Capítulo Veinte. Piensa eso.

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Salí del salón con Antonio pisandome los talones, yo corría y él me alcanzaba en una zancada.

-A veces detesto que seas tan alto- giré para verlo.

-Yo detesto que seas tan chaparra- revolvió mi cabello.

-No hagas eso- lo acomodé con mi mano libre -Debo estar presentable-

-Tu nivel de narcisismo llega a ser arrogante- dijo entre risas.

-¡Venga ya! no soy narcisista, ni siquiera tengo un estilo propio- me señalé.

-En eso tienes razón, pero estilo que portas, estilo que está perfectamente alineado-

-No entiendo- empujé la puerta de la biblioteca.

-Sí, por ejemplo, ahora vistes pantalones color caqui, un suéter blanco con anclas, un chaleco guinda, una gorra y una bufanda, oh sin olvidar tus vans grises-

-No olvides las gafas- las acomodé.

-Eres más "indie", en tu vestimenta, si llevas traje, hay un accesorio para resaltar, si vas con ropa deportiva, igualmente, si usas estilo roquero, algo resalta, no tienes estilo propio, pero te inclinas más hacia el "indie".-

-Sigo sin comprender- solté una leve risa -Señorita Palacios, ya llegamos- grité levemente.

-Tu estilo natural es "indie", una mezcla de "hippie y hipster".-

-Cómo digas- caminé hacia el mostrador.

-Mariel, gracias por venir- miró tras de mí -También tú, Antonio- sonrió.

-¿Y qué hacemos?- Antonio dejó la mochila en el suelo.

-A mover los estantes- comenzó a caminar -Hay unos muy viejos y la humedad comienza a maltratar los libros- Se detuvo
-Son solo tres, pero hay que vaciarlos y volverlos a llenar-

-No es mucho problema- afirmé.

-Vale, pues, comencemos- aplaudió y comenzó a sacar libros y ponerlos en la plataforma de ruedas.

Antonio y yo nos miramos e imitamos su acción.
Después de hora y media, terminamos de vaciar los tres estantes, llevamos las plataformas a una esquina y entre Antonio y yo, movimos los estantes y los dejamos fuera de la biblioteca, sacamos los nuevos del envoltorio de plástico y cinta y los llevamos dentro.

-¿Irán dónde mismo?- pregunté.

-No, quiero remodelar aquí- llegó con un cuaderno entre los brazos.

-¿Cómo?- Antonio preguntó mientras limpiaba el sudor de su frente con el dorso de su mano.

-Tengo una idea- dejó el cuaderno en el escritorio -Pero necesito opiniones- lo abrió dejando a la vista un boceto de un tipo café.

-Es buen diseño- admití.

-Sí, me gusta la idea de que vendan café, té y aperitivos- Antonio agregó.

-Es una idea en proceso, aún faltan cosas-

-Sea lo que sea, cuente con nosotros- señalé a Antonio y a mí.

-Gracias- sonrió ampliamente.

-Bueno, entonces, dejamos esto en la esquina y me retiro- dije apenada.

-Sí, gracias- cerró su cuaderno y caminó hacia recepción.

Terminamos de acomodar los estantes y salimos de biblioteca, llegamos a casa y Antonio se sentó en el sofá mientras yo pensaba en que cocinar, una vez lo tuve, nos levantamos y comenzamos a cocinar.

Entre mis letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora