Capítulo Quince. Andando

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POV. Jennifer.
Me quedé unas horas esperando a Mariel, dejó dinero para comprar comida, pero no para la cena y en realidad, tenía bastante hambre.
Desperté después de un tiempo, me levanté del sofá y caminé hacia el frigorífico, saqué el galón de leche y serví un poco en un vaso; lo lavé y regresé al sofá, me senté y escuché la puerta abrirse, miré el reloj de pared y vi la hora "3:45". Giré rápidamente y vi a Mariel entrar.
-¿Hola?-

-Jennifer- se sorprendió -¿Qué haces despierta?-

-Te espero- me levanté del sofá
-¿Por qué tan tarde?-

-Trabajo- dejó su abrigo en el sofá.

-¿Tan tarde?-

-Hubo un incidente- comenzó a caminar a su habitación.

-Llévate tu abrigo- lo levanté del sofá -Este no es tu perfume- lo olí levemente.

-¿Tú qué sabes de mi perfume?- se acercó a mí.

-Más de lo que crees- me acerqué más y aspire su aroma -Ya sé que estabas haciendo-

-¿Trabajo?- me quitó el abrigo.

-Hueles a sexo, ¿ese es tu trabajo?- me crucé de brazos.

Puso un dedo suavemente en mi mejilla -Sí, tuve sexo, no es mi trabajo pero es algo que disfruto-

-¿Con quién?- sentí una leve punzada de coraje.

-Mi vida sexual no es de tu incumbencia- deslizó su dedo hasta mi barbilla -Ahora, deberías ir a dormir- la levantó un poco y se alejó.

Me quedé ahí unos minutos hasta que la vi entrar en su habitación, di un pizotón al piso y caminé hacia la mía, necesitaba descansar, en cierto punto tenía razón, su vida privada no era algo que a mí me importara, tal vez solo era preocupación al ser tan tarde y ella aún sin llegar a hacer la cena, sí, es eso.

Desperté por ruidos nuevamente, botes de metal golpeando el piso, para ser exacta, me levanté de la cama y caminé a la habitación de Mariel. Golpeé la puerta fuertemente hasta que la vi salir, usaba unos pantalones cortos negros apenas tapando su rodilla, un sujetador deportivo color gris y tenía el cabello sujeto en una coleta.

Se quito los auriculares -¿El ruido otra vez?- dijo apenada.

-Sí- me crucé de brazos -¿Podrías tratar de no hacer tanto ruido?-

-Haré lo que pueda- sonrió -Te dejé el desayuno servido-

-Oh, gracias- imite su gesto -¿Qué es lo qué haces?- di un paso hacia delante.

-Estoy pintando la habitación, el blanco era muy vacío para mí- levantó los hombros -¿Quieres ver?- abrió más la puerta.

-Claro- entré y admiré la primer pared -¿Manchas?- levanté una ceja.

-Sí, de colores- sonrió ampliamente -Ninguna tiene forma, puesto que arrojé la pintura sin sentido-

-En desorden- aclaré -Algunas están sobre otras- señalé algunas manchas.

-Sí, no quería que tuvieran secuencia, quería que fuera espontáneo-

Miré la pared del frente -¿En esa que harás?-

-Aún no lo sé, tengo unas latas de pintura negra sobrantes, algo se me tiene que ocurrir-

-¿Y en las otras dos?-

-Todo a su tiempo, linda- sonrió de medio lado.

-¿Te parezco linda?- me acerqué a ella.

-Oh... pues... pues eres... eres
lin... linda, sí- comenzó a ponerse nerviosa - Deber... deberías ir a de... desayunar- se alejó rápidamente.

-Gracias, tengo hambre- sonreí y salí de su habitación.

-Anda bueno- dijo sin mirarme.

Eran aproximadamente las seis de la tarde cuando me llega un mensaje de Salma, lo abrí y leí.

*¿Si irás a la cena?*

Me golpeé la frente con la palma de la mano, había olvidado por completo la cena, me levanté de la cama y caminé al armario, lo abrí y me quedé viéndolo por segundos.

-Un vestido vendría bien- cogí un vestido rosa tenue y lo colgué en el borde superior de la puerta, abrí los cajones del fondo y saque unas bragas azules y un sujetador negro, los dejé en la cama y regresé a por el vestido, lo dejé con cuidado de que no se arrugara y puse encima la ropa interior. Entré a la ducha y comencé a asearme.

Faltaba media hora para las ocho cuando yo salí de la habitación completamente arreglada, usaba el vestido rosa, con unos tacones negros y un bolso a juego; saqué mi móvil y caminé a la cocina topandome con Mariel.

-Whoa, que guapa- sonrió
-¿Saldrás con ella?-

-Gracias y no- metí el móvil al bolso -Iré a una cena con la familia de Salma-

-Oaah, ¿También irás tú?- preguntó sorprendida.

-Sí, ¿Tú irás?-

-Sí, justo ahora iba a ducharme-

-No creo que alcances- miré el reloj de pared -Falta menos de media hora-

-Tengo tiempo- sonrió y caminó a su habitación.

Me quedé nuevamente sola, caminé al estante de libros y vi el libro negro, lo cogí y sostuve por unos segundos, lo abrí en la primera pagina y comencé a leer.
"Querido lector:
Muchos han leído libros de amor, drama, suspense, ficticios, entre otros; pero este libro, infortunadamente o afortunadamente, es diferente, no tiene amor; no contiene capítulos con trama; su historia no causa suspenso y mucho menos es ficticia, está es una historia tal vez es real, tal vez es mentira. Al final, tu opinión le dará la razón".

Levanté mi vista del libro y me quedé viendo la ventana unos segun, analizando las palabras antes leídas. "Es mi libro favorito". El recuerdo de la voz de Mariel llenó mi mente. Sonreí y llevé el libro a mi habitación, lo dejé a un lado de la cama, salí y choqué con Mariel.

-¿lista?- preguntó segundos después.

-Sí- la miré -Me sorprende que seas tan rápida- vestía unos pantalones grises, una camisa negra y un saco gris.

-Solo uso lo primero que veo y listo, no pierdo tiempo en elegir- levantó los hombros -Estás muy hermosa- dijo después de verme por unos segundos.

-Gracias- sonreí -Tú también te ves muy bien-

-Que amable- sonrió de una forma genuina.

Estuve a punto de decir algo más cuando golpean la puerta, sonreí y giré para después caminar hacia la puerta y abrirla.
-Buenas noches, señoritas, ¿nos vamos?- sonrió.

-Claro, buenas noches, señor- Mariel caminó hacia el -Un gusto volverlo a ver- estiró su mano hacia él.

Le dio un leve apretón y la soltó
-Espero darle ese gusto mas seguido- sonrió.

-No creo que pueda sobrevivir a tanta emoción- imitó su gesto.

Soltó una carcajada -Me cae bien, es demasiado agradable- me miró -¿Verdad, Jennifer?-

-Claro, señor- sonreí.

-Bien, chicas- dio un paso hacia atrás -Hora de irnos, o mi esposa entrará en pánico si tardo más de lo planeado-

-Pues, andando- Mariel fue la primera en salir.

Se adelantaron unos pasos mientras yo cerraba la puerta
-Espere- Mariel habló -Dejamos a la hermosa señorita atrás- me giré para verla y venía hacia mí
-Una disculpa, que falta de respeto tan grande- llegó hasta mí y me cogió de la mano
-¿Me permite?- me pasó su brazo en forma de escuadra.

Decidí seguirle el juego -Claro- pasé mi brazo por el hueco y me colgué levemente.

El papá de Salma me miró -Igualmente le ofrezco una disculpa- nos miró a ambas -¿nos vamos?-

-¿Estás lista?- Mariel susurró. Yo asentí con la cabeza lentamente
-Después de usted- extendió levemente el brazo frente a ella.

Sonrió ampliamente -Andando-

Entre mis letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora