Capítulo Sesenta y dos. Cuando el amor se convierte en poesía.

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Nuestros besos no tenían un ritmo constante, eran apasionados, pero delicados, bruscos pero lentos, el beso tomaba un ritmo profundo y fuerte, pero en cuestión de minutos se hacían lentos y suaves, eran realmente perfectos.
Una de mis manos tocó suavemente su rostro y fue bajando lentamente hasta llegar al botón de sus pantalones, bajé la intensidad del beso y lo desabotoné, dejé mi mano estática en ese lugar, esperando alguna señal para continuar, un leve apretón en mi brazo, me dio la señal que esperaba, bajé la bragueta y corté el beso, hice un camino de besos lentos comenzando su cuello, seguido del centro de sus pechos, justo debajo de la unión del sujetador y continué hasta llegar al borde superior de sus pantalones, me detuve y levanté mi vista para verla, ella sonrió levemente y llevé mis manos a el borde y comencé a deslizarlo por sus piernas, rozando suavemente con las yemas de mis dedos su piel, cuando llegó a sus tobillos usé un poco de más fuerza y los saqué por completo, hice nuevamente un camino de besos húmedos hasta sus labios y volví a besarla, Jennifer aumentó la intensidad del beso y me giró en la cama, quedando ella arriba y yo en medio de sus piernas, apoyó sus manos a mis costados y se levantó, despegando nuestros labios y sentándose en mis piernas.

-Esto no me deja sentirte- llevó sus manos al botón de mis pantalones y lo abrió, bajando la bragueta al instante, se levantó y comenzó a bajar mis pantalones a tirones, una vez los sacó por completo, se sentó nuevamente en mis piernas y se quedó ahí, quieta, viéndome.

Me levanté con ayuda de mis codos y llegué a ella, Jennifer cruzó sus piernas por detrás de mi espalda baja, abrazó mi espalda y dejó su cabeza en mi hombro, comencé a sobar lentamente su espalda y dejé un pequeño beso en su cuello. Quitó su cabeza lentamente y cogió mi cara entre sus manos, me miró por unos segundos y sonrió para después besarme con una delicadeza tan marcada que nuestros labios apenas se rozaban, mis manos dejaron de sobar su espalda, una fue a su nuca, enredando mi mano en su cabello y la otra buscaba a tientas el broche de su sujetador, rápidamente lo abrí y me alejé un poco para tener espacio y sacarlo, Jennifer no perdió tiempo e igualmente desabrochó mi sujetador, sentir el contacto de sus pechos junto los míos fue realmente alucinógeno, mi cuerpo vibró y mi corazón latía tan rápido que sentía rompería mi caja torácica, sus pezones erectos entraron en contacto con los míos y apreté su espalda contra mí para maximizar la sensación, una sensación que no quería dejar de sentir. Un leve gemido salió de su boca cuando dejé de besar sus labios y me enfoqué en morder suavemente su cuello y mis manos llegaron a apretar levemente su trasero, Jennifer abrazó más fuerte mi espalda, cortando la nula distancia que había entre nosotras, nuestras respiraciones eran cada vez más pesadas, una fina capa de sudor comenzaba a cubrir nuestra piel y el calor de nuestros cuerpos comenzaba a quemar el aire.
Mis labios se dedicaban a ir desde sus clavículas hasta su boca, saboreando la combinación del dulce perfume y lo salado de su piel y mordiendo suavemente para oír sus leves suspiros en mi oído, cuando sentí que su cuerpo comenzaba a frotarse contra el mío, la sujeté fuertemente del trasero y en un movimiento rápido la alcé y la dejé caer en la cama, sus piernas rodearon mi cintura obligándome a no moverme de ese lugar y unir suavemente nuestros centros. Apoyé mis codos en la cama y comencé a balancearme lentamente, las manos de Jennifer arañaban suavemente mi espalda baja y nuestros besos eran interrumpidos por los gemidos que salían de nuestros labios. Sentía como su cuerpo pedía más, como su centro rogaba por más atención y sus pechos esperaban ser estimulados, corté el beso y apoyé mis rodillas en la cama, quité con cuidado las piernas de Jennifer y me senté sobre mis pantorrillas, le sonreí de medio lado y me tumbé a un lado de ella, pasé una mano suavemente por el centro de sus pechos, apenas rozandolos, ella cerró los ojos para maximizar la sensación.

Cogí sus muñecas con cuidado y las puse encima de su cabeza
-Mantenlas así- susurré.

Ella solo asintió, me senté sobre su cadera y rocé las yemas de mis dedos desde el elástico de sus bragas, hasta llegar a sus clavículas, después, desde debajo de sus axilas, hasta rodear todo se seno, coordiné ambas manos y comencé a hacer un espiral desde sus clavículas hasta el centro de sus senos, pero sin tocar los pezones, nuevamente con ambas manos comencé a abrir y cerrar, esta vez, apenas rozando la aureola de los pezones, podía notar la pelea interna de Jennifer por no mover sus manos, pero también veía su deseo por tocarme y que yo la tocara más, pero yo tenía otros planes para esa noche. Cubrí sus pechos con mis manos y las giré de un modo que mis pulgares rozaran sus pezones y mis dedos estuvieran a sus costados, mis pulgares hicieron suaves círculos alrededor de la aureola y mis dedos daban leves golpecitos en sus senos, la respiración de Jennifer era cada vez más densa y sus ojos me miraban suplicantes, retiré mis manos y bajé mi cabeza para besar el centro de sus pechos, pero al sentir las manos de Jennifer en mi cabeza, me levanté y la miré mientras negaba con la cabeza.

Entre mis letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora