Capítulo Sesenta y tres. Presentimiento.

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Tuve un sueño extraño, de esos que sabes que son horribles, dan miedo y pánico, pero despiertas y te sientes indiferente, tu cuerpo está tranquilo y tu pulso está normal, raro. Giré en la cama y vi a Mariel tumbada boca abajo, abrazando la almohada, me quedé viéndola por unos segundos, sus mechones revueltos cayendo por su rostro, sus ojos cerrados y su boca entre abierta, acerqué mi mano y peiné un poco su cabello, quitando los mechones que tapaban su rostro.

-No entiendo como pudiste fijarte en mí- susurré mientras acariciaba su rostro -No soy bonita y tengo un sin fin de defectos- hice una pausa -Ni siquiera sé qué hice para merecerte, y tengo miedo que un día no sea lo suficiente para ti- me acerqué un poco más -Me gustaría despertar así cada mañana- besé la mejilla de Mariel y dejé mis labios ahí unos minutos -Te quiero demasiado-

-También te quiero- susurró con voz ronca.

Sonreí ampliamente -Buen día-

-Hmm- se estiró en la cama -Buen día-

-Vamos a la ducha-

-No quiero- giró en la cama y tapó su cabeza con la almohada.

-Entraremos juntas-

Se quitó la almohada
-Pensándolo bien, es bueno ducharse por la mañana- se sentó en la cama.

-Entonces vamos- comencé a caminar hacia la ducha.

Sentí el cuerpo de Mariel chocar contra el mío, puso sus manos en mi cintura y besó mi hombro a la altura del omóplato -Recuerda que hay que cuidar el agua- susurró en mi oído.

-Cerraré la llave cada vez te bese-

-Será entonces un lavado en seco- soltó una leve risa.

-Boba- giré sobre mis talones y la besé.

Después de la ducha y un desayuno rápido, llegamos a la universidad, con nuestras manos entrelazadas y unas sonrisas inmensas en nuestros rostros.

-Hoy toca taller- dijo mientras balanceaba nuestras manos de adelante hacia atrás.

-¿Y eso significa qué?-

-Saldré tarde- me miró de reojo
-¿O quieres entrar conmigo?-

-Me gustaría entrar, quiero ver como dibujas-

-Ya me has visto-

-Ya, pero, otra vez-

-Entonces bien, te veo en el taller a las tres-

-¿No vendrás al salón por mí?-

Llegamos a mi salón -No, eres adorable y linda, pero no podemos estar todo el tiempo juntas- se detuvo y me miró - No porque no quiera, si no para que no se haga costumbre- sonrió
-¿Entiendes?-

-En realidad pienso que no quieres estar conmigo- sonreí ampliamente -Sospecho que quieres tiempo a solas para irte con otras mujeres, pero entiendo-

-Eres tan comprensiva- me besó delicadamente.

Corté el beso -Guarda tus mejores besos para mí- volví a besarla.

-Solo son tuyos- susurró sobre mis labios .

Me alejé un poco -Entonces, ve a ver mujeres- dije con una amplia sonrisa.

Soltó una carcajada y dejó un pequeño beso en mis labios -Eres increíble- sonrió de medio lado y se fue.

Abrí la puerta del salón y entré, chocando con Salma al dar unos pasos -¿Qué demonios?- hice una pausa -¿Estabas oyendo mi conversación?-

-No, solo me llamó la atención eso de las otras mujeres- levantó los hombros.

Entre mis letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora