Día 38: La caída de Leo

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Llegué a aquel bar que Cata me platicó. Como Marcos quedó en shock luego de creer que nuevamente fue pasivo, era poco probable que estuviera en aquel antro. No nos equivocamos, ya que al entrar estaba en la barra el psicólogo, sin nadie que le acompañara. ¡Pobrecito!

Caminé candentemente en su encuentro, moviendo el culo como batidora, un tanto exagerado parece, porque todos me vieron extrañados.

-¡Ay mami, yo le hago lo que quiera!- Me gritó un viejo con el cual me topé, el muy desgraciado quería conmigo si apenas se podía las patas en la silla.

-¿Qué te crees? Puedo ser tu nieto, viejo asqueroso...-Le dije enojado, tan sólo que no me medí y mi voz salió grave, de hombre. ¡Mierda! Si con el movimiento de nalgas ya había llamado la atención, con la voz de macho todos estaban atentos a mis movimientos.

-Viejito lindo... Que coqueto eres... Lástima que justo ahora ando resfriada...- traté de hablar como mujer y salirme de esa situación tan incómoda.

El anciano sonrió y me dejó seguir mi rumbo, sólo que el muy calenturiento no controló sus manos y me agarró el trasero con ambas manos.

-¡Que cosa más Rica! Cómo me gustaría lamerlo...-gritó el de pelo cano y que parece que además es medio sordo, porque cada vez que habla lo hace en un tono bastante alto.

Me controlé y seguí hasta la barra. Ahí me hice el tonto y pedí un trago, sentándome "casualmente" al lado de Leonardo. No le hablé ni nada, sólo me tocaba la peluca y me hacía la coqueta.

-Señora, disculpe... Debería cerrar las piernas, porque se le ven los calzones...- ¿A quién mierda le dices señora? Hijo de la gran.... Me contuve y seguí con el plan, tenía que vengarme esa noche.

-Lo siento, es que ya han pasado tantas vergas por aquí, que no puedo cerrar bien... Me ayudarías con ese problema, quizás con el tuyo pueda entrar en razón...- ataqué directamente y le acaricié después la pierna, llegando casi a su bulto.

¿Que no era fácil? A los quince minutos ya estábamos en su casa, él en calzoncillos y preparando un trago.

-Que buena bebida... ¿Qué es? No recuerdo tener un licor azul...-mencionó el psicólogo.

- Es que es mi preparación especial... Sólo bebe guapo.- Si hubiera sabido qué tenía, el muy tarado no se lo hubiera tragado de una vez.

Pasaron los minutos, mientras jugábamos. Yo acariciaba su falo, el que ya no podía estar más erguido. Lo até de manos y pies a la cama, dentro del preludio al sexo.

- Es extraño... Nunca había estado tan excitado...- decía el moreno mientras sudaba a mares, respirando agitado.

-Claro, si nunca antes habías tomado cuatro viagras con vodka...- me reí descontrolado, viendo su cara desfigurarse.

En ese preciso instante me saqué la peluca y le dije que era yo, el paciente que ayudó a meter a la cárcel. Ya no tenía escapatoria, estaba atado y con la verga erecta sin poder controlarla.

De un sólo salto me puse sobre aquella carne y la estrujé entre mis entrañas.

-¿Que no querías follarme? Que divertido... Ahora no puedes evitarlo...- y seguí con mi ataque.

Una...
Dos...
Ocho...
Catorce...

Ya ni me acuerdo cuántas veces terminó, lo único que sé, es que lo dejé sudado, deshidratado y mareado en su cama, cuando ya estaba amaneciendo.

Y así termina mi venganza... ¡Santa Cachucha! Ahora que lo pienso.... ¿Esto me convierte en un violador? ¡¡¡¡No!!!!

Diario de un Soltero GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora