Capítulo Veintisiete. Una visita.

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Abrí los ojos por el sonido del despertador, estiré mi mano y lo golpeé contra el suelo para apagarlo; giré en la cama y di un salto al ver a Lupita desnuda, rápidamente revisé mi cuerpo y estaba en ropa interior. La moví suavemente, necesitaba una explicación.

-Mmm- se giró dándome la espalda.

-Lupita, despierta- susurré en su oído.

-No quiero- tapó sus oídos con las manos.

La moví otro poco -¡Guadalupe!-

Se levantó de un salto -¿Qué sucede?- preguntó alarmada.

-Eso quiero saber yo, ¿Por qué estás desnuda?-

-Ah, eso- miró su cuerpo -Intenté seducirte anoche, pero no me hiciste caso, así que me dormí- levantó los hombros.

-Vale- me levanté de la cama
-¿Intentabas violarme?-

-Sí, un poco- se levantó -En realidad quería que tú abusaras de mí- cogió una de mis manos y la puso en su seno -¿No quieres?- movió mi mano por todo su pecho.

Sentía como mi centro comenzaba a palpitar -Yo... yo...-

-Apuesto que te va a gustar- se acercó más a mí y besó mi cuello -¿Quieres que me detenga?- puso mi otra mano en su entrepierna.

-Jodete- susurré antes de besarla ferozmente.

La empujé hasta la cama y me acosté encima de ella, mis labios pasaban de besar su cuello, sus pechos y regresar a su boca mientras mis manos vagaban por su cuerpo, una estaba jugando con sus pechos y la otra sobaba sus piernas y amenazaba con rozar su entrepierna.

-joder, Mariel- susurró después de varios minutos -Deja de joderme y hazlo de una vez- dijo entre jadeos.

-Todo con calma- comencé a rozar levemente su entrada, era sumamente excitante ver como se revolvía debajo de mí.

-Hazlo ya, no aguanto más- imploró mientras sus caderas se movían contra mi mano.

-A sus órdenes- besé su cuello y la penetré inesperadamente.

-Oh, sí- apretó sus uñas en mi espalda -No te detengas-

-No tenía planeado hacerlo- volví a besarla mientras aumentaba la velocidad.

Después de aquel encuentro matutino, me di una ducha y me vestí lo más rápido que pude, iba un poco atrasada a la junta. Salí del orfanato y cogí un taxi a la dirección del dossier, para mi sorpresa no estaba a más de quince minutos en coche, bajé y pagué.

Me acerqué a la casa, tenía una fachada de color rosa tenue, con una puerta de metal color negro un poco desgastado por el tiempo, me acerqué y golpeé la puerta varias veces, hasta que me percaté que había un timbre cerca de la esquina superior derecha de la puerta, me golpeé mentalmente y lo presioné unos segundos.

-Buen día, ¿Qué necesita?- un hombre de aproximadamente treinta años, cabello corto y castaño, ojos color miel, barba descuidada y boca chica abrió la puerta con una leve sonrisa.

-Vengo del orfanato "Sueños con esperanza".-

-Oh, sí, había dicho la directora que vendría- se hizo a un lado
-Adelante-

-Gracias- entré y admiré la casa con cuidado. Solo planta baja, una pequeña sala, el comedor a unos metros de la cocina y cerca de el sofá grande, tres puertas de madera, posiblemente dos habitaciones y un baño, un pequeño tragaluz en el techo y pocos muebles la mayoría con libros apilados.

-Tome asiento, ¿Quiere algo de beber?-

-Gracias- me senté en el pequeño sofá -Un vaso de agua, por favor-

Entre mis letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora