Capítulo Cuatro. Primer encuentro.

143 6 0
                                    

POV. Jennifer
A petición de mis padres, decidí quedarme dos semanas más de lo acordado, decían que no querían que me fuera tan pronto y que pasará mis días con ellos antes de viajar.

-Hija- mi padre se sentó a mi lado -El apartamento que te conseguí, tiene algunos defectos-

-¿Cuáles?- despegué la vista de mi portátil.

-No tiene muebles, ni estufa, necesita manteniento y algunas reparaciones eléctricas- dijo apenado -Te prometo que te daré el dinero para que pidas que arreglen eso-

-Oh, bueno, son cosas que se pueden arreglar- Sonreí.

-Me alegra que lo hayas tomado bien- sonrió.

-Son cosas con solución, no hay porqué perder la cabeza- sonreí nuevamente -Iré a empacar mis últimas cosas- me levanté del sofá y caminé hacia mi habitación.

Una vez entre, cogí un pequeño cofre de madera y lo abrí, aquí guardé todas las notas del casillero, a decir verdad, me sentía un tanto triste por no recibir más sus letras, después de casi un mes leyéndola diario y a varias horas, se sentía un poco su distancia, saqué las notas y las volví a leer, sonriendo nuevamente al ver las primeras palabras. "la Mar, ¿Quién eres realmente". Pensé mientras seguía leyendo.

*************************
A la mañana siguiente, mis padres me llevaron al aeropuerto a esperar mi vuelo, nos quedamos en la sala de espera mientras llegaba el avión. Nadie decía nada, al parecer el gran nudo que teníamos en la garganta nos evitaba sacar las palabras. Cuando la voz de la operadora se escuchó por la bocina, nos levantamos de las sillas.

Mi padre fue el primero en hablar -Mandaremos tus cosas lo antes posible-

-Gracias- sonreí débilmente.

-¡Oh, cariño- mi madre rompió en llanto y me abrazó -Te echaré tanto de menos-

Mi padre se unió al abrazo
-Promete que te cuidaras- dijo con la voz rota.

-Lo prometo- hablé al borde del llanto -Les echaré tanto de menos- mis lágrimas salieron descontroladas. La voz de la operadora volvió a sonar -Debo irme- limpié mis lágrimas -Los quiero-

-Nosotros a ti- mi madre se abrazó de mi padre.

-Hasta pronto- susurré y comencé a caminar a la línea de abordaje.

POV. Mariel
Dos días después de llegar, había conseguido un buen empleo, mesera en un pequeño café, el horario era bueno, entraba a las 4:00 pm y salía a las 11:30 pm, según mi horario de clases, iría lunes, miércoles y viernes, de 8:00 am a 12:00 pm; martes y jueves de 9:00 am a 11:30 am. Tendría tiempo excelente para hacer mis tareas e irme al trabajo.
Tenía dos semanas en el mantenimiento y reparación del apartamento, ya había comprado un pequeño sofá usado, era de color negro y algunos agujeros en la tela, pero, nada que unos buenos parches no arreglen, había comprado una pequeña parrilla, para poder hacer pequeñas porciones de comida. También había restaurado algunas paredes que tenían varios agujeros de clavos u otras cosas, pensaba en pintarlas, pero eso tenía que discutirlo con mi compañera de piso.
Mi habitación estaba en completo desastre, aún no había acomodado por completo mi ropa, y la mayoría de mis libros se hallaban por el suelo, al igual que varía ropa sucia, pensaba en arreglarlo, pero cada vez que tenía oportunidad, algo fallaba en el apartamento, esta semana fue la tubería del lavamanos, afortunadamente en el internado, aprendí varias cosas, como por ejemplo, plomería, electricista, restauración de paredes, carpintería, costurería, cocina, mecánica, entre otras cosas.

Me encontraba arreglando la tubería del lavamanos, estaba tumbada abajo de este, en la boca tenía una pequeña linterna para iluminar mejor el lugar, en la mano derecha tenía una pinza, mientras la izquierda buscaba la falla. Estaba tan concentrada buscando el error, que al oír el sonido de la puerta cerrándose salté del susto, provocando que las pinzas me cayeran en la cara, desgraciadamente golpeando el rabillo de mi ojo, abriéndolo.

-¡Oh, joder!- susurré y llevé mi mano a la zona adolorida y sangrante.

Me levanté del suelo y caminé hacia el recibidor, no recordada haber dejado la puerta abierta. Lo siguiente que ocurrió, fue el primer encuentro que tuve con mi compañera de piso.

-¡Ahh!- ella gritó horrorizada y roció algo en mi rostro.

-¡Una mierda!- al parecer era gas pimienta, puesto que mis ojos ardían y no dejaban de llorar
-¡Mierda, mierda!- me dejé caer al suelo de rodillas mientras cubría mis ojos.

-¿Qué haces aquí?- preguntó en un tono de miedo y preocupación.

-Soy tu compañera de piso- dije mientras trataba de abrir los ojos.

-Un momento- oí como abrió y cerró la puerta.

-Hostia puta- me puse de pie y caminé hacia el fregadero para lavar mi cara.

POV. Jennifer
Salí del apartamento rápidamente, saqué el móvil y marqué.

*X. Hola, cariño, ¿ya lleg...?
J. (interrumpí). ¿Por qué no me dijiste que debía compartir apartamento? (dije un tanto molesta).
X. O eso, lo olvidé, lo siento.
J. ¡debiste decirme antes! (dije alterada). Le rocíe gas pimienta en la cara.
X. Lo lamento, ella no es mala chica, su tutora me habló excelente de ella. (hizo una pausa). Debes disculparte con ella.
J. Vale, ahora voy.*

Guardé el móvil en el bolsillo trasero de los pantalones, respiré en profundo y abrí la puerta nuevamente.

-¿Hola, chica nueva?- hablé al no verla donde la dejé.

-En la cocina-

Caminé hacia la cocina y la encontré lavandose la cara en el fregadero, me acerqué más y vi sangre -¡Oh por Dios!- me acerqué rápidamente para ver de cerca -¿Lo hice yo?-

-No directamente-

-No entiendo- di un paso atrás un poco confundida.

-Cuando llegaste, yo estaba arreglando la tubería del lavamanos, al tú cerrar la puerta, me asusté y la herramienta me cayó en la cara-

Sentí una enorme necesidad de reír pero me aguante -Eso debió doler- mordí mi labio inferior para no reír.

-Anda, ríete, me hará sentir mejor- sonrió. Y ahí fue cuando me di cuenta que realmente era guapa, su cabello lacio en un corte un poco extraño, tenía un flequillo que peinaba hacia atrás cuando hablaba, sus ojos eran de un café claro, su nariz era pequeña y fina, sus labios gruesos un poco resecos, era un poco más baja que yo y por su ropa holgada, pude notar que era delgada, pero lo que me cautivó, fue su tímida sonrisa.

-Oh, no, no podría reírme- dije después de unos minutos -deja que te ayude con eso- señalé su herida, la cual seguía sangrando.

Noté como se puso nerviosa -No, yo... yo puedo sola, gracias, no... no es necesa... necesario-

-¿Segura?-

-Sí, no es la primera vez que pasa- me miró por unos segundos -iré a curarme al baño- señaló a lo lejos y comenzó a caminar.

Entre mis letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora