Rápidamente me puse de cuclillas a su lado y tomé su pulso -Hay que llevarla a dentro- Jennifer solo asintió. Pasé una mano por debajo de su cuello y la otra por sus piernas y la levanté soltando un bramido por el esfuerzo.
La dejé en el primer sofá que encontré y admiré la sala de estar con detenimiento, había tres sillones de diferentes tamaños color crema, una mesita de centro de cristal y bajo de ella una pequeña alfombra circular color café oscuro, un mueble de madera frente al sillón grande y aun costado de la ventana, con un pequeño televisor en un espacio rectangular y varios marcos de fotografías de los tres en varios lugares, el parque, el colegio, el parque acuático, entre otros, las paredes eran color verde claro, con algunas pinturas en la pared.
-Mariel- la voz de Jennifer me hizo girar para verla.
-¿Si?-
-Está despertando-
-Joder- corrí rápidamente a donde estaba y me puse un poco lejos de Susan.
Susan abrió los ojos despacio y al verme se sentó en el sofá totalmente angustiada -Necesito hablar con mi esposo- se levantó temblorosa y caminó a donde supuse era la cocina.
-¿Estás bien?- preguntó Jennifer cuando nos quedamos solas.
-No lo sé, ¿Viste su cara de terror cuando le dije eso?-
-Sí, pero tú no fuiste nada sutil en decirlo-
-Estaba nerviosa y creía que en cualquier momento me desmayaría-
-Pero ella lo hizo primero- negó con la cabeza -Trata de ser más sutil- me abrazó de lado.
-Necesitaré que me ayudes- giré mi cabeza para verla.
-Con mucho gusto- dejó un pequeño beso en mis labios.
-Oh, joder, ¿Qué estoy haciendo?- giré por completo y la abracé fuertemente por la cintura, hundiendo mi cara en el hueco de su cuello.
-Tranquila, estoy contigo- cogió mi cara entre sus manos -Estoy aquí- me besó delicadamente. Apreté mi agarre en su cintura y profundicé el beso, el cual Jennifer cortó después de unos minutos -Hey, no venimos a dar un espectáculo- me empujó levemente.
-Tanto que me gustan- sonreí ampliamente.
-¿Ya estás más tranquila?-
Asentí con la cabeza -Tus besos tienen esa facilidad de calmarme-
-Te daré pequeños besos cuando te vea nerviosa- sonrió -Ahora, sueltame, no quiero que venga Susan y nos vea así--¿Por qué?-
-No es correcto- quitó con cuidado mis manos -Es una casa ajena, hay que respetar-
-Vale- sonreí y me aparté -¿Qué esperamos?-
-A que Susan regrese- levantó los hombros.
Después de varios minutos estando solas, en los cuales nos dedicamos a ver las fotografías y admirar las pinturas en la pared, Susan sale de la cocina con el rostro totalmente serio, nos miró inexpresiva y se cruzó de brazos -Tomen asiento, por favor- señaló el sofá más grande.
-Gracias- respondimos Jennifer y yo al unísono mientras nos sentabamos.
-Esperemos a que llegue mi esposo- se sentó y acomodó su vestido -¿Cuáles son sus nombres?- su tono de voz era neutro y lento.
-Mariel Morgado- dije mientras me levantaba.
-Oh, no te molestes en darme la mano, vuelve a sentarte- señaló nuevamente el sofá.
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Entre mis letras
RandomElla era excesivamente ordenada, yo en cambio era el desastre mismo. Lo único que nos unía, era la pasión por la literatura, ¿Qué pasa cuando dos tipos de caos colisionan?, ¿Se mueren, o se unen para crear algo nuevo?