Capítulo Sesenta y ocho. Ilusiones.

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Los días iban pasando, Marcos no regresaba mi llamada, y a mí se me acababan las ideas para que Mariel no dejara todo y fuera corriendo a buscar a sus "Padres". Según ella, Lupita sabía donde vivían y que ella podría llevarla para que yo no me molestara, pero lo que me molestaba, es que ella quisiera llevarla.

-Jennifer, por favor, mi mano está bien, puedo ir sola si tú no puedes-

-Quiero ir contigo para acompañarte en tus momentos importantes- sonreí -Espera unos días a que tengas menos dolor-

-Ya pasó una semana- hizo un puchero.

-Lo sé- dejé un pequeño beso en sus labios -Se paciente, por favor-

-Vale, pero solo porque quiero que conozcas a tus suegros- soltó una leve risa.

-Eso me gusta- la abracé.

-Se siente raro- dijo después de unos minutos.

-¿El qué?-

-Saber que tengo familia-

-Mariel...-

-Sí lo sé- interrumpió -No debo hacerme tantas ilusiones, pero la sola idea de pensar que tengo unos padres y un hermano, me provoca una emoción enorme, gigante, te lo juro- se sentó en la cama - Me alegra saber que no estoy sola-

-Y no lo estás, yo estoy contigo-

-Lo sé, pero ahora también tengo una familia y tal vez hasta abuelos, tíos, primos, no lo sé- dijo con una enorme sonrisa.

-Es una posibilidad-

-¿Creés qué se emocionen al verme?-

-Puede ser- sonreí.

-¿Podrías aunque sea fingir que te importa?-

-Mariel, me importa más de lo que te imaginas-

-No lo parece- dijo un poco molesta.

-El que no me emocioné no quiere decir que no me importa, Mariel, es solo que no quiero que te hagas ilusio...-

-Que no me haga ilusiones- Interrumpió -Es tonto que lo digas, yo viví con la ilusión de que estaríamos juntas algún día, y mira, ahora lo estamos-

-Mariel, yo...-

Se levantó de la cama -Solo quiero decir que básicamente mi vida se construye a base de ilusiones- volvió a interrumpirme -Si al final ellos son mis padres, sería la mujer más feliz del mundo, pero si no lo son...- hizo una pausa -No lo sé- su voz comenzaba a quebrarse -Solo... solo quiero estar sola- giró sobre sus talones y salió de la habitación.

-Diablos- susurré cuando la vi alejarse.

Pensé en levantarme, correr hasta ella y no dejarla sola ni un minuto, pero a veces la soledad es la mejor compañía que podemos tener, te hace pensar con más claridad y tranquilidad.

Después de varias horas, creí que era necesario hablar nuevamente y sinceramente, ofrecer disculpas de mi parte. Busqué a Mariel en todo el apartamento pero no había rastro de ella, entonces pensé en el lugar donde más prefiere estar, la terraza. Subí rápidamente las escaleras y la encontré fumando, recargada en el borde superior del muro.

-Si le tienes miedo a las alturas, ¿Qué haces aquí?-

-A veces, cuando uno tiene miedos, es bueno entrar en contacto con ellos de vez en cuando- dijo sin mirarme.

-¿Por qué?-

-Porque...- le dio una calada y soltó el humo segundos después
-Entre los miedos, si sabes admirarlos, puedes encontrar belleza-

Entre mis letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora