Pasaron varios días en los cuales nuestra "comunicación", era normal, Jennifer ya me dirigía la palabra para cosas más cotidianas y yo me limitaba a evitar discusiones. Ya no volvimos a usar los juegos de mesa, Jennifer los guardó en una parte del apartamento y para ser sincera, no tenía ganas de buscarlos.
Todos esos días me la pasé pensando en todo, en esos defectos que jamás vi de Jennifer, pero que estuvieron desde el principio, solo que estaba tan enfocada en sus perfecciones que omití detalles que ahora veo, eran importantes. Constantemente evitaba las discusiones porqué sabía de antemano que en un momento dado, podía explotar y decirle todas aquellas cosas que me molestan de ella, así cómo ella lo hace conmigo, pero no quería, soy buena escribiendo palabras, pero al momento de decirlas a viva voz, mi cerebro se desconecta y salen palabras torpes, bruscas y, en cierto punto directas, y conociendo a Jennifer, eso podría provocar un huracán de tan gran magnitud que podría destrozar el poco avance que tenemos, pero, "¿De qué sirve avanzar si estamos cargando con costales del pasado?", tal vez sería buena idea discutir, tal vez podríamos sacar por fin todo eso que nos abruma, tal vez si dejamos esos problemas del pasado, podríamos iniciar desde cero, sin tantos pesos que nos arrastran y tal vez, podríamos dejar de lado ese leve rencor que nos estábamos generando al vivir en una compañía llena de problemas del pasado.
Esa noche llegué temprano del trabajo, últimamente cerraban más temprano, justo antes de las rondas de las patrullas, posiblemente no querían problemas con la policía y preferían cerrar antes a dar una explicación y un posible soborno para que dejarán de molestar.
Me senté en el sofá y recargué mi cabeza en el respaldo, subí mis pies a la mesita de noche y así me quedé por unos minutos, minutos en los cuales comenzaba a quedarme dormida hasta que un golpe quitó mis pies.
-Los pies van en el suelo, Mariel- Jennifer dijo con cierto enojo.
-Oh, no- puse una mano en mi frente.
-¿Oh no qué?- se cruzó de brazos.
-No quiero discutir- quité mi mano y la dejé caer en mis piernas.
-Vale, no lo haremos- sonrió y giró para caminar a su habitación.
-Pensándolo bien, sí quiero discutir- Jennifer se detuvo y giró -Oh bueno, no discutir si no hablar-
-¿Sobre qué?- preguntó mientras caminaba.
-Sobre nosotras-
-No hay un nosotras desde que me engañaste...-
Interrumpí -¡Eso!- la señalé con mi dedo índice.
-¿Qué?- preguntó confusa.
-Jennifer, hace más de diez días que hablamos sobre eso, donde me preguntaste y respondí, donde dijiste que me creías y entendías, pero parece que todos los días recuerdas eso solo para hacerte la mártir-
-¿Me estás reclamando por estar resentida?-
-Sí- dije simplemente -Cada día me recuerdas lo que hice, no sé cómo, pero siempre encuentras una forma para hacerlo, para que recuerde mi error- hice una pausa -Pero yo también tengo la culpa por permitirlo, pero ya no, estoy harta, Jennifer, harta de tu mentalidad de niña malcriada, de querer que todo sea a tu modo, ya no lo soporto- pasé una mano por mi cabello -Ya no sé que es peor de ti, en verdad, dicen que el amor es querer los defectos, pero, ¡joder!, ni de puta broma querré eso que tú tienes- estaba completamente cabreada y mis palabras salían sin ser procesadas.
-Yo también estoy harta de tus malas costumbres, de tus desastres, de ti, ¡estoy harta de ti!-
-¡Genial!- extendí los brazos a los costados -Por fin coincidimos en algo- dejé caer mis brazos -Creí que estaba enamorada de ti, pero no, estaba enamorada de una Jennifer que yo cree en mi mente, que yo hice perfecta, pero omití todos tus defectos, grave error- ella me miraba atenta -Tal vez nunca me enamoré realmente de ti, llego a pensar que solo fue una obsesión por tenerte y ahora que te tuve, se pasó-
-Bien, nunca te enamoraste, que mal que te des cuenta tan tarde- dijo al borde de las lágrimas -Yo me enamoré de ti y de tus defectos- limpió las lágrimas que corrían por sus mejillas -Ahora si quiero que te largues de aquí- escupió las palabras con rencor.
-Oh, no- negué con la cabeza -Este apartamento es tan tuyo cómo mío- mi tono de voz era neutro y frío.
-Entonces me voy yo-
Caminé hacia la puerta y la abrí
-Adelante- hice una leve reverencia.-Eres una idiota, Mariel- su voz estaba rota.
-No- cerré la puerta de un portazo tan fuerte que vibró el suelo y caminé a ella -Ambas lo somos- me detuve a unos metros -¿Algo más qué quieras decirme?-
-No, no tengo nada que decirte, Mariel- se dio la vuelta y comenzó a caminar -O bueno, nada que no te haya dicho antes-
Rápidamente la cogí del antebrazo y la detuve -Esta conversación a un no termina- susurré apretando la mandíbula.
-¡Sueltame!- intentó safarse -Yo ya no tengo nada que decir-
-Yo sí, tengo mucho que decir- la acerqué más a mí.
-Pues, se los dirás a mi sombra, yo no quiero oír nada- siguió forcejeando.
La sacudí fuertemente -Quédate quieta, ¡joder!- levanté la voz inconscientemente.
-Mariel, por favor, me lastimas- sus ojos se ponían vidriosos
-Sueltame- suplicó.Abrí mi mano lentamente y me quedé echa piedra al ver la leve marca que se había formado
-Jennifer...- comencé a decir.Automáticamente cubrió su antebrazo con su mano la pegó a su pecho -Ahora sí, no sé quién seas- comenzó a caminar hacia atrás.
-Jennifer, yo... perdí el control- comencé a caminar hacia ella.
-No, por favor, no te acerques- negaba con la cabeza -Por favor- susurró con su voz rota.
Me detuve en seco -Lo siento-
-Solo déjame sola, por favor- giró rápidamente y se encerró a su habitación.
Mis rodillas flaquearon y caí al suelo de rodillas, apoyé mis manos en el piso y me quedé así unos minutos, reflexionando cada palabra que le dije, cada tono de voz, otra vez nos habíamos hecho daño. Jamás pensé que esas palabras salieran de mi boca, aunque posiblemente fueran verdad, nunca creí que las diría con tanto rencor, al grado de sentir arder mi garganta, tal vez no estuvo mal que Jennifer supiera eso, lo que estuvo pésimo fue la forma de decirlo. Me sentía fatal, solo dos veces en mi vida había perdido el control de esa forma, una cuando supe que llegué en una caja y otra hoy, con Jennifer. Caminé a su puerta y acerqué mi oído, pegándolo para poder escuchar mejor, lo que oí me hizo odiarme, estaba llorando, podía imaginarla en posición fetal, abrazando sus rodillas y luchando para poder odiarme, esta vez no la culpo, yo también lo hacía, pensé en golpear la puerta, pero me detuve "Tal vez nunca me enamoré realmente de ti", esas palabras golpearon con fuerza, provocando que tambaleara "Yo me enamoré de ti y de tus defectos", la voz de Jennifer se reprodujo en mi cabeza mil veces, esas palabras hacían que me sintiera asqueada de mi misma, fui una idiota, yo la había enamorado, había hecho una y mil cosas para que Jennifer se enamorara de mí y lo logré, la enamoré sin yo estar segura de estar enamorada de ella, o tal vez si lo estaba y solo lo dije porque estaba cabreada, no lo sé, mi mente decía un millón de cosas y mis sentimientos expresaban miles de emociones y mi cuerpo, era su campo de batalla.
-Ojalá terminen matandome- susurré mientras entraba a la habitación.
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Entre mis letras
RandomElla era excesivamente ordenada, yo en cambio era el desastre mismo. Lo único que nos unía, era la pasión por la literatura, ¿Qué pasa cuando dos tipos de caos colisionan?, ¿Se mueren, o se unen para crear algo nuevo?