla almohada...-gritó el hermano de Roxana mientras despertaba al psicólogo.

La cara de ambos, viéndose desnudos y descubriendo que supuestamente habían tenido sexo, es el mejor de los regalos. Me fui feliz, dichoso por arruinarles la vida. Aunque esto no se queda aquí, ya verán cómo me seguiré vengando.

Diario de un Soltero GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora