Capítulo Sesenta y cinco. Todo lo que hay un sobre.

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Cuando abrí los ojos, ya no sentía el cuerpo de Jennifer sobre mí, giré en la cama y noté que era de madrugada. Me había quedado dormida, sonreí ampliamente y me levanté para caminar hacia la puerta e ir a la habitación de Jennifer.
Entré y me acosté en la cama, automáticamente su cuerpo buscó el mío y aún dormida sonrió cuando besé su frente. Suspiré profundamente y admiré su rostro tan delicado, sus notables ojeras, sus labios resecos y levemente entre abiertos, su cabello revuelto y como su pecho subía y bajaba conforme a su respiración lenta. Había esperado tanto por estos momentos, que sabría estarían guardados en un lugar importante de mi memoria.

Al día siguiente, desperté temprano, escribí una nota, la dejé en la almohada de Jennifer y salí rumbo a la cocina para prepararle el desayuno, simplemente algunos detalles que no quería dejar de lado.
Cuando terminé el desayuno, puse todo en la bandeja y fui a la habitación, entré y la vi leyendo la nota, me miró con una amplia sonrisa y caminó hacia mí.

-Gracias por hacer que despierte con una sonrisa- dejó un pequeño beso en la comisura de mis labios y me quitó la bandeja.

-Me gusta tu sonrisa- dije simplemente.

Dejó la bandeja en la mesita de noche y fue nuevamente hacia mi -Gracias- puso sus manos por encima de mis hombros rodeando mi cuello -Ahora, voy a besarte, pero quiero que me dejes llevar el ritmo-

-Ajam- puse mis manos en su cintura y la atraje hacia mí
-Como digas- susurré contra sus labios.

-Es en serio- se alejó rápidamente
-Déjame llevar el ritmo está vez-

Asentí con la cabeza y chocó sus labios con los míos, uniéndonos en un beso lento, tranquilo y apasionado, sus manos daban leves masajes a mi nuca y su respiración era lenta, pero interrumpida por algunos suspiros que escapaban de sus labios y se ahogaban en los míos. Mis manos apretaban suavemente su cintura y mis pulgares hacían círculos en sus costados, sin perder el ritmo del beso, rodeé su cintura con mis brazos y la pegué más a mí, una mano fue a su cintura y la otra a su espalda, uniendo más nuestros cuerpos y sintiendo el latir de su corazón golpear contra mi pecho. Sentía cosquillas en la barriga, felicidad y nerviosismo, tranquilidad y pasión, pero no había ni un rastro de excitación en mi cuerpo; me sentía completa, sabía que no necesitaba desnudarla para hacerla mía, que no tenía que tocarla para sentirla, sabía que no podía encontrar un momento más perfecto que este y quería que no terminara nunca.
Un escalofrío recorrió mi espina dorsal cuando susurró un "Te quiero", sobre mis labios, cortó el beso lentamente y sonrió, dejé salir un enorme suspiro y la abracé fuertemente, podía sentir mi corazón palpitar en mis oídos y mi respiración agitada en mi pecho.

-Te quiero- susurré en su cuello.

Después de varios minutos, se alejó lentamente de mí -El desayuno se enfría- sonrió.

-Vamos a desayunar- agregué mientras la empujaba hacia la cama.

Después de llegar a la universidad, dejar a Jennifer en su salón y caminar con cuidado de no toparme con Lupita, llegué a mi salón, arrojé la mochila cerca de Antonio y él me miró confuso.

-¿Problemas?-

-No lo sé- admití.

-Cuéntame qué pasa- giró para verme.

-Lupita está aquí, vino a "estudiar".- hice comillas con los dedos -La cosa es que, a nadie le dije que estudiaría aquí y a las pocas personas, les pedí total discreción y sé que no dañarían mi confianza, además de que es una ciudad grande, y hay muchas universidades, no podrían dar conmigo tan fácil- hice una pausa
-No le dije nada a Jennifer porqué no quiero alarmarla, pero en realidad estoy realmente anonadada de cómo consiguió mi dirección- saqué un sobre de mi mochila -Llegó está mañana- le di el sobre.

Entre mis letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora