Día 76: Agú, agú

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Ya saben que no soy la persona con la mejor de las suertes, y el hecho que por fin pueda estar con Pablo es una sorpresa. Claro, tuve que prever lo que vendría y es que nunca puede salir todo como uno quiere.

Estaba tranquilo en la casa de La Papucha cuando se acerca doña Gracia a hablarme.

-No vas a creer quienes están allá afuera buscándote...- me dijo sorprendida la anciana.

No sé a qué se refería, trataba de adivinar, pero nunca he sido muy astuto que digamos.

-Te busca Omar...- terminó rindiéndose la abuela.

¿Omar? ¿Cuál? ¿Don Omar? Pero si ni siquiera me gusta el reguetón, además no conozco a nadie llamado así. O por lo menos eso creía.

-Omar del manicomio... El loco que se hizo pasar por el doctor Pablo...- Ah, así que se llamaba así, pues no le queda para nada el nombre.

Sorprendido salí a atenderlo. ¿Qué querría el rubio ahora? Por mi cabeza pasó la idea que se había enamorado de mí y que quería conquistarme... Obvio, soy inolvidable.

Me reía solo hasta que abrí la puerta, ¿y con quién me encuentro? Con la maraca de Laurita. Ya no tan pelona, pero si bastante gorda. ¡Mierda! No sabía que tanta verga hacía subir de peso.

-Hola lindo, tenemos algo qué decirte...- ¿me dijo lindo la obesa? Sentí un escalofrío en la espalda.

El tal Omar, falso Pablo, y la maraca entraron a la casa como si fuera suya y sin ningún recato se sentaron en la sala.

-Tenemos que decirte algo muy importante... Y tiene que ver con Ernesto también- se dirigió hacia mi el ladrón de identidades.

Me acordé que hace mucho no sé del feo. Una idea vino de inmediato a mi cabeza. ¿Se habrá muerto? Y un fuerte dolor en el estómago me debilitó. No se por qué, pero me dio mucha pena pensar en que le perdería para siempre. Ay no, cada vez estoy más mamón.

-Mejor vamos al grano...- intervino Laura. -Estoy embarazada y como recordarás, me follaste por error... Así es que tanto Omar, Ernesto y tú, pueden ser el padre de mi criatura...- creo que hasta prefería que el feo se hubiera muerto.

Recordé aquel trágico momento en que confundí en la oscuridad al falso Pablo con la pelona. ¡Mierda! Ya se me había olvidado que así se hacían los bebés, nunca se me había pasado por la cabeza la posibilidad de dejar preñada a una mujer.

Esperen, ¿saben lo que más me impresionó? Es que dijera que Ernesto también era un posible padre.

-¿Entonces él se acostó contigo? ¿Me fue infiel?... Puto engendro, me engaño el muy pendejo...- me enfadé mucho, nunca lo esperé de él, si siempre dijo que me amaba.

-Se sentía solo, porque tú sólo te fijabas en Omar... Por eso yo lo consolé... Si era tan tierno...- dijo como si fuera decente la maraca esa.

-Ya da igual... Lo importante ahora es encontrarlo y cuidar de Laura... Esperemos al parto para saber quién es el padre, es lo mínimo que podemos hacer...- y en ese momento entendí a los hombres que van a comprar cigarros cuando una mujer les dice que se preñó.

¿Padre yo? Si apenas se cuidar de mi trasero y voy a cuidar a un bebé ahora. ¿Se imaginan una mezcla entre la pelona y yo? Ese feto es inviable, estoy seguro.

¿Y ahora qué hago? Esto nunca me lo esperé. ¿Qué pensará Pablo sobre esto? ¿Y Doña Conchuda? Estoy perdido....

¿Y saben lo peor? Es que de la sorpresa, doña Gracia se desmayó. La muy metiche estaba detrás de la puerta de la cocina espiando. Sólo sentí los platos romperse y al ir a investigar, me encontré con la viejita en el suelo. Ay por el condón, si ni ella se lo imaginaba.

Diario de un Soltero GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora