Capítulo Cincuenta y ocho. Estamos bien.

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Corté el beso y la aparté lentamente, acaricié suavemente su mejilla y ella cerró sus ojos al contacto, rocé su barbilla y abrió los ojos, sus hermosos ojos, un escofrío recorrió todo mi cuerpo cuando sonrió levemente mientras sus ojos brillaban, sujeté su cara entre mis manos y choqué nuestras frentes, la miré directamente a los ojos, su mirada decía tanto pero a la vez callaba, sentía como mi cuerpo temblaba y un nerviosismo intenso se apoderaba de mí, me acerqué lentamente, como si tuviera miedo, al sentir sus labios junto los míos, un torbellino de emociones lleno mi cuerpo y mi estómago estaba repleto de pequeños cosquilleos, mi corazón latía demasiado rápido; una pequeña contracción invadió mi centro cuando el beso dejó de ser delicado y comenzó a llenarse de deseo, nuestras lenguas comenzaron una guerra entre ellas y nuestras manos dejaron de estar quietas para seguir la figura de nuestros cuerpos, la empujé en la cama y me tumbé sobre ella sin dejar de besarla, no quería hacerlo, no quería dejar de sentirla, sus brazos llegaron a mi cuello y lo abrazaron suavemente, corté el beso y hundí mi frente en almohada, dejé mis manos en su cintura y así nos quedamos unos minutos, disfrutando nuestra cercanía y del calor que emanaban nuestros cuerpos.

Me levanté de ella apoyando los brazos en la cama, la miré a los ojos y emanaron un brillo que me iluminó por completo, sonreí levemente y besé su frente
-¿Estamos bien?-

-Ahora lo estamos- acarició mi mejilla suavemente -Acuéstate a mi lado, quiero sentirte cerca- Asentí con la cabeza y me tumbé suavemente a su lado, abrazando su espalda, respirando el aroma de su cabello y haciendo figuras imaginarias en su vientre -Me haces cosquillas- detuvo mis manos.

-Pero me gusta haberlo- susurré contra su cuello.

-Haz otras cosas- dijo entre leves risas.

Aparté suavemente el cabello de su cuello y comencé a dejar suaves besos y una que otra leve mordida, provocando que dejara salir leves suspiros, mi mano libre comenzó a rozar sus clavículas y con la otra mano me apoyé en el codo para poder besarla fácilmente, atraje su boca hacia la mía y nos fundimos en un suave beso, mi otra mano siguió un camino de caricias hasta hundirse debajo del resorte de su pijama, levanté suavemente sus bragas y comencé a acercarme lentamente a su entrada.

-Despacio- una mano detuvo la mía antes de que tocara su entrepierna.

-Solo dormir- Asentí con la cabeza y saqué mi mano del lugar.

-Solo dormir- Jennifer repitió mis palabras y me dio un leve beso.

A la mañana siguiente, desperté con Jennifer aferrada en mi cintura y su cabeza en mi pecho, dejé un beso en su frente -Buen día- susurré cuando abrió sus ojos.

-Es un gran día- besó mi cuello -Y es viernes- sonrió ampliamente.

-Hay que hacer el desayuno-

-Sí- dejó un pequeño beso en mis labios.

-Puag- hice cara de asco -No te haz lavado los dientes- sonreí ampliamente.

-Eres una boba- hizo un puchero.
-Una boba que tampoco se ha lavado los dientes- dejé otro pequeño beso en sus labios -Anda vamos- la empujé levemente.

-Pero si me lavo los dientes antes de desayunar la comida sabrá raro- se tapó la cara con la almohada.

-No seas puerca- comencé a picar sus costillas.

-¡No, Mariel!- comenzó a decir entre carcajadas -¡Detente!- llevó sus manos a su abdomen -¡Me haré pipí!- sus carcajadas eran más altas.

-Excelente- me detuve -Ve al baño, haz pipí y lávate los dientes- sonreí ampliamente.

-A veces eres odiosa- se acercó a mí con una sonrisa.

-Solo un poco- soplé cerca de su cara.

-Y un asco también- me empujó levemente -A ti también te falta lavarte los dientes- me jaló del brazo.

Mientras hacíamos el desayuno, perdíamos el tiempo en besarnos, o bueno, en realidad yo la jalaba para besarla, sentía que no era real, pensaba que todo era un sueño y que al despertar estaríamos separadas y ella odiandome.
Me gustaba oírla suspirar entre besos, o cuando sus manos apretaban suavemente mi espalda, pero lo que me volvía loca, era ver cómo mantenía sus ojos cerrados segundos después de alejarme de sus labios y la enorme sonrisa que esbozaba cuando me veía.

-Me voy a desgastar- dijo mientras guardaba las cosas en la alacena.

-¿Qué?- espabilé un par de veces.

-Si me miras demasiado me voy a desgastar-

-No quiero dejar de mirarte- comencé a caminar hacia ella -Me da miedo pensar que no es real-

Giró para verme -Mariel- me cogió de las mejillas -Soy real, eres real, esto es real- dejó un pequeño beso en mis labios -Sé que te he hecho insegura y temerosa de lo que hay entre nosotras, y te pido disculpas por eso, pero ahora estamos juntas, es nuestro momento-

Descansé mis manos en su cadera -¿Y esta vez cuándo va a durar el momento?-

-El tiempo que lo hagamos durar- beso mi frente. Cerré mis ojos en el contacto -Ahora estoy contigo, antes nos separaban muchas cosas, ahora no, hay obstáculos pero sé que podemos brincarlos juntas, ¿Saltas conmigo?-

-Sin protección ni nada- me acerqué para besarla -A lo kamikaze- susurré contra sus labios.

Después del desayuno, nos fuimos a la universidad, habían cambiado horarios así que entrábamos a la misma hora, pero yo salía antes. Una vez fuera de su salón, la besé nuevamente para despedirla.

-Señoritas, separense por favor- una voz autoritaria nos hizo separarnos de un salto.

-¡Salma!- Jennifer la empujó levemente con una sonrisa.

-Así que... ¿Están juntas?- preguntó con una amplia sonrisa.

-Estamos bien- respondí mientras miraba a Jennifer.

-Me alegro por eso- vio a Jennifer
-Vamos, hay que entrar- la jaló del brazo.

-¿Te veo después?-

-Estaré esperando por ti- sonreí levemente.

-Llegaré lo más pronto posible- se jaló de Salma y me dio un suave beso -Espérame- dijo antes de entrar.

-Lo haré- susurré.

Estando en clases, me sentía con una energía excesiva y unas ganas inmensas de sonreír todo el tiempo, además de correr por toda la universidad gritando que estaba con ella.

-Alguien está feliz hoy- Antonio se sentó a mi lado.

-¿Se nota mucho?-

-Tienes una sonrisa que se ve a kilómetros- sonrió -¿Qué sucede?-

-Estoy con Jennifer- mi sonrisa se amplió tanto que me dolieron los pómulos.

-Debo admitir que esta vez me alegro por eso-

-¿Esta vez?-

-Sí, las veces pasadas no, pero ahora, espero que sea diferente-

-¿Por qué lo dices?-

-Piensa, si ustedes hubieran estado juntas desde el principio, habrían terminado odiandose por sus problemas, que serían limpieza y orden, que son los más básicos- hizo una pausa
-Ahora, tú no eres tan desastrosa y Jennifer mejoró su obsesión por la limpieza, si pudieron superar ese problema de gran magnitud, pueden con cualquier obstáculo-

-Pero no estábamos juntas cuando arreglamos eso...-

-Lo estaban- interrumpió -Pero no estaban bien- sonrió victorioso.

-Ahora estamos bien- sonreí ampliamente.

-Manténgalo así- dio unas palmadas en mi hombro.

-Eso haremos- asentí con la cabeza.

Entre mis letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora