Capítulo Cuarenta y siete. Todo cuadra.

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Todo estaba cayendo en el lugar que le corresponde, así como el "Tetris", el cubo en el lugar del cubo, la barra en el lugar largo, las cosas estaban yendo por buen camino, Jennifer había cambiado algunos aspectos, ya no era tan obsesionada, aún tenía su ritual de limpieza, pero ya no era tan exigente, y yo, trataba de ser más ordenada, dejar las cosas en su lugar y cuidar de no olvidar cosas, pero en el fondo pensaba que Jennifer aún quería que fuera más ordenada.

POV. Jennifer
Las semanas pasaban y mi relación de convivencia con Mariel mejoraba día con día, ambas nos esforzabamos para hacer las cosas bien y a mi punto de vista, estaban dando resultado.
En la universidad, a la hora del receso, la busqué con la mirada pero no la ubiqué, solo vi a Antonio, solo en una mesa, miraba a la nada y mordía su emparedado para después masticar muy lento, me levanté y caminé hacia él.

-Hola- dije mientras llegaba.

-Hola- me miró de reojo -¿Buscas a Mariel? No está desde ayer- volvió a morder su emparejado.

-¿Y dónde está?- pregunté mientras me sentaba.

-Salió a una sesión fotográfica- dejó su emparedado en la mesa y me miró -¿Qué no la viste en el apartamento?-

-No, desde anoche-

-Uhh- soltó una leve risa.

-¿De qué era la sesión?-

-Desnudos- dijo simplemente.

-Oh- solté molesta.

Apoyó sus codos en la mesa
-Mira, Jenny, sé lo que pasa entre tú y Mariel, ella es tan ingenua que necesita de alguien para que le haga ver que no todo es como ella cree, así que voy a pedirte un favor- yo asentí -Si Mariel quiere rehacer su vida con alguien más, déjala, tú tuviste tu oportunidad, la hayas sabido aprovechar o no, es tu problema- me miró unos segundos -Y si intentas enamorarla como le dijiste, espero se te ocurra una forma muy ingeniosa de hacerlo, y esta vez, no le rompas el corazón, se me acaban las tiritas adhesivas- cogió su emparedado.

-Vale, ya- él giró su cabeza para verme -Sí, sé que hice mal con Mariel, juro que cada día intento reparar el daño, pero me abruman con eso-

Sonrió débilmente -Eso mismo sintió Mariel cuando le restregabas en la cara que te había engañado, ¿A qué sabe un mordida de tu propio pastel?- me guiñó un ojo y se levantó.

-Espera- él se detuvo -Lo lamento, sé que la víctima en todo esto nunca fui yo, si no Mariel, pero, quiero cambiar, por ella, por nosotras, para estar bien...-

-No- negó con la cabeza mientras se volvía a sentar -Ninguna es víctima, no hay víctimas en una relación, hay idiotas, por permitir que una persona las haga sufrir y entre tú y Mariel compiten por ver quien es más gilipollas que la otra-

-Eso es un poco ofensivo-

-Es realista, Jenny- hizo una pausa -En todos estos meses que conozco a Mariel, la he visto quebrarse la cabeza para complacerte y la he visto llorar más veces que reír y todo eso lo provocas tú, eres dueña de sus emociones, lo cual desapruebo totalmente, y sé que en el fondo ella lo detesta, pero no puede evitarlo, todos sus días son lo que tú quieres que sean-

-No entiendo, tu forma de hablar es tan confusa-

-Tienes que verlo como tercera persona para poder entender- se levantó -Ahora si me permites, debo ir a clases- comenzó a caminar lejos de mí.

Al llegar al apartamento me extrañó totalmente verlo vacío, había comida en la cocina pero no había rastros de Mariel, hasta que vi su mochila cerca del sofá, me acerqué a su habitación y pegué la oreja.

Entre mis letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora