Ya me he acostumbrado a trabajar de noche y por suerte, como se ha corrido la voz, han llegado nuevos clientes y he podido probar a otros hombres.
En lo profesional va todo bien, mi familia también lo está. He visto a Constanza muy ilusionada con su nuevo colegio, porque por fin la tratan como es en realidad y no hay nadie que le pregunte por su etapa como Joaquín.
-No sé cómo una escuela católica es capaz de aceptar a ese tipo de desviados... - comentó en la mesa mi madre.
-Creo que estás equivocada querida.... Mi sobrina no es una desviada, nació con disforia de género. Está en un cuerpo de hombre cuando en realidad es una mujer... Para que exista una sana convivencia, creo que la sociedad debería velar por la correcta formación de todos quienes son diferentes... De lo contrario mira como salen... - habló Pía defendiendo a mi hija.
Aunque claro, la muy pendeja me apuntó a mí para ejemplificar lo que ocurre cuando se tiene mala educación. ¡Desgraciada!
A mi papá le da lo mismo si mi hija es Constanza o Joaquín, de hecho parece estar muy desorientado el último tiempo. La única que alega por todo es mi mamá. Siempre grita porque volvimos a vivir con ella, porque trajimos a la maraca de Laurita, porque trabajo de noche, porque no limpio mi habitación, porque hablo mucho... Ay, que siempre está alegando la vieja esa. Sin embargo, parece que todos estamos cansados de ella, porque ya nadie la escucha y solo dejamos que vocifere sin lograr lo que quiere.
Uy, y eso que no les he contado lo último, porque con lo que hice ahora sí que mi mamá está cabreada a morir.
Sucede que estaba trabajando de lo más normal, en mi callejón mamándole la polla a un gordito, cuando de pronto escupo el semen en una caja de cartón vieja y sucia. Siempre hago eso, porque no me voy a tragar esa cochinada, hago eso solo cuando estoy enamorado, no le entrego mi garganta a cualquiera.
Ya, la cosa es que de pronto escucho los gritos de un hombre muy enfadado porque le había ensuciado. Resultó que bajo esa caja estaba un mendigo.
-Que asco... ¿Qué están haciendo ustedes dos en mi callejón? - se levantó el hombre, completamente sucio y enojado a mil.
-¿Perdón guachito? ¿Dijiste tu callejón?... - me levanté del suelo para encarar a mi agresor. - Este es mi lugar de trabajo, y he estado aquí por más de un mes... Así que el que debería irse eres tú... - no hombre, con mi negocio no se mete ni dios.
-Yo ocupo esto para vivir... No para trabajar de puto... - rebatió el sin hogar.
-Cada uno se gana la vida como puede... Por lo menos yo hago algo para ganar dinero y no vivir en la calle... - le saqué en cara su estado, y solo en ese momento me di cuenta que el gordo de mierda se había ido sin pagar.
¡Maldita sea! Había perdido dinero por culpa de ese callejero. Estaba muy ofuscado, por lo que me acerqué al hombre para darle sus correctivos.
Iba a pegarle, cuando vi mejor su rostro y me entró la duda.
-Yo.. Yo a ti te conozco... Tú.. Tú... - tenía su nombre en la punta de la lengua.
Me costó reconocerlo, porque estaba muy cambiado, bastante más flaco y con la piel llena de suciedad.
No me van a creer de quién se trataba, ay niñes que era Jaime... Sí, como oyeron... Jaime Sandoval... El millonario productor de música.
-Pero...¿Qué pasó? Si eras tan rico... - quedé pasmado.
El pobre al darse cuenta que me conocía, se puso muy triste, quizás producto de la vergüenza. En ese momento, al verle casi llorando, decidí invitarle un café.
Lo llevé a una cafetería 24 horas y le compré con el dinero que gano, saliva de mi boca, un pastel con café.
-No me fue bien con mi grupo... De hecho, me fue pésimo. Me endeudé demasiado creyendo que podría sacarlos del anonimato, pero nada resultó. Los acreedores me cobraron, me embargaron todo lo que tenía y quedé en la calle. No tengo familia ni amigos, así que tuve que refugiarme en la calle- narró lo sucedido el último tiempo.
Ay, me dio mucha penita, porque antes era un hombre tan exitoso y guapo, y ahora está hecho un asco, ni loco me metería con él. A menos que me pagara.
Les juro que no sé qué me pasó, pero me dio tanta pena pensar en lo que estaba sufriendo, que sin pensarlo dos veces lo invité a vivir en mi casa.
-¿Estás seguro? ¿Harías eso por mi? - preguntó emocionado.
-Claro que sí... ¿Para qué están los amigos? - respondí sin recordar que mi mamá es una mierda de persona.
Y ahora entenderán que me hizo un escándalo monumental, que casi me tira a Jaime por la cabeza. Lo bueno es que mi papá está tan despistado, que aceptó de inmediato albergar a mi amiguito.
Lo sé, lo sé... Si sigo así terminaré con la casa llena de allegados.
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Diario de un Soltero GAY
HumorMi psicólogo me recomendó que debía hablar sobre mis vivencias con alguien, y es que según él soy homosexual. ¡Pamplinas! No porque cuando pequeño jugaba con muñecas, ayudaba a mi madre a cocinar e inspeccionaba los cuerpos desnudos de mis amigos, s...