Día 28: El Puticlub

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Finalmente se cumplió la sentencia de dos meses y salí en libertad. Me despedí afectuosamente de La Papucha, con quién entablé una bonita amistad y que estoy seguro que seguiremos siéndolo durante mucho tiempo. -Estoy planeando fugarme pronto de este nido de ratas... Cuando esté afuera te buscaré y juntos probaremos a los hombres más deliciosos, te lo prometo...- Me dijo mientras me abrazaba entre llantos. Cómo ya todos saben de su homosexualidad, dejó de lado su careta ruda y ahora se comporta como toda una nenita.

Los gendarmes me entregaron mis pertenencias, para luego abrir las grandes puertas de hierro y mostrarme el exterior. Nunca había sentido con tanta belleza la brisa de una mañana. El sol tocó mi piel grácilmente y supe recién que todo era verdad, que estaba en el mundo exterior otra vez.

Berna Latapiat, ese era el nombre que me repitió una y otra vez La Papucha. -Tienes que buscarla, ella es una muy buena amiga... Te dará techo y comida, además que ya la convencí para que te ayudara con tu asunto con el psicólogo...- Es todo lo que mencionó y yo muy imbécil, no le pregunté nada más sobre la mujer.

¿Será vieja o joven? ¿Decente o una delincuente? ¿Amable o una perra? Era las cosas que me preguntaba mientras buscaba su dirección en las calles congestionadas del centro de la ciudad.

Cuando estaba frente a aquel edificio, todos mis miedos afloraron de pronto. ¿En serio me habían llevado a un lugar como ese? ¿Qué pinto yo allí?

"El puticlub" era el nombre de aquel antro de fachada rosada, atestada de afiches con rostros de bellas chicas semidesnudas. -Buenos días, busco a doña Berna...- dije a la persona que me abrió la puerta. -Soy yo, ¿qué mierda quieres tan temprano? Las chicas no están trabajando a está hora...- respondió la anciana. ¿Esa vieja loca era quien me ayudaría?

Berna Latapiat es la cabrona de un prostíbulo, de un antro oscuro y apestoso, uno de esos donde asisten los jornaleros y mendigos, con prostitutas gordas y feas, si es que todas ellas son mujeres, porque tengo mis dudas con algunas. La mujer se ve desquiciada por todos lados, lleva siempre una peluca desaliñada de un fuerte tono rosado, sus uñas son enormes y brillantes, su piel arrugada y completamente maquillada, esos mismo polvos que se convierten en agua en su cara cuando ya ha bebido demasiado y pareciera más la madre de El Guasón. Ebria es agresiva y promiscua, toquetea a "sus niñas" y también se ofrece gratis a los clientes.

-Si quieres ayuda vas a tener que ganártela... Tendrás que ser el asistente de mis niñas, atenderlas en todo lo que quieran...-sentenció la cabrona. Sonaba fácil, sólo que al final esas palabras significaban que tengo que trapear los pisos, lavar la ropa y los baños, cocinar e ir al supermercado. ¡Me he convertido en la nana de un grupo de putas! Unas muy feas y gordas... Pensé que ir a la cárcel era caer bajo, nunca imaginé que podría estar en una situación peor. ¿Qué será de mi vida ahora?

Diario de un Soltero GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora