Capítulo. Setenta y tres. Una pérdida.

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Los días iban pasando, y a decir verdad, demasiado tranquilos, Mariel iba con la psicóloga todos los viernes, y el resto de la semana se perdía entre el estudio y la universidad, solo algunos días, raros días se quedaba a pasar tiempo conmigo, pero estaba tan agotada que terminaba durmiendose a la mitad del acto. Comenzaba a frustarme, no por la falta de sexo, si no por su falta de atención; entendía que tenía mucho trabajo atrasado por las "vacaciones", que se tomó sin avisar, pero, sentía como si se hubiera olvidado de mí.
Cuando salí de la habitación para desayunar, encontré una nota en la mesa y el desayuno preparado, sonreí ampliamente y caminé a la mesa, cogí la nota y la lei.

«Buen día, princesa; salí temprano, tenía que ayudar en biblioteca, un beso».

Desayuné en silencio y me vestí rápidamente para llegar más pronto a la universidad y buscar a Mariel antes de entrar a clases.

Una vez en la biblioteca, busqué a Mariel por los estantes, pero no estaba por ningún lado, caminé hacia el área de lectura y la vi hablando animadamente con un grupo de chicas sobre algún libro en particular, pero podía notar a leguas los intentos de flirtear con Mariel. Caminé más rápido y le tapé los ojos, poniendo mis manos sobre sus gafas y sentí como sonrió después de segundos.

-¿Quién soy?- dije cerca de su oído.

-Jennifer- giró y me besó delicadamente -¿Qué haces aquí?-

-Vine a buscarte- levanté los hombros.

-Mar, ¿Seguiremos charlando sobre el tema?- una chica se acercó a ella.

-No, después- le sonrió y ella asintió para después irse.

-¿Club de lectura?- pasé mis manos por encima de sus hombros abrazando su cuello.

-Tenían dudas sobre un libro- abrazó mi cintura.

-¿Nos quedamos solas?-

Mariel miró por encima de mi hombro -Sí, creo que sí- me miró -¿Por qu...?-

La interrumpí con un beso, un beso que rápidamente subió de intensidad, las manos de Mariel dejaron mi cintura y fueron a mi trasero, levantandolo y haciendo que mis piernas rodearan su cintura, me pegó más a su cuerpo y me chocó contra un estante, me sentó ahí y besó mi cuello mientras abría los botones de mi camisa de vestir, bajó en un camino de besos y se dedicó a besar la parte superior de mi pecho, sus manos corrieron de mi cintura a mis piernas, levantando mi falda para poder tocarlas mejor. El calor era realmente notable, nuestra respiración era rápida y pesada, y la excitación aumentaba considerablemente.

-¿Un lugar más privado?- susurré contra sus labios.

-Solo está el baño- dijo con la respiración entrecortada.

-Vamos allá- me bajé del estante y la jalé rumbo al baño.

Llegando al lugar, cerré la puerta con seguro y me lancé a los labios de Mariel, el espacio era pequeño, lo cual provocaba que estuviéramos más cerca. Mariel me cargó nuevamente pero esta vez me sentó en la letrina del váter, dio un paso hacia atrás y me quitó las bragas, dejándolas en algún lado del lugar, se paró en medio de mis piernas y subió mi falda, dejando a la vista mi centro, pasó sus dedos por mis labios mayores y me miró.

-¿Cuál era esa palabra que decías mucho?- preguntó mientras se acercaba a mis labios.

-Bésame- susurré antes de jalarla del cuello de su blusa.

Nos besamos con gran necesidad y deseo, mis manos buscaron el dobladillo de su blusa y se la saqué rápidamente, rompiendo el beso unos segundos, Mariel abrió el broche delantero de mi sujetador liberando mis senos y dejó salir un leve gemido al verlos, se acercó a besarlos y lamerlos suavemente, mis piernas abrazaban su espalda baja y la empujaban hacia mí, en un intento de maximizar la sensación en mi centro.

Entre mis letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora