Capítulo. Ciento ocho. Malos entendidos.

75 2 2
                                    

-¡Salma!- grité eufórica mientras corría hacia ella -¿Qué haces aquí?-

-Yo me pregunto exactamente lo mismo- dijo en una amplia sonrisa.

-Ay, chicas, ¿Pero por qué tanta bulla?-

-¿Alfredo, tú también?-

-Sí, sorpresa- dijo mientras extendía los brazos a los costados.

-Esto me parece planeado- dijo Salma mientras veía a Antonio.

-Fue idea de Mariel- Antonio la señaló.

-¿Qué?- abrió los ojos como platos -Bueno, sí, pero...-

Corri hasta ella y a abracé
-Gracias-

Automáticamente sus brazos rodearon mi cintura -No hay de que- besó mi mejilla -Ahora, vamos todos que aún nos faltan cosas por hacer-

-¿Con qué?- Joshua preguntó.

-La parte en la que seas débil o no, te tocará hacer algo-

-En ese caso que Alfredo también ayude, ya sabe exactamente de que va esto-

-¿Le dijiste?-

-Es muy persuasivo- levantó los hombros.

-Vale, como sea, ya todos sabemos, así que, vamos- levantó las valijas del suelo y comenzó a caminar.

-¿Mariel?- caminé detrás de ella.

-Dime-

-¿Todo bien?-

-Todo está perfecto- sonrió levemente y besó mi frente
-Ahora vamos-

-Vamos- me detuve unos metros después y la jalé del brazo.

-¿Qué sucede?-

-Bueno, yo... No sé como decirlo, pero...-

-Vamos, nena, solo dilo- sonrió cálidamente.

-Sé que hiciste este viaje para disfrutar y...-

-Chicas, hay que darnos prisa, está a unas horas de oscurecer y hay que tener todo listo- Antonio interrumpió mientras corría hacia nosotras.

-Un momento, comienza tú- Mariel le pidió -¿Decías?-

-Primero hay que hacer las cosas, no queremos que se nos haga noche-

-Cierto, tengo planes para nosotras está noche- dejó una leve mordida en mi cuello para después salir corriendo hacia donde estaba Antonio y los demás.

Todos comenzamos a hacer algo, Salma y yo tratábamos de organizar los alimentos, Alfredo y Joshua desempacaban las cosas y las acomodaban ordenadamente en una manta y Antonio y Mariel, montaban las casas de campaña, aproximadamente una hora y media después, las casas estaban listas, Mariel y Antonio se sentaron en el césped y Alfredo y Joshua comenzaron a acomodar las cosas que anteriormente habían sacado dentro de las casas, y nosotras, comenzamos a preparar la cena.
Una vez todo listo, cenamos y nos tumbamos en unas mantas sobre el césped a ver el atardecer, se veía hermoso, el cambio de tonalidades era realmente sorprendente. Al cabo de unos minutos los demás se metieron a sus tiendas y nosotras nos quedamos ahí, Mariel se levantó un poco y comenzó a besarme de una forma muy tranquila, un beso lento que poco a poco tomó más intensidad, se subió encima de mí y comenzó a besar mi cuello, mis manos fueron a su espalda en un intento desesperado de acercarla más a mí, nuestras piernas se entrelazaron y nuestras respiraciones fueron cada vez más rápidas y pesadas, Mariel hizo un camino de besos hasta mi clavícula, pero un pequeño calambre en mi vientre me hizo soltar un quejido de dolor y empujar levemente a Mariel lejos de mí.

Entre mis letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora