Día 84: Mi Culpa

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A veces cuando tienes dudas, lo mejor es consultar con alguien mayor,  por algo  han vivido tanto y siempre están  dispuestos  a entregarte  un consejo.

Por ello acudí  a doña Gracia,  estaba desesperado por llegar a una conclusión,  tenía  que tomar un bando rápido,  antes que se desatara un problema mayor.

-A ver,  si quieres a ambos,  es muy egoísta tener que elegir a uno por sobre otro...  ¿No lo crees? Tal vez quien te esté  pidiendo que elijas está  cegado por el rencor...  Hazle ver que no puede obligarte a nada...- Al final la vieja es bastante cuerda.

Me convencí con esa respuesta,  por lo que busqué a La Papucha  por toda la casa,  hasta que la encontré en el patio.

-He tomado una decisión...  Lo siento mucho amigo,  pero no puedo ayudarte...  Espero puedas comprender... -  le dije mientras posaba mi mano sobre su hombro.

Pensé  que se enfadaría, aunque ni siquiera se inmutó,  hasta llegó  a sonreír levemente.

-Está  bien...  Espero tú  puedas comprenderme  también... -  y se marchó tranquilo.

Aquello pareció  casi una amenaza, una sumamente aterradora. ¿A qué  se refería?  ¿Acaso planea algo en contra de Cata y Patricio?

Desesperé, aunque la marica  fuera mi amiga, algo en mi interior me hacía temerle,  como si fuera un lobo vestido de oveja.

Entré  en pánico,  tal vez estaba exagerando, quizás  nada pasaría, pero de todos modos tenía  que hablar con mi amiga, que estuviera atenta ante cualquier amenaza.

Toqué  el timbre de su departamento una y mil veces,  pero nadie aparecía.  La llamé al celular y nada.  Era como si la tierra se la hubiera tragado.

Un vacío se creó  en mi estómago,  las piernas se debilitaron y apenas pude bajar las escaleras.

Amiga,  amiga...  ¿Qué  he hecho?  Quizás  que te ha sucedido... Y si tal vez...  Ella ya no esté...

No podía imaginarme  siendo responsable de su final,  ¿cómo  no pude darme cuenta que me estaban utilizando?

-Me usaste ¿verdad?  ¿Te hiciste mi amigo para llegar a Patricio y vencerlo?...  Dime la verdad maricón  de mierda... ¿Qué  le hiciste a mi amiga?- fue lo primero que le dije a La Papucha cuando la encontré  en casa.

No respondió  nada,  por lo menos al principio no con palabras.  Sin darme cuenta me golpeó  en la cara,  tan fuerte que me botó al suelo.

-Gracias por entregarme a Patricio,  ahora ese hijo de puta está muerto...  Parece que tu amiga se salvó.  Eso ya me da igual,  no me interesa... - se jactó de su fechoría.

Maldito hijo de la perra ... Nunca le perdonaré  lo que hizo.

Enfurecí a tal punto que enceguecí. No sé  cómo, pero agarré una lámpara y salté  sobre el desgraciado.  Lo reduje y así  comencé  a golpearlo con aquel aparato de metal.  Mis manos se llenaron de sangre y su rostro se desfiguró.

Estuve a punto,  a instantes de acabar con su vida,  tan solo que en ese momento llegó doña Gracia y me detuvo.

-Mi niño... No caigas en el mismo agujero que ése...  Tú  no eres así... - fue la forma en que me calmó,  aunque ella misma le dio una patada en el suelo antes de irnos.

Estaba en shock, me perdí  de este mundo y solo me dejé  llevar.  La anciana empacó nuestra ropa en una bolsa de basura y nos fuimos tan rápido  como pudimos de esa casa.  Claramente el maricón traidor ese querría  vengarse de mí.

Ahora no sé  cómo  seguir, por mi culpa mi amiga ha perdido al amor de su vida...  Por mi estupidez le arruiné su futuro.

Diario de un Soltero GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora