Capítulo Diez. Pequeñas cosas.

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POV. Mariel
Dejé dormida a Jennifer mientras calentaba el desayuno, decidí durar más de lo normal para darle tiempo descansar. Una vez todo listo dejé las cosas en la mesa y caminé hasta Jennifer, la cual estaba en posición fetal dentro del sofá, la cargué en brazos y la llevé a su habitación; regresé a por el desayuno y volví a su habitación, dejé las cosas en la mesita de noche y golpeé levemente su brazo.

-Hey, Jenn, despierta-

-Umm- se revolvió en la cama.

Me acerqué a su oído -Despierta, está el desayuno-

Giró y nuestras narices chocaron -oh- susurró.

Nos quedamos viendo a los ojos unos segundos hasta que aparté la mirada -No me mires a los ojos, o puedo decirte más cosas de las que deberías saber- me aparté rápidamente.

-¿Cómo qué?-

Comencé a ponerme nerviosa
-Dijis... dijiste que que... querías a...ambos, ¿no?- dejé en su plato las cosas -Aquí ti...tienes, yo iré
a... a fuera- me alejé rápidamente y salí de la habitación.

Cerré la puerta a mis espaldas y caminé a la mesa, había dejado mi café en la mesa y por el frío que hacía, faltaría poco para que se enfriara. Me senté y jugué un poco con la taza fría mientras pensaban en lo ocurrido, la tuve tan cerca que había podido sentir como su respiración se había acelerado y hasta pude notar como sus ojos comenzaban a leer los míos, lo cual me asustó por completo, no quería que me leyera, no quería que supiera quién soy, no aún.
Terminé el café y caminé hacía el fregadero, lavé la taza y caminé a mi habitación, pero antes, pasé por la de Jennifer para recoger su taza, entré lentamente y cogí las cosas, caminé hacia la puerta, pero algo llamó mi atención, me acerqué lentamente y observé con delicadeza. Era el dibujo del ojo que le había enviado, pasé mis dedos por el dibujo, apenas rozandolo, sonreí ampliamente y dejé salir un suspiro, me alejé del lugar y salí nuevamente.
Entré en mi habitación y me senté en la cama, cogí el cuaderno que estaba encima de la almohada y lo abrí en una hoja especial, donde estaba mi autoretrato. Arranqué otro trozo del dibujo y escribí al reverso.

«De todos mis delirios y mis cuentos, pensar en ti mejorado el argumento».

Salí de la habitación y metí la nota en el bolso delantero de su mochila, regresé rápidamente y vi el estuche color negro recargado en la pared, caminé hacia el y lo abrí dejando ver una guitarra electroacústica, color café claro con detalles en negro, la saqué por completo y regresé a la cama, me senté en el borde y rocé levemente las cuerdas, el sonido que emitió provocó una enorme sonrisa, quité el collar de mi cuello y lo cogí por el colgante, (el cual era una púa de metal), acomodé mis dedos en un acorde y comencé a tocar el ritmo de una melodía que conocía bien.

«Uno se cree, que las mató el tiempo o la ausencia, pero su tren dio boleto de ida y vuelta... son aquellas pequeñas cosas, que nos dejó un tiempo de rosas, en un rincón, en un papel o un cajón...
Cómo ladrón, te acechan detrás de la puerta, te tienen tan a su merced como a hojas muertas, que el viento arrastra y hago aquí, que te sonríen tristes y, nos hacen que lloremos cuando nadie nos ve, son aquellas pequeñas cosas, que nos dejó un tiempo de rosas, en un rincón, en un papel o un cajón... Cómo ladrón, te acechan detrás de la puerta, te tienen tan a su merced como a hojas muertas, que el viento arrastra y hago aquí, que te sonríen tristes y, nos hacen que lloremos cuando nadie nos ve».

Dejé la guitarra de lado y sequé mis lágrimas con el dorso de mi mano, me levanté y fui hacia la pequeña repisa para libros que había hecho, cogí un viejo diccionario de pasta dura bastante maltratada y un poco dañado por el fuego, color verde oscuro, con algunas líneas paralelas color dorado en el lomo de este, al igual que las letras con la leyenda "Diccionario". Lo saqué y rocé la pasta suavemente, soplé el polvo y lo abrí, revelando un pequeño y viejo trozo de manta color rosa, acaricie lentamente la tela y una lágrima rodó nuevamente mi mejilla, "Estas eran mis aquellas pequeñas cosas".

*********Flash Back*********
-¿Solo esto?- pregunté sorprendida mientras veía la manta y el libro.

-Sí, fue lo único que había en la caja-

-¡No puedo creelo!- empujé las cosas lejos de mí -¿Quién me trajo?-

-Mariel, no creo que sea...-

Interrumpí -¡Quiero saber!-
Dejó salir todo el aire de sus pulmones -Nadie, te dejaron en una caja fuera de aquí, cubierta con esa manta y ese diccionario debajo de tu cabeza- dijo sin mirarme -Lo siento-

Me quedé echa piedra unos segundos -No tienes que disculparte, no fue tu culpa de que mis progenitores fueran unos hijos de puta- dije con la mandíbula apretada -No quiero esas cosas- me levanté de la silla
-Iré a quemarlos- los cogí y salí del lugar con los labios y el ceño fruncido.

-¿A dónde vas?- escuché una voz a lo lejos pero hice caso omiso.

Llegué al jardín y arrojé las cosas al suelo, saqué el encendedor del bolsillo trasero de mis pantalones, lo encendí y arrojé encima de las cosas, después de varios minutos se comenzaron a quemar, me quedé viendo el espectáculo unos segundos cuando siento que alguien toma mi mano, automáticamente desvío mi mirada y la veo llorando.

Me puse en cuclillas para estar a su altura -¿Qué sucede, pequeña?- dije con voz dulce.

-No quemes esas cosas- sorbió su nariz -Es el único recuerdo que tendrás de tu familia-

Giré la cabeza rápidamente hacia la hoguera que se había formado -Mierda- corrí y traté de apagar el fuego, una vez lo logré me dejé caer de rodillas sobre el césped.

-Al menos tienes un recuerdo- sonrió débilmente.

Levanté un trozo de tela y sacudí las cenizas del diccionario -Un recuerdo de que no quiero recordar- susurré débilmente.
*******Fin flash back******

Cerré el diccionario y lo dejé en su lugar, regresé a la cama, me tumbé boca abajo, abracé la almohada y me quedé dormida a los pocos minutos.

POV. Jennifer.
Era lunes, nuevamente había comenzado la rutina, me levanté de la cama y fui hacia la cocina, abrí el frigorífico y noté que el galón de leche estaba sin la tapadera. (Sí, teníamos frigorífico, ayer habíamos ido a comprarlo). Apreté la puerta y la cerré delicadamente.

-No, Jennifer, respira y trata de calmarte- respiré profundo.

-Hola, buen día- Mariel entraba en la cocina.

-Mariel, ¿Recuerdas las reglas que pusimos?-

-Amm, yo...- pensó unos segundos -¿Qué hice mal?-

-La leche-

-¿Qué hay de malo en ella?-

-¡La dejaste destapada!- grité
-Solo duraste un día en seguir las reglas-

-Hey, tranquila- se acercó a mí
-Lo siento, ¿vale?-

-Un lo siento no lo arregla-

Caminó hacia los cajones y buscó entre ellos -Aquí está- sacó una tapadera y abrió el frigorífico, tapó la leche y cerró la puerta
-¿Ya lo arregle?- sonrió débilmente.

-Un poco- admití.

-Ven, te invito a desayunar a dónde trabajo- me miró con una enorme sonrisa.

-¿Tenemos tiempo?-

-No te preocupes por eso- estiró una mano hacia mí -¿Vamos?-

Sonreí -Vamos- cogí su mano y noté cómo dio un pequeño brinco.

Comenzó a caminar tirando suavemente de mi mano y sin quitar la sonrisa de su rostro.

Entre mis letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora