Capítulo Treinta. Tentaciones.

132 6 2
                                    

Llegando al apartamento, mis padres fueron directo a la habitación y nosotras nos quedamos en el recibidor, afortunadamente no volvieron a tocar el tema de los padres de Mariel, cosa que agradecí totalmente, se me estaban agotando las ideas para evadir esas preguntas y podía notar la evidente incomodidad en Mariel después de cada comentario sobre su familia.

-Gracias- se sentó en el suelo.

-¿Por qué?-

-Por no dejar que preguntarán sobre mis padres-

-No tienes que agradecer-

-¿Qué tal tus vacaciones?-

-Estuvieron bien, conocí varios lugares de aquí-

-¿Fueron al puente de la salida?-

-No, ¿Dónde queda?-

-Ven- se levantó y caminó a la puerta -Ven, desde aquí no se ve-

-¿A dónde iremos?- me levanté.

-A la terraza- sonrió.

Una vez en el lugar, Mariel no se despegaba del muro del centro
-¿Ves dónde se ve un pequeño puente de madera?- señaló a lo lejos.

Seguí la dirección de su dedo y logré ver un poco -Sí, lo veo-

-Bien, cruzando ese puente hay un pequeño manglar-

-Desde aquí no se ve-

-Lo sé, hay que caminar un poco-

Me acerqué al muro que delimitaba la terraza -Mira, desde aquí se ve un reflejo, debe ser agua-

-Te creo- sonrió nerviosamente.

-Acércate- caminé a ella.

-No, estoy bien aquí-

La toqué y estaba helada -¿Pasa algo?-

-Tengo vértigo, pánico a las alturas-

-¿Entonces por qué venimos?-

-Para que vieras el puente, hay que bajar- comenzó a caminar hacia atrás.

-Vale, vamos- caminé a las escaleras y bajamos.

POV. Mariel.
Llegamos a la habitación y me dejé caer en la cama, Jennifer se desvió hacia mi estante y observó los libros -¿Cómo tienes tantos libros?-

-Suelo ser voluntaria en las bibliotecas, cada vez que hacen un conteo, los libros maltratados se mandan a la fábrica para destruirlos y crear nuevos, normalmente si el libro llama mi atención lo pido y me lo regalan- me senté y apoyé mis pies en el suelo -Cada año regalo todos los libros que tengo-

-¿Por qué?-

-Porque sé o quiero creer, que habrá más gente que los va a leer- sonreí.

-Es un buen pensamiento- imitó mi gesto. -Gracias-

Dejó los libros y abrió mi armario -¿Por qué no tienes nada color rosa?-

-No es un color de mi agrado-

-¿Por qué te hace ver como princesita?- dijo en tono de burla.

Pensé en decirle la verdad, pero lo oculté -Sí, me hace ver vulnerable- sonreí.

-El rosa no es tan malo- se sentó a mi lado -Yo uso rosa-

-Te ves bien con ese color- la miré unos segundos.

-Gracias- se levantó -Iré a cambiarme de ropa-

-Vale, yo estaré aquí, leyendo o dibujando, lo que inspire primero-

Entre mis letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora