Desperté abrazada a la hoja, como si fuera mi peluche favorito, cerca de mi pecho y rozando mi nariz.
Quité la hoja arrugada de entre mis manos y la dejé en la mesita de noche, me dejé caer de espalda con los brazos abiertos a los costados, con una sonrisa tan grande que sentía salía de los márgenes de mi rostro. Escuché el móvil sonar a la lejos, me levanté de la cama y contesté.>Antonio, ¿Qué sucede?
*Quedaste en llamar en la noche para ver lo de los objetivos de la cámara.
*Joder, lo había olvidado. Pasó algo con Jennifer.
*¿Se enrrollaron?
*No, me dejó una carta, donde se disculpaba y decía que quería enamorarme, que me quería. Y me escribió un poema.
*Eso, eso creo es un avance, pero, Mariel, ¿Cuántas veces dijo que cambiaría y sigue igual? Solo lo escribió, es fácil hacerlo, lo difícil es decirlo a la cara, demostrarlo, cuando haga eso, cuando demuestre el valor de sus palabras, vuelves a poner esa sonrisa idiota que se te formó al principio, mientras tanto, no te hagas ilusiones.
*Creo... creo tienes razón.
*La tengo, en fin, ya compré los objetivos, te veo en la universidad<
Colgó sin darme tiempo a responder, ni siquiera de asimilar sus palabras, comenzaba a creer que tenía razón, Jennifer había dicho tantas veces que trataría de cambiar su forma de ser, pero solo se quedaban en palabras. Antonio tenía razón, no debía hacerme ilusiones tan pronto, no después de todo lo que hemos pasado, debía mantenerme con la guardia arriba, otro golpe más me mandaría a la lona.
Me vestí rápidamente y salí rumbo a la cocina, para mi sorpresa, Jennifer estaba batallando para hacer lo que parecía huevos revueltos.-¿Buen día?- dije mientras me acercaba.
-¡Buen día, Mariel!- dejó unos segundos su complicado labor y besó mi mejilla -Estaba preparando el desayuno-
-Ya lo veo- observé la cocina -¿Y sabes cómo hacerlo?-
-Obviamente no, pero según el tutorial en YouTube, voy bien- señaló con la cuchara su móvil.
-Ah- me acerqué al móvil y puse play -Umm - “Dejas la cazuela encendida unos dos minutos, no más o pueden quemarse los huevos”, -¿Cuánto tiempo llevas cocinando?-
-No lo sé- levantó los hombros.
Me acerqué a ella quedando detrás de su espalda, pasé mis manos por sus costados y apagué la estufa -Huele a quemado- susurré cerca de su oído.
-Ya lo tenía- dijo en cierto tono de frustración.
-¿Estabas cocinando para mí?- pregunté suavemente.
-Lo intenté- giró para verme, quedando en medio de mis brazos.
-Gracias- sonreí de medio lado.
-No tienes que agradecer, ni siquiera pude hacer unos huevos revueltos-
-Pero lo intentaste, eso significa mucho- me acerqué y dejé un beso en su mejilla -¿Qué se te antoja de desayunar?-
-Panqueques- sonrió.
-Excelente, ¿Me ayudas?-
Su sonrisa se amplió rápidamente -¡Sí!- soltó emocionada -¿Qué debo hacer?--Primero, me pasarás todo lo que necesito-
-Vale-
Comenzamos a preparar el desayuno, me encantaban ver la forma en que Jennifer se divertía mientras me pasaba los ingredientes, o reír conmigo cuando me quemaba por estarla viendo, era realmente encantador.
Llegué tardé a la escuela, no porque no estuviera lista, si no porque me quedé a desayunar con Jennifer, y perdimos la mayor parte del desayuno en reír.
Al entrar al salón, me encontré con Antonio quien al verme se levantó de su pupitre y caminó hacia mí -Ahora sí, quiero detalles--Llego a pensar que eres más mujer que yo- dije entre risas.
-Vivo con puras mujeres, no te burles- pasó una mano por mis hombros -Ahora sí, habla- Le conté todo lo que había pasado, desde la primera pelea hasta el desayuno, el miraba atento y negaba con la cabeza cuando algo no le parecía -Mar, como tu único mejor amigo, debo decirte que no bajes la guardia, mantente alerta, no creas en sus palabras, cree en sus acciones-
-¿Lo de hoy no es una acción?-
-Eres ingenua, demasiado- hizo una pausa -Crees que toda la gente es sincera, cuando tú eres la única que dice la verdad-
-No lo sé, todo es tan confuso ahora- sacudí mi cabeza -Quiero creerle, porque sé que si sus ojos me hablan son sinceros-
-Vale, estás hasta las trancas por una mujer que está como una cabra- soltó una leve risa -Pero no te agarres de ilusiones, no otra vez-
-No lo haré, no puedo fingir que no la quiero porque es imposible, pero estaré con la guardia arriba-
-Esas palabras me bastan para pensar que estarás atenta-
Sonreí levemente y le di un corto abrazo -Vamos a clases- caminé unos pasos delante de él.
Estaba escribiendo en mi habitación, como lo hacía últimamente, hacía ya varios días, que la relación con Jennifer había mejorado, hablábamos más, bromeabamos en ocasiones y en muy pocos casos, había un leve flirteo, pero siempre, existía una distancia considerable, que ninguna de las dos se atrevía a romper. Escuché un ruido en la puerta y me levanté y abrí.
-Jennifer, ¿qué necesitas?-
-Quería hablar contigo-
-¿Sobre qué?-
-Quería disculparme- dijo mirando al suelo.
-¿Por qué?-
-Por mi comportamiento, estuve pensando, en realidad pensé en todo, leí todos tus escritos, estuve armando un rompecabezas en mi mente, con la diferencia de que lo armé del lado contrario, sé que me tardé mucho en ver la realidad, sé que jamás debí de reaccionar tan mal, que debí ponerme en tu lugar, pero solo me hice la víctima, creí que tú no me merecías, pero ahora me doy cuenta que la que no te merece soy yo- hizo una pausa -Te he hecho daño hasta más no poder, te he hecho sufrir y solo porque yo creía que me estabas haciendo sufrir, lo cual nunca fue así- me miró unos segundos -Me siento como la peor persona del mundo, en realidad, por lastimar a alguien que solo quiso quererme desde el principio y que su único error, fue quererme- su voz estaba rota -No tengo las palabras exactas para decirte como me siento, ni siquiera para disculparme, la de las palabras y letras eres tú- soltó una leve risa
-Lo cual es algo ilógico porque estoy estudiando literatura- sonrió -Se supone que debo tener palabras para todo, pero hay cosas que ni las letras pueden escribir, no hay nada, así estoy yo, me dejas en blanco, Mariel- borró la sonrisa de su rostro
-Tengo la cabeza llena se ideas, miles de letras para plasmar, pero cuando te veo, me quedo vacía y solo pienso en una cosa, en ti, en la capacidad que tienes sobre mí, por eso te ruego que me disculpes, Mariel, perdón por hacerte daño- noté como comenzaba a llorar.-Jennifer- ella levantó su cabeza para verme -Ambas nos hicimos daño, tú sufrías por mi torpeza, y yo por la tuya- me acerqué un poco a ella -Somos un par de idiotas, un par de tontas que no saben quererse, o tal vez sí, pero de una forma muy muy extraña- cogí sus manos entre las mías
-Quiero que ambas nos disculpemos, porque ambas nos hicimos daño, tanto cómo tú, cómo yo, ambas hemos sufrido por nuestras malas decisiones, así que, te propongo un trato-La miré por unos segundos -Yo intento mejorar cosas que de mí, para estar en tranquilidad, pero solo si tú también lo haces- sonreí -¿Trato?--Trato- imitó mi gesto y se acercó más -¿Cerramos el trato con un abrazo?-
-Es la mejor forma- la envolví en un abrazo.
-Echaba de menos abrazarte- susurró.
-Adoro tu aroma- besé su cuello.
Quedamos a unos milímetros de distancia, lo único que nos separaba era nuestra respiración, me moría por besarla, pero sabía que no debía, no aún.

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Entre mis letras
RandomElla era excesivamente ordenada, yo en cambio era el desastre mismo. Lo único que nos unía, era la pasión por la literatura, ¿Qué pasa cuando dos tipos de caos colisionan?, ¿Se mueren, o se unen para crear algo nuevo?