Capítulo Treinta y uno. Un cigarrillo.

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Toda la noche me la pase girando en la cama, cada vez que intentaba dormir, una parte del cuerpo de Jennifer chocaba con el mío, en otras circunstancias le habría quitado la ropa en cuestión de segundos, cómo hace unas semanas, pero tenía en mente que nuestra segunda vez, "si es que la habría", fuera con ambas de acuerdo, sin alcohol, sin provocaciones, sin juegos, solo ella, yo y nuestras hojas en blanco, listas para que cada una dejara la firma en la otra.

-Mariel- escuché un leve susurro
-Mariel-

Giré en la cama -Hmm-

-Mariel- volvió a susurrar.

Abrí mis ojos y vi un seno en mi cara -joder- susurré.

-Oh, lo siento- se quitó rápidamente -Quería encender la luz-

-Sí, descuida- me senté en la cama -¿Qué sucede?-

-Escuché un ruido en la ventana- la señaló.

-Vale, ya voy- me levanté de la cama y fui a la ventana -Está solo- regresé a la cama.

-Vale- gracias. Sonrió ampliamente -A dormir otra vez-

-Gracias por eso- me metí a la cama -Buenas noches- me cobijé.

-Mariel- tocó mi hombro.

-¿Si?- giré en la cama para verla.

-Tengo miedo-

-No hay porqué temer, estoy contigo-

-Veo sombras en la ventana, ¿Puedes cerrarlas?-

-Pero, de la ventana entra la luz de la farola de la calle-

-¿Qué tiene que ver eso?- preguntó confusa.

-Que entra la luz- dije simplemente.

-¿Y?- pensó unos segundos -Oh ya veo- sonrió -Le temes a la oscuridad-

-¿Qué?- me senté en la cama -Pff, ¡Qué va!-

-Entonces cierra las persianas-

Resoplé -Vale- me levanté y caminé a cerrar las persianas
-Enciende la luz de la lámpara-

-¿Para qué?-

-Para ver cuando regrese, es obvio, no quiero chocar o golpearme con algo- levanté los hombros.

-Haré como que te creo- se estiró en la cama y encendió la lámpara.

-Gracias- cerré mis ojos unos minutos y jalé el seguro, dejando caer las persianas sobre la ventana, tapandola por completo -Listo- llegué en dos zancadas a la cama y me metí.

-¿No apagarás la luz?-

-Sí, a eso iba- dejé salir un suspiro y puse mi mano en el apagador -Bien, aquí vamos- cerré fuertemente mis ojos y apagué la luz.

-Mariel- susurró.

-¿si?- dije sin girar a verla y con los ojos cerrados.

-Buenas noches- sentí como se acercó a mí.

-Buenas noches-

-Si tienes miedo puedes abrazarme- susurró en mi oído.

Giré rápidamente y me aferré a su cuerpo -Gracias- susurré contra la coronilla de su cabeza.

-Ahora sí duerme- besó mi barbilla.

Cuando abrí los ojos, una leve línea de sol se colaba por un hueco entre las persianas, giré mi cabeza y vi el reloj "7:58". Moví mi cuerpo y noté que Jennifer aún seguía aferrada a mí, besé su frente y me safé poco a poco hasta que estuve fuera.
Terminé de preparar el desayuno aproximadamente a las 8:46, acomodé los platos en la mesa y exactamente a las nueve de la mañana, salen los padres de Jennifer de su habitación.

Entre mis letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora