Capítulo Cuarenta. Soy yo.

129 5 0
                                    

Entré a la habitación y cerré la puerta a mis espaldas, me quedé recargada en la puerta unos minutos y después me deslicé por ella hasta sentarme en el suelo, flexioné un poco las rodillas y apoyé mis brazos en las mismas, no sabía si había sido la mejor forma de hacerlo, pero era la única en la que podía estar un poco más tranquila, o mínimo creer eso.
Estuve atenta a cada sonido del apartamento, pero no hubo nada, lo cual me preocupó más, me levanté del suelo y caminé a la cama, tal vez mañana con más tranquilidad podríamos hablar bien y yo podría resolver sus dudas de una forma pacífica y llena de respeto. O eso quería creer.

Había perdido la noción del tiempo y me daba miedo girar a ver el reloj, no quería saber cuantos minutos, o cuantas horas habían pasado desde que ella supo la verdad, quería quedarme en ese estado siempre, inerte, en ese mismo lugar y esperar a que me perdonara y viniera por mí, quería pensar que lo tomó bien, quería creer que era lo que esperaba, que pudo resolver el rompecabezas desde antes y yo le di la pieza faltante, pero no fue así, cuando oí un portazo supe lo que significaba.

POV. Jennifer.
Me quedé viendo el papel por varios minutos, las letras eran confusas y era difícil entender su verdadero mensaje, no entendía a que se refería o sobre que estaba hablando.

«Yo soy eso que te hace sonreír frente una hoja de papel, yo soy eso que te hace sentir mariposas después de leer, yo soy eso que te hace suspirar por una frase, yo soy eso que en lo que piensas antes de acostarte, yo soy eso que intentas armar en tu pared, yo soy eso a lo que inconscientemente comenzaste a querer».

Después de leer el texto varias veces me sentía más confundida, no tenía sentido, cuando quise doblar el papel, noté que había un trozo de papel pegado con un poco de cinta adhesiva, lo arranqué con cuidado y era la última parte del retrato, los labios, parte del mentón y mejillas, además del cuello. Me levanté de un brinco y corrí a la habitación dejando la puerta abierta de la emoción, por fin conocería por completo a mi admiradora secreta, por fin le pondría imagen a la dueña de mis suspiros, dejé el papel en la cama y pegué la parte faltante en el rompecabezas.

Lo que vi me dejó echa piedra, esa chica tenía un parecido extraordinario con Mariel, varios de sus rasgos característicos de su rostro estaban plasmados en esa hoja, pero un poco distorsionados por los dobleces y una mala unión de los bordes; había un pequeño doblez en la esquina de la hoja y lo desdoblé con cuidado, era la firma "Mar28:2".
Mi mente comenzó a crear miles de ideas, tal vez ellas se conocían y Mariel le había hecho el dibujo para mí, lo cual no tenía sentido puesto que Mariel trataba de conquistarme cada vez que tenía oportunidad, o tal vez Mar no le dijo que era para mí y ambas luchan por mí sin saber, o eran parientes, y en ese momento, recordé el escrito que me dio Mariel, caminé a la cama, leí la primera frase "Yo soy eso que te hace sonreír frente una hoja de papel", me sentía mareada y tenía una sensación terrible de náuseas, volví a leer el escrito completo, pero esta vez viendo el dibujo y todo cobró sentido para mí. Mariel era "La Mar", las letras, los dibujos, los poemas, los detalles, todo era de ella, me había estado engañando todo este tiempo, había estado jugando conmigo desde el principio. Mi cabeza era un lío y mi cuerpo un derrame de emociones, todas querían salir, todas querían expresarse, pero a la vez, todas cedían ante una, la ira. "¿Cómo se atrevió a tomarme el pelo de esa manera? ¿Acaso pretendía sostener esa farsa por siempre? ¿Cuánto tiempo le habría llevado crear ese plan? ¿Por qué había decidido enamorarme fingiendo ser alguien más?". Arrugué el papel en mis manos y lo arrojé al suelo, arranqué el dibujo de la pared y lo tiré encima de la hoja, tenía tanta ira acumulada que sentía que mi cuerpo iba a explotar. Necesitaba una jodida explicación o mínimo sacar todo el rencor que tenía hacia Mariel.
Salí de la habitación y la cerré de un portazo tan fuerte que sentí la pared vibrar, pero me no importó, llegué a la habitación de Mariel y golpeé la puerta con tal fuerza y comenzaba a aflojarse.

-¡Abreme!- comencé a gritar
-¡Abre la puñetera puerta, Mariel!- Saqué todo el aire de mis pulmones y espere, escuché un "Click", y entré echa la furia
-¡¿Cómo pusiste, Mariel?!- tenía mi cuerpo inundando en ira.

-Yo puedo explicarlo...-

interrumpí -¡¿Explicar qué?!- comencé caminar hacia ella
-¿Qué me mentiste? ¿Qué jugaste conmigo?-

-No, jamás jugaría contigo-

-Pues que irónico que lo digas, lo acabas de hacer- le di una bofetada tan fuerte que volteó la cara -Solo tengo una pregunta- hice una pausa -¿Por qué? ¿Por qué me mentiste? ¿Por qué fingiste ser otra persona?- dije al borde de las lágrimas.

-Por miedo, tenía miedo de que al saber que yo era "La Mar", te alejaras, pero si me dejas explicarte, entenderás todo-

-No- di un paso hacia atrás -Tu peor miedo se hizo realidad, aléjate de mí- comencé a caminar fuera de la habitación, pero Mariel me cogió del brazo.

-Solo déjame explicarte- me miró fijamente, sus ojos estaban inundados en lágrimas y su rostro expresaba tristeza.

-Quiero estar sola, Mariel, o La Mar- me safé de su agarre -Ni siquiera se quién eres en realidad- la miré con desprecio.

-Soy eso que conoces, la de los escritos, la de los juegos, la de los dibujos, la de las discusiones, soy yo, siempre fui yo- se acercó otra vez.

-Tengo miedo- admití.

-¿De qué?- su voz comenzaba a quebrarse.

-No lo sé, soy un manojo de emociones-

-Ven aquí- estiró un poco sus brazos.

-No- nuevamente la ira se abría paso -No volveré a caer en tu juego- la empujé fuertemente -No volverás a mentirme, desde hoy tienes un dos semanas para largarte de aquí- abrió los ojos cómo platos -Y si no te vas, cumpliendo el mes me voy yo- dije antes de salir.

-¡Jennifer, espera!- escuché como corría y cerré con seguro la puerta de la habitación -Por favor- dijo entre sollozos -Solo escúchame-

Me senté con la espalda recargada en la puerta y abracé mis rodillas, a los pocos segundos miles de lágrimas inundaron mis sentimientos - ¡Aléjate, Mariel!- grité entre sollozos.

-Jennifer, por favor, escúchame- dijo en un tono apenas audible.

-Solo déjame sola- volví abrazar mis rodillas.

-Jennifer- golpeó levemente la puerta.

-¡Déjame sola, Mariel!- grité tan fuerte que sentí vibrar mis oídos.

-Te quiero- susurró.

Esa palabra tuvo el poder de confundirme al doble, no sabía cómo reaccionar, tenía miedo, ira, tristeza, resentimiento, culpa, una y mil emociones peleando en mí, todas luchando a muerte para poder salir, pero yo las reprimía, no quería que saliera ninguna, o podría ser una bomba de tiempo.
Perdí la noción del tiempo, me dolía la espalda y tenía el trasero entumido; me levanté con mucha pereza y a pasó lento llegué a la cama, me tumbé en posición fetal, abracé mis rodillas y dejé que mis lágrimas mojaran mi almohada, las dejé correr por mis mejillas hasta chocar en la tela y perderse en el relleno, quería odiarla por engañarme de esa forma, pero una parte de mí se moría por oír su versión, tal vez yo no la vi desde la perspectiva correcta y su historia podría hacerme comprender cosas que no sabía. No lo sé. Necesitaba pensar, lejos de ella, lejos de todo. Tenía miedo de que al verla, pasara una desgracia, la primera, que me lance a sus brazos y olvidé todo lo ocurrido, o que la muela a golpes. Cualquiera de las dos sería un problema en el futuro, antes de volver a tener una relación con Mariel, tenía que resolver todas mis dudas, pero aún no me sentía preparada.

Entre mis letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora