Entre mis letras

Capítulo. Setenta y nueve. Las letras de tu nombre.

-Mar- escuché un leve susurro a lo lejos -Mariel- sentí como movían mi hombro -Por Dios, Mariel, ¡despierta!-

Abrí mis ojos exaltada y vi a Jennifer con una sonrisa -¿Qué sucede?-

-Tengo que ir al baño- mordió su labio inferior.

-¿Y por qué no vas?- dejé salir un bostezo.

-Quítate, por favor-

-Oh, cierto- solté una leve risa y giré en la cama -Ahora si, ve-

-Gracias- se levantó el la cama y salió.

Cogí el reloj de la mesita de noche y vi la hora "6:54", dentro de poco sonaría mi alarma, la apagué por adelantado y me levanté de la cama dejé una nota en la almohada y salí.

Llegué a la cocina y me propuse preparar el desayuno cuando sonó mi móvil, fui a el y atendí la llamada.

«M. ¿Diga?
X. ¿Mariel Morgado?
M. Ella habla, ¿Qué sucede?
X. Hablo del hospital San Martín, para informarle que la señora Rosa Martínez se encuentra en estado delicado de salud y pidió verla.
M. ¿Qué es lo que tiene?
X. Deficiencia cardíaca e inestabilidad respiratoria.
M. Salgo para allá en unas horas.
X. Cuando llegue, pregunte por el Doctor Velasco.
M. Gracias».

Colgué y fui a la habitación, chocando con Jennifer -Hola- sonrió -Gracias por la nota, es muy lin...-

-Debo irme- interrumpí.

-¿Qué?- preguntó sorprendida
-¿A dónde?- dijo mientras me dejaba pasar.

-Debo ir a la ciudad- dije mientras caminaba dentro de la habitación.

-¿A qué?-

Saqué una valija debajo de la cama -Tengo que ir al hospital- fui al armario y saqué ropa para arrojarla a la cama -Tal vez me quede unos días- abrí los cajones y repetí la acción anterior.

-¿Por qué?-

-Mamá Rosa está grave- metí la ropa desordenadamente a la valija.

-Oh- se quedó en silencio unos minutos -Entiendo- escuché un ruido y la vi cargando un poco de su ropa para meterla a la valija, fue hacia los cajones he hizo lo mismo -Iré contigo-

-¿Pero, la escuela?-

-Eso mismo iba a preguntarte yo- cerró la valija y me miró -Date prisa, hay un autobús que coger- comenzó a caminar hacia la puerta.

Sonreí ampliamente y caminé detrás de ella con la valija en las manos.
En todo el camino no dejaba de checar el móvil, lo desbloqueaba, veía la pantalla unos segundos y lo bloqueaba, y así sucesivamente hasta que Jennifer me quitó el móvil.

-¡Hey!- traté de quitarlo.

-¡No!- lo alejó de mí -Ya, es suficiente, deja de checar el móvil cada cinco minutos- lo guardó en su bolso -Si llaman, sonará-

-Vale- bufé molesta y me crucé de brazos.

-¿Te dijeron qué tenía?- preguntó después de varios minutos de silencio.

- Deficiencia cardíaca e inestabilidad respiratoria- dije simplemente.

-Mariel- quitó el reposa brazos del medio y se acercó más a mí
-Mírame- dijo en un susurro.

Apreté la mandíbula y tensé el cuerpo, giré lentamente y la vi unos segundos -Ya- giré rápidamente hacia la ventana.

-Mariel, por favor- pasó una mano por detrás de mi cuello
-Ven aquí- me jaló levemente hacia su pecho.