Capítulo Treinta y seis. Maniobras de escapismo.

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La rutina había comenzado nuevamente, cosa que detestaba, odiaba la rutina, era hacer lo mismo todos los días, hasta hartarte, el problema que yo me hartaba al segundo o tercer día.
Cómo de costumbre, preparé el desayuno y lo llevé a mi habitación, lo dejé en la habitación y me fui a la escuela.

-¡Hey, Mar!- Antonio me abrazó
-¿Qué tal tus vacaciones?-

-De maravilla- sonreí cómo idiota -¿Las tuyas?-

-Olvídalo, por tu cara imagino que tiene que ver con Jennifer- sonrió -Venga, ¿Qué pasó?-

-Bueno, todo comenzó cuando...- le conté todo lo que habíamos pasado en nuestro tiempo de vacaciones, claro omitiendo algunos detalles -...Y desde hace unos días siento que me está provocando-

-¿Estás segura de eso?-

-Sí, últimamente usa ropa corta cuando estamos en casa, si la invito a comer fuera se arregla demasiado, se me pasea en ropa interior por las noches, entre otras cosas-

-Te está tirando la braga, tía- dio unos aplausos.

-¿Y eso es qué?-

-Que le gustas, tonta- amplió su sonrisa -Lo que te recomiendo hacer son maniobras de escapismo-

-¿Para qué?-

-Sí, evadela un poco, hazte la desentendida-

-¿Y eso para qué?-

-Es cortejo, escapa de ella para que te busque más y caiga en tus redes-

-Eso no tiene sentido- dije confusa.

-Alejarte para que se acerqué, si se acerca mucho no ve el panorama, si no ve el panorama, se avienta sin paracaídas, a lo kamikaze-

-Creo que comienzo a entender-

-Inténtalo, y dime tus resultados en dos días-

-¿A dónde irás?-

-Debo salir de la ciudad, llegó en dos días-

-¿Por qué?-

-Motivos familiares- sonrió débilmente.

-Lo lamento- susurré.

-No es tan malo, es el ciclo de la vida- pasó una mano por encima de mi hombro -Vamos, quiero ver cómo pones en marcha el plan- comenzó a caminar.

Cómo dijo Antonio, todo el día en la universidad me escapé de Jennifer, la veía a lo lejos y le sacaba la vuelta, o hablaba con cualquier chica sobre cualquier cosa para que no me hablara, podía notar a lo lejos cómo se ponía celosa y regalaba abrazos para darme celos, "cosa que funcionó varias veces".
En el apartamento seguí con el plan de escapismo, cuando ella intentaba provocarme fingía indiferencia o la ignoraba leyendo un libro, varias veces me levanté del lugar y fui a mi habitación.
Al segundo día, Jennifer era cada vez más astuta con sus planes, llegando al extremo de dejar la puerta de la ducha abierta cuando se duchaba, por unos segundos pensé en mandar todo al carajo y meterme con ella, pero después de varias respiraciones, logré irme a la habitación.
Cuando escuché que salía de la ducha y el portazo de su habitación, salí y caminé a la cocina. Estaba apagando la estufa, cuando siento unos brazos rodearme por la cintura, cerré mis ojos para aumentar la sensación y sentí un calor sofocante cuando me percaté de la realidad, estaba desnuda, tenía a Jennifer desnuda abrazandome por la espalda, podía sentir su cuerpo frío chocando con el excesivo calor del mío, sentía sus pezones erectos rozando mi espalda, no lo soporté más y giré.
-Jennifer, ¿qué est...?-

Puso un dedo en mi boca -Eso me estorba- comenzó a abrir los botones de mi camisa.

Mis manos seguían intactas en su cintura, sentía que si las movía de lugar, saldría vapor por el choque de temperaturas
-Jennifer, no creo que...-

-Shht, no hables, las palabras sobran- comenzó a sacarme la camisa, rozando mis brazos con sus cortas uñas, descargando miles de corrientes eléctricas por mi cuerpo.

Me moría por besarla, no sabía si eso era plan de Antonio, pero al carajo -Espera- yo misma me saqué la polera y me acerqué nuevamente para besarla.

-Oh, no- puso una mano en mi boca -No puedes besarme- se puso en cuclillas rápidamente y desabrochó mi cinturón, para después abrír mis pantalones y bajarlos.

Saqué mis pies de los pantalones y me lancé sobre ella, arrinconadola contra el frigorífico, pasó sus manos por detrás de mi cuello de un brinco se colgó de mi cadera, enredando sus piernas alrededor de mi cintura, besé lentamente su hombro y sentí cómo su piel se erizaba, mis manos sujetaban fuertemente su trasero, cómo temiendo a que se alejara.

-Llévame a la habitación- susurró en mi oído para después morder el lóbulo de mi oreja.

No lo pensé dos veces y comencé a caminar rumbo a la habitación, abrí la puerta de una patada y la recosté en la cama sin alejarme de su cuerpo. Besé su cuello lentamente, rocé mis dedos por sus pechos y sus piernas, pero me moría por besarla, hice un camino de besos desde su clavícula hasta su barbilla y sujetó mi cara con sus manos cuando estuve cerca de su boca.

-Despacio- susurró tan cerca que sentí su aliento chocar con mis labios. Yo solo pude asentir
-Espera- me apartó rápidamente -Algo se quema-

-¿Qué?- Abrí los ojos cómo platos
-¡Mierda!- recordé que no había apagado la estufa.

Me levanté rápidamente y corrí a la cocina, dónde efectivamente se estaba quemando la comida, apagué la parrilla y limpié las cosas quemadas, dejé todo en su lugar y regresé a la habitación de Jennifer, golpeé mi cabeza contra la puerta cuando noté que le había puesto seguro, saqué todo el aire de mis pulmones y caminé a mi habitación por una toalla, necesitaba una ducha.

-¿De verdad te hizo eso?- Antonio estallaba en carcajadas.

-Sí, te juro que recuerdo haber apagado la estufa-

-Pues, la dejaste encendida, así cómo ella a ti-

-Venga ya, que no es gracioso-

-Vale, ¿ves? Mi plan funcionó- sonrió victorioso.

-A medias, al carajo con tu plan- bufé molesta.

-Entonces, dejate llevar por el suyo- me dio un guiño y se levantó.

POV. Jennifer.
Me dolía el estómago de tanto reír, las caras de Salma y Tania eran las mejores después de contarles lo que pasó con Mariel.

-No puedo creer que lo hayas hecho- Salma dijo sorprendida.

-Sí- traté de calmar mi risa
-Después de que se dio cuenta que estaba con seguro, fue directo a la ducha-

-Es obvio, tanto calor la habría sofocado- Tania agregó.

-¿Y por qué haces todo eso?- Salma preguntó curiosa - Digo, ¿qué ganas?-

-No lo sé, admití- hice una pausa
-Creo que en el fondo quiero llamar su atención-

-Pero, ya la tienes- Tania dijo confusa.

-No lo sé, es raro- levanté los hombros.

-¿Y tú admiradora secreta?- preguntó nuevamente.

-Hace unos días me mandó un pequeño mensaje y otra parte del dibujo- dije con una amplia sonrisa.

-¿Y por ella que sientes?- Salma preguntó.

-Chicas, no lo sé, es tan extraño- hice una pausa -Mariel despierta en mi una especie de deseo y un tipo de afecto, no lo sé y la chica de las notas, bueno, ella hace que suspire al leer sus escritos, que sienta mariposas en la barriga, que me muera por conocerla-

-Creo que estás enamorado de la chica de las notas, pero deseas a Mariel- Tania dijo después de pensar unos segundos -Decídete, o lastimaras a una de las dos, o peor aún, te quedarás sin ellas-

Entre mis letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora