Día 91: Nuestro Hijo

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No me van a creer, pero les prometo que lo que les voy a decir es  completamente verdad: la maraca de Laurita se va a casar con Omar. Como oyen, la muy zorra terminó por conquistar al falso Pablo y ahora van a ser marido y mujer.

-Ella me ha hecho un mejor hombre... - comentó el rubio el otro día.

Como aquel bebé que tiene la mujer en sus entrañas puede ser hijo de mi amado, decidí que teníamos que encontrarnos de nuevo. Así es que nos reunimos todos en la habitación donde nos estamos alojando.

-Quiero pedirte disculpas, entré en pánico cuando supe de tu enfermedad... Como cualquiera puede ser el papá de este bebé, no quise darte falsas esperanzas... - se disculpó emocionada la panzona.

Debo reconocer que ella está muy cambiada, hasta parece decente.

-No te preocupes... Si no fuera por eso, ahora no estaría con el amor de mi vida... - respondió románticamente Ernesto,  tomándome de la mano.

Antes hubiera vomitado por lo cursi, solo que ahora hasta me gusta... Supongo que es una de las consecuencias de estar enamorado.

Cociné pollo al agua con arroz blanco, ya saben que mi amorcito no puede comer cosas muy aliñadas. Sea como sea, todos se lo comieron y supongo que tuvieron miedo de alegar por el sabor, ya que me quedé con el cuchillo más  grande para comer.

Pobre del que alegue... Que le corto el cuello....

Todo iba bien, era una cena en parejas, hasta que Ernesto comenzó a sentirse mal.

Como es costumbre con su cáncer, suele tener muchos malestares estomacales, ya me he acostumbrado a ellos, tan solo que esta vez fueron peores.

Lo acompañé al baño, donde no aguantó más y comenzó a vomitar. Era impresionante, no sé  de dónde sacó tanta comida, si no ha comido casi nada, todo le cae mal.

Tuve que pedirle ayuda a Omar para llevarlo a su cama, el pobre no tenía fuerzas ni siquiera para ponerse en pie.

Le hice un té de melissa para aliviar su estómago.

-Ya amor... Todo estará bien, no se preocupe...-le hice cariño en su cabeza calva, al darme cuenta que quería llorar.

-Ya lo sé...  Lo presiento... No me quedan muchos días... - mencionó antes de largarse a llorar.

Rompió mi corazón con esas palabras. Sé que va a suceder, tan solo que no había querido meditar sobre ello... Para ser sincero, nunca había tenido tanto miedo en mi vida, ni siquiera las noches en que me visitaba mi abuela.

No quiero perderlo, no ahora que he encontrado lo que siempre me ha faltado...

-No digas eso... ¿Cómo se te ocurre?  Primero tienes que conocer a nuestro hijo... Porque este pequeño de aquí, es hijo de los cuatro... ¿Entendiste? - apareció la voz de la maraca de Laurita.

La muy...  Creo que ahora hasta me cae un poco no tan hiper mal.  Laura estaba emocionada y se acercó a la cama para consolarlo, y creo que a mi también.

Será nuestro hijo y esa idea, logró alentar a Ernesto. Por primera vez me siento agradecido con la panzona, porque hizo sonreír a mi amado.

Diario de un Soltero GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora