Cuando desperté, noté que Mariel no estaba en la cama, me puse uno de sus pantalones cortos y salí de la habitación. Había un plato tapado en la mesa y una nota al lado «Tuve que salir temprano, el deber llama, buen día».
Una nota simple, que me hizo sonreír como tonta, doble la nota y la dejé con cuidado a un lado para después comenzar a desayunar.
Al llegar a la escuela, me encontré con Tania a la entrada, me miró con unos ojos llenos de coraje y caminó hacia mí echa la furia, yo lo único que pude hacer fue quedarme quieta y esperar un golpe.-¡Lo lograste!- gritó -Te pedí que me dieras la oportunidad con Mariel, que te alejaras, pero hiciste todo lo contrario, la engatuzaste- noté cómo se le quebraba la voz -Eres una egoísta, solo piensas en ti, pero deberías comenzar a pensar en lo que siente Mariel, ¿Creés qué no le duele que un día la trates bien y otro sea tu tapete?- se acercó más a mí -Yo la amo de verdad, Jennifer, y quiero hacerla feliz, ambas cosas que jamás lograrás tú- me barrió con la mirada y se fue rápidamente.
Sentí como se formaba un nudo en mi garganta y me ardían los ojos, tal vez todas esas palabras eran ciertas, quizás Tania si la quería realmente, y yo, yo solo estaba confundida, necesitaba pensar en algo para alejar a Mariel de mí y tal vez ya tenía el motivo.
Todo el día en la universidad evité a Mariel por completo, la ignoraba cuando me sonreía a lo lejos, me iba por otro pasillo cuando veía que íbamos por el mismo, podía notar su cara de confusión cada vez que yo hacía eso, pero yo sabía que eso lo mejor para ambas.POV. Mariel.
Todo el resto de la semana Jennifer me estuvo evitando, lo notaba, era demasiado obvia en ese sentido, lo que no entendía era el porqué, se supone que teníamos un acuerdo de paz, se supone que ya nos llevábamos bien. Mi cabeza creaba un millón causas, pero seguía sin entender su comportamiento.Hoy era la galería, me encontraba nerviosa y emocionada a la vez, quería que ya comenzara, pero también me daba miedo. La gente comenzaba a llegar y los meseros empezaban a repartir copas de champán y algunos bocadillos a las personas que admiraban las fotografías, algunas mías, y otras más de mis compañeros; solo habíamos expuesto cinco: Pitti, paisajes; Ramiro, animales; Ernesto, estilo vintage; Salomé, rostros y yo, desnudos. Cada quien tenía su categoría, cada uno explicaba animadamente cuando le preguntaban sobre algo, todos estábamos realmente entusiasmados por estar aquí.
-Disculpa- una voz llamó mi atención. Giré rápidamente y vi a un señor de edad mayor, de cabello negro con algunas canas, su piel un poco arrugada y levemente encorvado -¿Son tuyas las fotografías?- señaló un cuadro.
-Sí- sonreí -Mariel Morgado, a sus órdenes- estreché mi mano hacia él.
-José Luis de la Cuadra- apretó levemente mi mano -Tu trabajo es bueno- dijo mientras admiraba uno.
-Gracias-
-Hoy en día, los fotógrafos lo único que captan es morbo, lo hacen pornografía solo para vender, tú lo haces porque te apasiona y eso lo refleja- señaló el cuadro.
-Muchas gracias, Señor, sus palabras son gratas para mí-
-Yo era fotógrafo, nunca fotografié desnudos, yo captaba momentos, salía a la calle con mi cámara y fotografiaba a cualquier persona, en cualquier momento, capturaba expresiones reales, usaba un teleobjetivo, así que no sabían que eran fotografiados, y eso exponía, nunca fui muy famoso, pero las veces que expuse, recibí buenas críticas- puso una mano en mi hombro -Tienes talento nato, explótalo- sonrió y se fue.
Después de la galería, regresé al apartamento con una alegría inmensa, había recibido buenas críticas de mis fotografías así que me sentía realmente animada y tenía esa necesidad de compartir mi alegría con Jennifer, puesto que también las buenas críticas iban para la sexy modelo.
Al llegar al apartamento, abrí la puerta y me encontré con Jennifer en el sofá, esperandome, cuando me vio, se levantó del sofá y caminó hacia mí.-Jennifer, debo contarte lo de...-
Interrumpió -Mariel, tenemos que hablar- su voz era neutra.
-¿Pasa algo?-
-Sí- respiró profundo -No puedo seguir con esto, Mariel-
-¿De qué me habl...?-
-¡De tu desorden!- gritó -Estos últimos días los he aguantado, pero ya no lo soporto, es exhausto fingir que no pasa nada cuando las cosas no dejan de suceder-
-No entiendo...-
-Es lo que te digo, Mariel, nunca entiendes las cosas-
-¡Porqué no me dejas entender!- levanté la voz -Solo gritas y hablas sola y cuando quiero decir algo me interrumpes-
-Vamos, sí, explota, grita, saca todo eso que tengas que decir- se cruzó de brazos -Hicimos un acuerdo de paz, pero yo ya no soporto tus desorden- giró sobre sus talones y se fue.
-¿Qué mierda?- susurré mientras me dejaba caer en el sofá.
Nuevamente el tema del orden había salido a la conversación, no entendía el porqué, cada día me esforzaba para cambiar eso, pero nada parecía dar resultado, tal vez no estaba en nuestros planes estar bien, y yo debía dejar de tratar de cambiarlos, no puedes cambiar algo que no quiere ser cambiado. Tenía lógica, demasiada, tenía que usarla.
En la universidad, llegué antes de las clases y busqué a Antonio encontrándolo cerca del vestidor de chicas, en otro momento lo habría cuestionado por ser un pervertido, pero ahora necesitaba un consejo rápido, frío y sincero.
-¡Hey, pervertido!- grité.
Él giró rápidamente y corrió hacia mí -¿Qué carajos te sucede?- me llevó lejos de la zona -No vuelvas a hacerlo-
-Excelente, espero que tú tampoco-
-Joder- soltó una carcajada -¿Qué sucede?- yo lo miré por unos segundos -Esa mirada, ¿Qué fue esta vez?-
-Mi desorden, soy mala persona- agaché la mirada.
-Joder, Mariel- me dio una collega -Si esa mujer no te valora, al diablo con ella- hizo una pausa
-Tienes más de ocho meses detrás de ella, y si somos sinceros, solo se acostaron una vez y estaban ebrias, además de que la mayor parte del tiempo se la pasan peleando; Mariel, piensa, hay cosas que están destinadas a no ser, y aunque las fuerces, jamás pasarán, deja de forzar las cosas, ya diste la tercera oportunidad, esta fue la última--Tienes razón, solo que...- sentí un nudo en la garganta -La quiero- mis ojos ardían -Te juro que la quiero-
Antonio me abrazó y rompí en llanto -Primero debes quererte tú, deja de mendigar un amor que no es para ti-
-No sabes cuanto deseo que sea mío- dije entre sollozos
-Cambiaría a todas las mujeres del mundo por ella, porque ella es imperfecta, es real--Mariel, joder entiende, ya diste tus reservas por ella y nada funcionó, ella no es para ti, tercer fallo, estás fuera- apretó el abrazo y se levantó -Ahora, ven acá-
-¿A dónde iremos?-
-A quitarte la cara de perro maltratado que tienes-
-Me gusta esa cara- sonreí levemente.
-A mí no, aleja a las chicas- hizo una pausa -Puede que tú pretendas ser una solterona amargada que viva con mil gatos, pero yo no, yo quiero ser un joven deseado y cotizado-
-Y mi imagen depresiva no te ayuda-
-Vas entendiendo- pasó una mano por encima de mis hombros y comenzamos a caminar.
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Entre mis letras
De TodoElla era excesivamente ordenada, yo en cambio era el desastre mismo. Lo único que nos unía, era la pasión por la literatura, ¿Qué pasa cuando dos tipos de caos colisionan?, ¿Se mueren, o se unen para crear algo nuevo?