Capítulo Sesenta y dos. Cuestión de confianza.

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Pasaron excelentes minutos de un magnífico delirio, Jennifer se sentó en mi cadera y puso sus manos en mi vientre -Mariel, no- dijo con la respiración agitada.

-Pero...- me senté en la cama y abracé su cintura -Ya te estabas dejando llevar- besé justo en medio de sus senos.

-Oh...- Jennifer presionó mi cabeza contra su pecho -Aún tienes la férula- dijo después de varios minutos.

-Joder...- me dejé caer de espaldas en la cama -Tienes un mágico poder para acabar con el deseo-

-No sé si es un halago- se tumbó a mi lado.

-Eres tú- sonreí -Y eso, es mejor que todo-

-Mariel, deja de seducirme- soltó una leve risa -Pero debo admitir que fue hermoso- besó mi mejilla.

-Tal vez al próximo intento-

-Piensa en tu próxima jugada-

-Descansa- besé su frente.

POV. Jennifer
A la mañana siguiente, Jacobo nos llevó a la terminal y nos despidió con la condición de visitarlos nuevamente, a lo que Mariel solo respondió con un: "Espero sea pronto", y corrió lo más lejos que pudo del hombre.
El trayecto de regreso fue callado, Mariel estaba en su móvil buscando los teléfonos de algunas psicólogas para agendar una cita y recibir ayuda profesional.

-¿Por qué solo chicas?- pregunté después de minutos.

-No entiendo-

-Has pasado cuatro psicólogos disponibles y los rechazas, pero insistes cuando son psicólogas- hice una pausa -¿Por qué?-

-No lo sé, no me siento cómoda con hombres, es extraño- levantó los hombros.

-¿Acaso buscas chicas para engañarme?-

-¿Tan obvia soy?- preguntó fingiendo sorpresa.

-Demasiado- sonreí ampliamente -Pero, piensa, esas chicas no tendrán lo que yo-

-Eres muy confiada- negó con una amplia sonrisa.

-Sé lo que tengo- me acerqué a ella -Y cómo usarlo- besé la comisura de sus labios.

-Oh, nena- susurró -Yo también tengo mis trucos- deslizó una mano por la parte interna de mi pierna.

-¡Dios!, Mariel- quité su mano rápidamente -Venimos en un autobús- la miré alarmada.

Se levantó y miró alrededor -Está casi vacío-

-Mariel, no- crucé las piernas -No ahora- le di un guiño y sonreí.

-Oh, sí que eres malvada- se recostó en mis piernas -No sabes lo mucho que me encanta estar aquí- besó mi rodilla.

-¡No!- brinqué levemente -Me das cosquillas- quité su cabeza.

-En otras ocasiones me detienes ahí- dijo mientras se levantaba.

-Mariel- dije apelada.

-Es verdad- levantó los hombros
-Llegamos- se levantó y bajó su mochila del guarda equipaje
-Vamos-

Llegamos al apartamento y me dejé caer en el sofá -Estoy agotada-

-Ve a la habitación, en unos minutos te llevo de desayunar-

-Te ayudo- me levanté -No me quiero arriesgar a que le pongas algún estimulante sexual a mi comida-

Mariel soltó una carcajada -Eres muy desconfiada de mí-

-Te conozco- me acerqué a ella.

-Ugh, golpe bajo- sonrió y dejó un leve beso en mi frente -Igual solo iba a ser cereal con leche- levantó los hombros.

Entre mis letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora